7

Cacciatori

Carla Milano
Carla Milano
País: Italia
Localidad: 15015 Cartosio (Alessandria)
Dirección: Via Moreno, 30
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(+39) 014440123
Cierra: jueves, viernes al mediodía, del 1/7 al 20/7 y del 20/12 al 20/1
Precio: 40/70 €


  • Torta de alcachofas
  • Torta de alcachofas
  • Conejo al romero
  • Conejo al romero

Producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, diez, cien, mil veces producto, en su máxima expresión. Un restaurante de montaña, en el que la naturaleza se expresa brindándonos manjares terrenales celestiales. Tan humildes como auténticos. Sentarse a la mesa de este sencillo, espartano local es como meterse en el túnel del tiempo y volver 100 años atrás. Tanto en la materia prima como en las formas. La protagonista, Carla, oficia en una cocina de leña, la misma que montaron sus antepasados en 1952. Y lo hace a fuego lento, en la práctica a baja temperatura, expresando en cada cazuela el sentimiento con que aquellas heroicas “mammas”, que tanto aportaron a la historia gastronómica, impregnaban sus platos, guisos rebosantes de sensibilidad y cariño. Atávicos, ancestrales, si bien primorosos. Cada condumio acaricia amorosamente el paladar. El refinamiento se expresa en lo más sencillo, en lo más popular…, en cualquier nimiedad. Y es que la familia Milano, el padre, Giancarlo, y el hijo, Massimo, que se ocupan de la intendencia y la sala, transmiten a su vez la autenticidad de la tierra y el corazón de sus hombres.

A este restaurante de pueblo y costumbrista se acude a rememorar como era la manduca hogareña hace más de medio siglo. A tirarle unas cuantas dentelladas a un suculento y jugoso salchichón cocido que adquieren al mejor charcutero de la zona. A percibir la sensibilidad de quien es capaz de hacer unos pimientos amarillos durante siete horas y presentarlos en la vajilla con unas nobles anchoas en salazón con la lubricación mágica que aporta un chorretón de aceite de oliva virgen de la vecina Liguria. Uno de los momentos cumbres llega con la fina, verdaderamente fina, tan finísima que sólo tiene una hoja por cada lado, de bastante menos de un milímetro, torta de alcachofas, que sabe plenamente a ellas. Los espaguetis frescos al tomate no defraudarán a nadie. Absolutamente entrañable la tortilla de cebolla. Y llega el momento de las grandes viandas, a las que hay que rendir pleitesía y hasta conviene encargar previamente, dos mejor que una. El pollo a la cazuela con cebolla, tomate, vino blanco y romero es casi un gallo de corral, con unas carnes negras y duras que ahítan de sabrosura. Y otro tanto debemos aseverar del conejo, rechoncho, con los muslos oscuros, que sólo necesita de unos toques de aceite de oliva virgen, vino blanco y romero para descubrir una grandiosidad desconocida por el urbanita. Y en noviembre, diciembre y enero, liebres, perdices, becadas, grouses, siempre frescas, nunca congeladas, cazadas por Giancarlo y estofadas por Carla.

Un viaje gastronómico a otro tiempo.



7

El Refugio

Alfredo Castelo
Alfredo Castelo
País: España
Localidad: 15173 Oleiros (A Coruña)
Dirección: Plaza de Galicia, 11
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(+34) 981610803
Cierra: Domingos noche, lunes excepto agosro y tres semanas en septiembre
Precio: 80/150 €


  • Centolla cocida
  • Centolla cocida
  • Percebes
  • Percebes
  • Pulpo a la gallega
  • Pulpo a la gallega
  • Lamprea en escabeche
  • Lamprea en escabeche
  • Langosta
  • Langosta

En estos tiempos en los que hay tanta inflación de galácticos en las cocinas como en los campos de fútbol, a veces conviene buscar refugio en la tierra, o, mejor todavía, en el mar.
Hay quien les pide que cambien, que busquen nuevos caminos y, no cabe duda, ésa siempre es una posibilidad, pero, hablando de El Refugio, Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy. Bien es cierto que, puestos a pedir, algunas cosas podrían mejorarse, simplemente acortando algunos tiempos de cocción. Pero lo más cierto de todo, lo rigurosamente cierto, es que los animales –ya sean los más grandes e ilustres o esos tan pequeños como injustamente tratados– que se comen en esta casa son, si no inigualables, sí muy difíciles de superar.
Despojémonos de todo tipo de prejuicio intelectual, de toda pose más o menos snob y dejémonos seducir por el más salvaje placer que puede ofrecernos el mar de Galicia. En primer lugar, lo crudo ¿Qué tal ostras o almejas? Su tamaño puede llegar a apabullar y su calidad, como en todos los géneros, es excepcional, únicas. Después, lo cocido. Por de pronto, unos percebes, percebes empadronados en las peñas más cotizadas de la costa coruñesa; luego, unos camarones, que suelen ser de un calibre espectacular; a continuación, cigalas ¡Qué cigalas! Perfectas; más tarde unas nécoras de esas llenas, llenas. Y así hasta la eternidad. O, mejor dicho, hasta las centollas. Éstas sí que son punto y aparte, tanto las clásicas hembras de roca como los poquísimos machos de arena que hay muy de vez en cuando y que dejan un recuerdo imborrable a quien tiene el privilegio de comerlos en alguna ocasión. Si aún queda sitio, para no perder el tiempo, bogavante; en este caso, puede tomarse en salpicón, para cambiar un poco el estilo de la sinfonía…
En torno a los pescados, pues más de lo mismo. Están presentes todos y todos son espectaculares: merluzas de pincho, lenguados, lubinas y rodaballos, a veces, de dimensiones monstruosas… que conviene comer en fórmulas sencillas para disfrutar de ellos al máximo, o a la gallega, siempre bien terminada. Naturalmente, según la temporada, puede haber angulas, ventresca de atún blanco, lamprea…lamprea a la bordelesa o en escabeche, ésta como maravillosa entrada.



7,5

La Sirena

Mari Carmen Vélez
Mari Carmen Vélez
País: España
Localidad: 03610 Petrer (Alicante)
Dirección: Avda. de Madrid, 14
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(+34) 965371718
Cierra: Domingos noche, lunes, Semana Santa y las tres últimas semanas de Agosto
Precio: 70/130 €
Precio menú degustación: 65 €


  • Cañaillas con Chutney de Platano y Crema de Queso de Cabra
  • Peras de Bacalao
  • Navajas con Dátil, Naranja, Miel de Azahar y Aceite de Oliva
  • Navajas con Dátil, Naranja, Miel de Azahar y Aceite de Oliva
  • Gamba Roja a la Sal
  • Gamba Roja a la Sal
  • Calamares a la Plancha
  • Sepionet con Verduras, Setas y Germinados
  • Sepionet con verduras, Setas y Germinados
  • Ventresca de Atún a las Especias
  • Suquet de Cigalitas, Cabracho...con Alioli
  • Arroz a Banda con Gambas y Rape

Mari Carmen Vélez se encuentra como pez en el agua interpretando y recreando la cocina popular del territorio, que refina y livianiza con especial brillantez. Cuando uno prueba su alioli se plantea si existe otro igual ¡Qué delicadeza! ¡Qué cremosidad! ¡Qué digestibilidad! Único. Cuando uno degusta su arroz a banda se pregunta inmediatamente si conoce otro igual en Comunidad Valenciana, siendo categórica la respuesta, no. Generosamente ilustrado con rape y gambitas, ha ganado en técnica en los últimos tiempos, saliendo con más sabor, con mayor soltura los granos y ofreciendo dos consistencias, al dente y socarrat. Cuando uno le hinca el diente a la ventresca de atún, vuelta y vuelta, envuelta en una leve y estimulante costra de especias, asume el valor supremo de la sencillez, siempre que esté sustentado en el producto 10 y en la hechura precisa, como aquí ocurre.
No nos cansaremos de repetir que La Sirena es una de las mejorcitas marisquerías de España. Se impone solicitar un surtido de cañaíllas, cigalas, langostinos, quisquillas, camarones, percebes, ostras, almejas, langostas, bogavantes, centollas y nécoras. Y rematar la mariscada con una mayestática gamba roja a la plancha, gigante, fresquísima y con la cabeza casi cruda, una de las mejorcitas del país, sin duda. Y antes de la ventresca y después del arroz solicitar un clamoroso salmonete asado y engalanado con un gel mágico de tomillo limonero y una arena de patatas, guiños tecno que nos permiten jugar sin alterar la inmaculabilidad del pescado.
Hasta aquí lo que puede ser el menú ideal, que se puede completar con otros timbres de gloria de la casa, como las croquetas o rilletes de bacalao con forma de pera; como las geniales cañaillas con chutney de plátano y crema de queso fresco; como las clamorosas navajas  con dátil, naranja, miel de azahar y aceite de oliva; como las deliciosas sepionet salteadas con verduritas, setas, germinados y un si es no es de sobrasada; como unos simples y exultantes calamares a la plancha; como el excepcional suquet de cigalas con cabracho, salmonetes... y alioli de leche de almendras, como la gulesca caldereta de rape, vieiras, percebes, tirabeques y espárragos verdes y como un par de sabrosísimos arroces: el de bacalao y pimientos y el meloso de gambas, rape y percebes, nadando en un fondo de mariscos azafranado. Por lo demás, soberbios postres a cargo de Lola Vélez, especialmente los de chocolate: el suflé caliente y la copa de helado de café con chocolate caliente y crocante de avellanas.  



7,5

Maher

Enrique Martinez
Enrique Martinez
País: España
Localidad: 31592 Cintruénigo (Navarra)
Dirección: Ribera, 19
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(+34) 948811150
Cierra: Domingos noche y lunes y del 22/12 al 22/1.
Precio: 60/90 €
Precio menú degustación: 40 y 75 €


  • Chicharro Marinado con Apio y Crema de Queso
  • Ensalada de Cardo con Anguila Ahumada y Aceitunas
  • Gazpacho de Tomate con Perdiz Escabechada a los Aromas de Laurel
  • Timbal de Huevos Fritos con Patatas
  • Timbal de Huevos Fritos con Patatas
  • Ventresca de Bonito con Vainas y Jamón
  • Pochas con Pulpo
  • Pochas con Pulpo
  • Bacalao Ajoarriero Laminado con Pimientos y Gambas
  • Bacalao Ajoarriero Laminado con Pimientos y Gambas
  • Migas con Panceta de Ibérico y Pimientos del Cristal
  • Migas con Panceta de Ibérico y Pimientos del Cristal
  • Mollejas de Ternera con Cebolla y Guindillas
  • Rabo de Novilla Glaseado con Parmentier de Patatas

  Enrique Martínez ha humanizado inteligentemente su cocina en los últimos tiempos, de marcado cariz navarro, que se manifiesta absoluta e inquebrantable en la utilización de productos de la tierra y en la reinvención del recetario histórico. Valga como testimonio de este leve giro hacia sabores más afines y conocidos la variación experimentada por un plato. Hemos pasado de las migas de pastor con morro de cerdo ibérico y escarcha de moscatel a las migas de pastor con papada ibérica dorada en parrilla sobre una cama de pimientos del cristal; igual de placentero y un tanto más fácil. En fin, nos encontramos ante una creatividad reflexiva, sopesada, sensata, que refina, livianiza y embellece, a la vez que reproduce sabores primarios y amables. Ni que decir tiene que los protagonistas en escena son casi siempre los productos típicos, con especial incidencia en alcachofas, borrajas, pochas, cardos, espárragos, pimientos, apio...el vergel de la huerta Navarra, que el propio Enrique cultiva y posee, sustentada en una sólida erudición y convertida en un paraíso gastronómico.
En invierno, el cardo rojo rizado perfumado con ajo y uncido en aceite de oliva virgen extra con olivas negras arrugadas y anguila ahumada es una ensalada fascinante por naturalidad, frescor y atinados contrapuntos. Se repite la pureza e inmaculabilidad, apabullantes, en el chicharro marinado, “crudo”, con apio rizado y crema de queso. Ingeniosa presentación para otra composición ciertamente resultona: un carpaccio de cebolletas asadas, en láminas, dulces y con un toque de salsa balsámica, que sirve de cama a unos trozos de bacalao, inmaculados, magnificados por un pil pil de ajetes, engalanado el conjunto con unos crujientes de arroz negro. Nobleza, ideas claras, precisión y gustosidad que se refrendan en las alcachofas, unas cocidas y otras en tempura, que se pantagruelizan con tentáculos de pulpo a la parrilla, huevo de corral a baja temperatura y una crema de patata, entre otros componentes. El buen gusto, un paladar privilegiado, vuelven a quedar de manifiesto en el refinadísimo y estirado gazpacho de tomate, uno de los mejores que recordamos, con perdiz sutilmente escabechada, además cebolla, ajo y laurel. Manjarosa y exultante de jugosidad la ventresca de bonito del Cantábrico con judías verdes, y tanto que verdes, verdes y delicadísimas, tan exquisitas como el pescado, con unos trozos de jamón, tan solo tibios, sin perder su identidad, a su vez excelsos. Otro producto excepcional excepcionalmente hecho con lla esencialidad como bandera: las mollejas de ternera con láminas de cebolleta y pequeñas guindillas fritas. Y gulesco, por la sabrosura y gelatinosidad de las carnes, en verdad fundentes, por el glaseado al que se le somete, el rabo de novilla con parmentier de patatas y hierbas silvestres.
Platos consagrados por el tiempo y la clientela: el timbal de huevos fritos con patatas de sartén, pimientos de Pontigo y pieles de cebolla; el bacalao ajoarriero laminado con pimientos de Pontigo y gambas y la paletilla de cordero lechal rellena de lechezuelas y hortalizas de temporada.
En resumen, una cocina tradicional sustentada en materias primas fabulosas reinventada cerebralmente y plasmada con una sensibilidad impactante.
 

 



8

Casa Solla

Pepe Solla
País: España
Localidad: 36005 San Salvador de Poio (Pontevedra)
Dirección: Avda. Sineiro, 7
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(+34) 986872884
Cierra: Lunes, noches de domingo y jueves y 15 días en Navidad
Precio: 60/125 €
Precio menú degustación: 61 y 85 €


  • Solo Cigala
  • Laconcita Pibal
  • Vieiras Green Tallarines
  • Arroz con Pulpo, Algas, Cilantro y Emulsión Picante
  • Merluza con Verduras Guisadas y Mayonesa de Pimientos del Padrón
  • Lamprea a la bordelesa
  • Lamprea a la Bordelesa
  • Careta de Cerdo con Puerros, Endivias a la Miel y Quinoa
  • Torrefacto

 Pepe Solla heredó el restaurante de sus padres, teniendo más de medio siglo de historia. Le toco a él, hace ya 25 años, actualizar el negocio y renovar la carta. Fue el primero en apostar por la alta cocina de autor en Galicia y quien más ha perseverado en esa tendencia. Por ello y porque ha hecho escuela, muchos jóvenes se ha forjado junto a él, se le considera el padre de la culinaria contemporánea de su tierra. Hasta llegar aquí ha sufrido las incomprensiones de sus paisanos….sin que en ningún momento se haya arrugado. Con el tiempo ha conseguido que Galicia sea mucho más que las gloriosas mariscadas y los magníficos pescados cocidos impregnados de ajada. Reivindica la tradición reinventarla. Y enarbola el campo a través de los vegetales y las carnes. Galicia no sólo es el mar. Baste recordar las chuletas de vaca vieja, las tortillas de Betanzos, los cocidos de Lalín…por refrescar la memoria. Pepe, en esa filosofía, nos pintar un paisaje ciertamente sorprendente. Lacón, cigalas, vieiras, pulpo, merluza, cacheira, quesos…lo más típico, de otra manera, según su imaginación. Brinda una Galicia gastronómica tan genuina y tan inusual. Nos cambia el cliché…y completa la visión de un país que no debe conformarse con los muchísimo conseguido con el costumbrismo culinario. Ha marcado época y es el exponente rutilante de un cambio cualitativo y complementario de una historia.
La obsesión y la pasión por reinventar el paisaje queda patente en el primer aperitivo: una lámina de nabo que sirve de soporte a un picadillo de laconcita pibal. Productos emblemáticos dispuestos con otros aires sin alterar la veneración por las materias autóctonas y los sabores conocidos. Refinamiento que reproduce una y otra vez, como en las empanadas, de una masa fina y enorme jugosidad, además de delicadas palatalmente Finísima, en textura y sabor, la de mejillones con una pizca de chorizo y más gulesca la de carne, si bien fina-fina.
Solo cigala. El chef muestra su inteligencia superando la cocción en agua. Una cigala, que se come con la mano, conserva el caparazón en la cabeza y en el final de la cola, si bien esta desnuda, se introduce en una bolsa en compañía de limón, algas y laurel y se cuece, cada una, en una bolsa fata individual: a 60 grados 6 minutos. La bolsa de regalo se planta delante del comensal, que al deshacer el nudo y abrirla, coge todos los aromas y asume, echando mano a la pieza, la mariscada más excelsa. Perfecta calidad, extraordinario frescor, insuperable punto. Plena naturalidad, plena manjarosidad…que se completa con un sorbo de consomé de la propia cigala, que se sirve en chupito, que certifica el refinamiento del producto y del cocinero, así como una técnica académica asombrosa.
Cambio de terreno: tallarines de calabacín cocidos al vapor e impregnados de pesto y de una esencia picante mexicana, y que aparecen coronados con unas láminas de vieiras, tan solo calentadas como los calabacines, procurando la inmaculabilidad de los dos ingredientes principales, a los que alegran el par de realces.
El arroz con pulpo nos cambia las referencias que tenemos del cefalópodo. Una vez más, con inteligencia suma, Solla opta por abandonar la cocción del producto marino en agua. ¡Bravo! Pone una cazuela a fuego medio con un chorretón de aceite. Caliente, echa el pulpo limpio y en entero, con la cabeza hacia abajo y los tentáculos para arriba. Tapa inmediatamente la cazuela. Pasados tres minutos, baja el fuego a una intensidad lenta pero no mínima y deja 45 minutos. No levanta en ningún momento la tapa. Se trata de que el pulpo se haga en su propio jugo. Ni tan siquiera le echa sal. El cefalópodo va soltando su agua. Pasados los 45 minutos…se retira y se deja reposar y enfriar. El pulpo se corta en medallones, que guarda. El jugo que ha soltado se termina convirtiendo, ya frío, en una gelatina de inmenso sabor a marisco. ¡Qué potencia! ¡Qué oceanidad! Y solo tiene la sal del mar. Cuando se monta el plato, el pulpo se echan en un cazo con la esencia natural gelatinizada de pulpo y se calientan durante dos o tres minutos, glaseándolos constantemente con ella, impregnándolo hasta pringa los labios. Los medallones se disponen sobre un arroz al dente embebido de la misma sustancia, completando de la fórumula trozos de lechuga de mar, una tempura de codium, unas hojas de cilantro y una emulsión picantilla, a la manera de un pil pil. Jamás comimos un pulpo tan mariscado y tan terso. Y el arroz, insistimos, se embebe de la gelatinosidad mariscada del jugo. Se completa con los citados pequeños grandes detalles que aportan enorme complejidad.
Grandiosa por selección y punto de cocción la merluza. Gallega, un lomo inmaculado, jugosísimo, delicadísimo, que se adorna con diversas verduras estofadas y aviva con una divina mayonesa picante y verde de pimientos del Padrón. El maestro domina las hechuras…preserva las cualidades intrínsecas de todos los ingredientes en escena.
Llego un plato carnal: la careta de cerdo estofada, en realidad morro, gelatinoso y sabroso a más no poder, entremezclado con puerros y endivias dulces, por aquello de sazonarlas con miel, cubierto con puré de de puerros y algo de patata, sobre el que se apreciaba quinoya cocida y frita…un guiso cañero de cuchara aterciopelado señorialmente. Sabrosura ciertamente distinguida.
Dos quesos del lugar, uno cremoso y otro azul, con respectivos realces de membrillo y naranja y el torrefacto, un homenaje a una combinación histórica insuperable, la del café y el chocolate, bordaron el menú. Apasionado, entusiasta, generoso, auténtico…y sabio.

 



7

Can Bosch

Joan Bosch
Joan Bosch
País: España
Localidad: 43850 Cambrils (Tarragona)
Dirección: Rambla Jaume I, 19
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(+34) 977360019
Cierra: Domingos noche, lunes y del 22 de diciembre al 31 de enero
Precio: 60/75 €
Precio menú degustación: 54 €


  • Salteado de ceps con cigalas en costra de pan
  • Salteado de ceps con cigalas en costra de pan
  • Milhojas de berenjena con espardenyes, caballa y cebolla
  • Milhojas de berenjena con espardenyes, caballa y cebolla

Pese a que Joan Bosch ha dado un apreciable giro en su quehacer coquinario, en cuanto han ido ganando protagonismo en carta construcciones más trabajadas culinariamente hablando, uno cada vez que acude a Cambrils es como si volviese a casa por Navidad. En este saborido pueblo y en esta enjundiosa casa pide el cuerpo carnaza y revivir inolvidables aventuras gastronómicas. Siempre, salvo que el mar lo impida, hay que darse un chapuzón canalla con unas cuantas cañaíllas, o caracoles de mar, que en esta ocasión fueron más grandes y frescas que nunca, exultantes, colosales…de atracón. Otra gratísima obligación la constituye el excelso carpaccio de gambas con vinagreta de piñones y sal gorda, siempre inmaculado y con toques mágicos, fórmula que lleva dando gloria al chef desde tiempo inmemorial. Qué decir del arroz, otra de las especialidades, que se ofrece en tres versiones: la paella marinera, el carnaroli a la cazuela con almejas, fenomenal, y el legendario negro, que se puede demandar solo, es preferible, o con bogavante a la plancha; en esta ocasión se adornó por encima con medallones de vieiras configurando un círculo. Y cómo no, otra propuesta que ha ganado mucho crédito últimamente: los manjarosos pulpitos salteados con ajos tiernos, patatas ratte y brunoise de verduras; impecables en su elementalidad.

Extraordinarias las gambas de Tarragona a la plancha, aunque por muy bien que las haga Joan y por mucho que diga, no tienen en tamaño ni frescor la talla de las de Palamós o Denia; claro que como está el producto, ésta resulta una discusión bizantina. Entre las últimas incorporaciones, hay tres que llaman la atención por su espectacularidad, montaje, complejidad: el milhojas de berenjena con cebolla confitada, caballa y espardenyes fritas; los salmonetes de roca con caracoles de mar y pequeñas sepias y la lubina recubierta de escamas de patata con verde pil pil de pistachos. Propuestas que se distinguen por las primorosas materias primas que les dan vida y esplendor y por certeros puntos de hechura, que potencian sus valores intrínsecos.

A considerar, se ofrecen tres menús en estilos diferentes: producto, tipismo y alta cocina, que hacen gala de una muy atractiva competitividad.



8

Les Magnolias

Jean Chauvel
Jean Chauvel
País: Francia
Localidad: 94170 Le Perreux-sur-Marne
Dirección: 48, avenue de Bry
mapa
(+33) 0148724743
Cierra: sábados al mediodía, domingos y lunes
Precio: 120/180 €
Precio menú degustación: 80 €


  • Larvas de ostra tibias al vermut combinadas con espuma de pie de ternera
  • Larvas de ostra tibias al vermut combinadas con espuma de pie de ternera
  • Cubismo de raya con hormigueo de sabores exóticos
  • Cubismo de raya con hormigueo de sabores exóticos

Jean Chauvel es un joven entusiasta, que hace platos jubilosos, en los que se paladea la pasión. Cada construcción encierra un esfuerzo titánico, tanto intelectual como de ejecución, pues dispone en la vajilla infinidad de elementos. Fórmulas recargadas, hasta excesivas, que exigen la complicidad del comensal, que se ve obligado a hacer ímprobos esfuerzos para no perderse entre tanto y tanto contenido como se ofrece. Y para mayor dificultad, el aderezo de imaginación, desbordante, con combinaciones inéditas, alucinantes en muchos casos, si bien nunca estrafalarias, que se disponen en asombrosos artilugios: un tubo de cristal que acaba en cuchara, por el que se desliza el licuado de manzana verde hasta caer en ésta, y que desempeña un doble papel: vajilla y cubierto; una copa con una espiral a su vez de cristal incorporada que hace la función de una pajita para absorber la mezcla de cerveza y limón; chupitos y platos con diseños espectaculares…; verlo para creerlo. Es evidente que hay ideas, originalidad, fantasía…, en absoluto estridentes, como expresión de unos dones innatos del chef, que a su vez se expresan poéticamente en los títulos de los platos: aligot mexicano de ternera y sombrero vagabundo de tomates especiados al aceite de oliva, garbure de pato y una visión utópica de la salchicha “fufu”, ¡genial!, esquema pastoral de un salmón apenas cocido con jengibre y con una ilusión óptica de vainas... Todo esto se quedaría en fuegos de artificio si el chef no tuviese una técnica impresionante que le permite lograr cocciones impecables y texturas de todo tipo, aéreas, espumosas, esponjosas, gelatinosas, crocantes…, una orgía táctil. Y si además no contase con un innato sentido del buen gusto con el que consigue equilibrar miligrámicamente cantidad y calidad de sabor, obteniendo resultados extraordinariamente refinados y con carácter.

Seguramente a esta cocina le falta madurar, sobre todo a la hora de construir los platos, que deberían concretar más el mensaje. No por más palabras, ni por más sofisticadas, se gana en contenido ni se expresa mejor. Seguramente también le falta pulirse en la proyección de los sabores, que han de incidir en la naturalidad, en la inmaculabilidad sápida, de la que se beneficiaría una mayor concreción en las articulaciones. El día que Chauvel – muy joven – dé un cambio estructural a su cocina, que debe buscar la modernidad en la sencillez, en la pureza, en la clarividencia del planteamiento más que en la desmesura de componentes, cuando eso llegue, y llegará, estaremos ante uno de los primeros cocineros de Francia. Su carrera es fulgurante y su vocación artística incontenible. En su carta no hay ni una sola concesión a la clientela. Se oficia con sentimiento y dando lo mejor de sí, generosamente, en cada ocasión.

Otra manera de ver la terrina: remo de foie gras con agua de manzana. Otra manera de ver el carpaccio: la quimera de rape y mejillones brutalmente acunada con acederas y vibrantes bastones de helado de mostaza. Otra manera de hacer el calamar y el pulpo: irresistible deseo de una lúcuma de pulpo apaciguada por el delicioso arrecife de una falsa tripa con elogios de calamares. Otra manera de ver los churros: nostálgicos y servidos tibios con mermelada de agrios y crema helada de vainilla. Carta que cambia con la agilidad mental de quien expresa incontenible personalidad, chispa y talento.



7,5

Goizeko Wellington

Jesús Santos
Jesús Santos
País: España
Localidad: 28001 Madrid
Dirección: Villanueva, 34
mapa
(+34) 915770138
Cierra: Domingos
Precio: 75/130 €
Precio menú degustación: 86 €


  • Ostras con Escabeche de Algas
  • Corazón de Tomate con Anchoa en Salazón y Salmón y Bacalao Ahumados
  • Corazón de Tomate con Anchoa en Salazón y Salmón y Bacalao Ahumados
  • Cigalas, Alioli y Fondo de Galeras y Chipirones
  • Cigalas, Alioli y Arroz con Fondo de Galeras y Chipirones
  • Merluza al Vapor con Algas y Setas Coreanas
  • Merluza al Vapor con Caldo de Algas, Estas Crudas, Setas Coreanas y Refrito de Ajo y Guindilla
  • Bacalo Pil Pil y Club Ranero
  • Bacalao al Pil Pil y Club Ranero

La crisis no hace mella en este restaurante; el menor afectado, y con mucho, entre los de alto nivel en la capital. Bien sabido es que Jesús Santos es un psicólogo de la vida, del negocio...un avispado que pone todos los medios para garantizarse el éxito, éxito clamoroso. Seduce al cliente con un trato impecable que le hace sentirse importante. Y también con su mensaje gastronomico: dispone a la entrada del restaurante unas exuberantes bandejas de percebes, ostras, quisquillón, cigalas, langostinos, gambas...que inmediatamente convencen, se instalan en el cerebro ¡Vaya producto que se trabaja esta casa! Luego en el plato prima la efectividad. Don Jesús define perfectamente en carta el estilo: “Sólo somos artesanos”. Por tanto, al Goizeko Wellington se va a papear bien: materias primas cualificadas, cocciones precisas, sabores tradicionales, alguna filigrana para dejar constancia de la profesionalidad culinaria y elegancia sobria en la escenificación.
Lo mas iteligente es alternar las especialidades con algunas novedades. En esa dirección, resulta obligado demandar las almejas, realmente voluminosas, carnosas y manjarosas, realzadas por una impecable salsa de aceite, ajo y perejil. Tampoco se puede prescindir de las kokotxas a la plancha, formula que Santos lanzó a la gloria en Bilbao. Ni de los pequeños canapés de merluza rebozada, que se ejecutan doctoralmente, con un velo áureo y carnes blancas radiantes, que se ofrecen con pimientos rojos o con chipirones en su tinta. Y muchos menos del bacalao, sea cual sea la versión, por ejemplo, al pil pil, o al Club Ranero, este con un hermoso lomo inmaculado y tornasolado, realzado a las mil maravillas por la salsa y la fritada de verduras.
Cabe permitirse algunas licencias para completar el pequeño festín. Puede ser la ensalada de ostras sobre gelatina de algas con granizado de gin tonic. Mejor aun las ostras a la plancha, tibias, sobre un suave y exquisito escabeche potenciado por un caldo de algas. Qué decir de la ensalada de amanitas caesaria, sutilmente atrezada con aceite de oliva, naranja y mostaza sin que afecte a los aromas y manjarosidad de la más excelsa de las setas. Antológica por jugosidad y sabrosura la gamba roja gigante sobre Bloody Mery con guacamole. Gulesco el arroz embriagado de un fondo de galera y chipirones coronado por unas cigalas y un alioli y gratinado; un plato mundano y fácil para todos. La merluza al vapor sobre un caldo de algas y los propios jugos del pescado con setas coreanas y algas frescas, además de con un refrito de ajos y guindilla,  es un plato sumamente natural y liviano que pone un toque oriental entre tanta pasión por lo cercano. Siendo el capitulo de pescados superior al de carnes, no por ello hay que dejar de disfrutar el jarrete de ternera blanca a baja temperatura con tuétano y crema trufada de patatas, el escalope de foie gras a la plancha con uvas y la estelar hamburguesa de buey enroscada en tocino de Joselito con puré de patatas y trufa negra.

 



9,25

Osteria Francescana

Massimo Bottura
Massimo Bottura
País: Italia
Localidad: 41100 Módena
Dirección: Via Stella, 22
mapa
(+39) 059220286
Cierra: sábado al mediodía, domingo, 2 semanas en enero y agosto
Precio: 100/140 €
Precio menú degustación: 95 €


  • Espuma de mortadela, pan crocante y piñones picados
  • Espuma de mortadela, pan crocante y piñones picados
  • Sopa fría y caliente de patata y raíces con nieve de remolacha
  • Sopa fría y caliente de patata y raíces con nieve de remolacha
  • Raviolis de cotechino y lentejas
  • Raviolis de cotechino y lentejas
  • Iceland
  • Iceland
  • Cochinillo lacado con vinagre balsámico
  • Cochinillo lacado con vinagre balsámico
  • Civet de liebre
  • Civet de liebre
  • Suflé semicocido de panettone
  • Suflé semicocido de panettone
  • Macarrón dulce salado de foie gras y tartufo bianco
  • Macarrón dulce salado de foie gras y tartufo bianco

Massimo Bottura es todo un personaje. Un personaje vivo, entusiasta, pletórico, exultante… que transmite un enfermizo compromiso con el arte culinario. Pocos chefs hemos visto tan apasionados y convencidos de que querer es poder. Contra viento y marea este cocinero tardío y autodidacta ha acabado por convertirse en uno de los máximos exponentes de la cocina mundial. Ha pasado por diferentes etapas, unas evolucionistas y otras transgresoras, con platos ciertamente abstractos, hasta llegar al momento actual, en el que conviven vivencias emocionales e intelectuales diversas, ahora expresadas en la excelencia. La madurez se paladea, sea en una inspiración talentosa de corte tradicional impregnada de indudable personalidad, sea en una alucinante creación vanguardista llamada a proyectarnos a otra galaxia. Estamos, pues, ante composiciones de autor vibrantes y atrevidas. Gastronomía conmovedora dirigida al paladar y a la mente, que produce tanto placer carnal como cerebral.

Que Massimo sea un investigador de técnicas, que utilice procedimientos insólitos en la manipulación de los ingredientes, en aras de ofrecer nuevas sensaciones y mejores resultados, no quiere decir que su cocina no tenga mucho de terrenal. Es insuperable en la utilización del producto, el mejor parmegiano-reggiano, el mejor vinagre de Módena, los mejores cotechinos y zampones… se siente obligado éticamente con las materias primas “10”. Es italianísimo en su cultura, eso sí, sustanciada en el conocimiento universal. Y es temperamental en sus expresiones, no por ello carentes de refinamiento.

Recuerdos de la infancia: una espuma de mortadela con sabroso y crocante pan y una hilera de piñones picados; cambia el diseño y las texturas reproduciendo, con suma delicadeza, la memoria gustativa. En similar línea de sencillez y pureza tenemos los gnocchi fritos con culatello y panceta con mostarda de sandía blanca y manzana, además de confitura de frutas rojas. No se puede livianizar y perfeccionar más algo tan primario. Insólita la exquisita sopa fría y caliente de patata y raíces con nieve de remolacha. Qué decir de los mágicos raviolis de cotechino y lentejas salseados con mantequilla, en los que el cerdo y la legumbre se sienten tal cual, inmaculados, como si la pasta no los envolviese, convirtiéndose ésta en complemento, o, al menos, compartiendo el 50% del protagonismo con las lentejas y el cotechino; sublimes. La pasta sabe a pasta y el relleno a cada uno de los elementos barnizados por una especie de gelatina tibia. Ingeniosísima manera de ofrecer una versión inédita de los caracoles a la borgoñona: con setas, avellanas, pimienta rosa, jugo de perejil y una nieve de caldo de ajo. Clarividente reinvención de la tradición empleando las técnicas de vanguardia en función de la idea y el sabor. Con “Iceland” se hace trizas, no se sabe a ciencia cierta si se está ante una ensalada o un sorbete, o ante ambas cosas a la vez: manzana y pepino con forma de hielo, chocolate, dátil, fresitas, avellanas, unas migas que recuerdan a pan de especias… genialidad. Doctoral y chispeante el nobilísimo cochinillo lacado con vinagre balsámico que aparece engalanado con espinacas, aromas de pino, puré de patatas, jugo de anís… mil matices que marcan la diferencia en una construcción ortodoxa. Genial otra iconoclasta manera de interpretar una receta histórica: una corteza de pan, fuertemente impregnada de fragancias, alberga un tartar de liebre salseado con una ardiente salsa de su sangre y vino tinto. Carnes crudas y complementos guisados y concentrados ¿Es un civet de liebre? Osado y maravilloso.
Repostería, a su vez, propia de un TOP mundial. El tomate confitado a las especias con espuma de mozzarela y trufa blanca es otra panorámica de la Italia profunda vista en tres dimensiones. Y el suflé semicocido de panettone, en verdad etéreo, refrenda por enésima vez la filosofía del artista y su despliegue técnico. Más talento en el macarrón dulce salado de foie gras y tartufo Bianco.
Reinventor desde un prisma excepcional y muy, muy peculiar, de un país y de un mundo

 



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Cracco

Carlo Cracco
Carlo Cracco
País: Italia
Localidad: 20123 Milano
Dirección: Victor Hugo, 4
mapa
(+39) 02876774
Cierra: Lunes y sábado al mediodía, domingo y del 1 al 21/8 y del 22/12 al 10/1
Precio: 100 / 170 €
Precio menú degustación: 120 / 160 €


  • Dorada Cruda con Flores de Anís sobre Praliné de Avellana
  • Mejillones Rellenos de Tomate con sus Cáscaras Comestibles
  • Zamburiñas Crudas con Colatura de Alicci y Espuma de Espárragos
  •  Cañaíllas Sobre Mousse de Aceite de Oliva y Sepia Perfumada con Vainilla
  • Cañaíllas Sobre Mousse de Aceite de Oliva y Sepia Perfumada con Vainilla
  • Yema de Huevo Marinada con Crema Ligera de Parmesano
  • Gambas a la Brasa con Salsa de Yogur y Cilantro
  • Gambas con Avellanas Cocidas
  • Arroz, Limón, Anchoas y Cacao
  • Risotto al Negro de Sepia con Tuétano y Erizos
  • Riñones de Cordero con Erizos de Mar
  • Nueva Versión de Costeleta a la Milanesa

 En el momento de realizar esta visita, Carlo Cracco había cedido, dadas sus múltiples ocupaciones, incluidas las televisivas, el bastón de mando, en el día a día, a Matteo Baronetto (hace un par de años que Matteo Baronetto se trasladó al restaurante Del Cambio de Torino). También compartía este joven y consagrado chef con el patrón la tarea creativa. Que hoy como ayer sigue siendo infinita. Qué por fantasía no sea; aunque aquí conviven dos o tres tendencias reflejadas en otros tantos menús degustación: tradición, innovación e históricos de la casa, que es nuestro preferido, pues esta integrado por una decena de celebridades consagradas por el tiempo y la clientela y cuya vigencia es plena, pues todas han marcado un hito. En realidad todo es evolutivo o vanguardista, pues las recetas tradicionales se reinventan con originalidad, eso sí, dentro del espíritu con que nacieron. Estamos, pues, ante un nuevo tiempo en Cracco. 

¿En qué se refleja la nueva etapa? Simple y llanamente en el espíritu genial que encierra cada construcción y en que todas ellas atesoran una identidad personal diferenciadora. Vamos, que contienen ideas propias ciertamente originales. Cómo en el minimalista aperitivo: de pétalos de rosa con azúcar, huevas de atún y hojas de mostaza; delicadeza, frescor, dulzura, floralidad y contrastes y, por supuesto, ingenio. Al que sigue otro bocado esencial e igual de emocionante dados los sabores, bien distantes, en escena: caviar en dos láminas de té verde. Como los naturalísimos, más, imposible, trozos de dorada, de unos 7 milímetros de grosor, crudos y tibios, por aquello de que se disponen sobre un crujiente de azúcar y avellana tostada, que transmite calor y nada más que temperatura a la mitad del pescado, a la vez que aporta un gusto a aceite de fruto seco, a “nocciole” del Piamonte, que es de donde son Carlo Cracco y Matteo Baronetto, terminándose el plato con unas flores de anís. ¿Quién da más con menos? Como en los mejillones a la marinera, en realidad abiertos al vapor, rellenos de tomate y servidos sobre sus cáscaras, comestibles, con sabor a mar, a algas y tinta. Como el las inmaculadas zamburiñas crudas, aderezadas con unas gotas de colatura de alicci, que se sirven en su cáscara, napadas con una espumosa espuma, valga la redundancia, de espárragos verdes. Como en otra audacia concreta y muy pura, otra más, para que quede claro el estilo, almendras tiernas con cuajada de almendras y alcaparras. Cómo en la clarividente composición de tripas y jugo de bacalao con hebras de conejo y huevas de salmón; un alarde de exquisitez y de contraposiciones sápidas y táctiles. Como en otra síntesis, que en esta ocasión aporta aromas de madera, espectáculo y exige la complejidad del comensal: gambas rojas a la brasa sobre la mesa, para que cada uno se las haga al punto que quiera, y pegue los toques que desee: salsa de yogur y cilantro. Como en el nuevo risotto, Cracco es el rey de los risottos, porque logra preservar la identidad del arroz, sabe a arroz, cociéndolo de manera uniforme, todo él por igual, al dente pero nada crudo, consistencia que compagina con la cremosidad de la salsa, siempre con fuertes contrastes, que amortigua el arroz, en este caso espolvoreado de un polvo de negro de sepia y con tuétano. Uno o dos arroces constituyen una gratísima obligación en este restaurante (ver los que se citan a continuación). Y como la insolente versión de la coteletta a la milanesa 2012, que incorpora la carne cruda y dispone el empanado como guarnición, en un juego que aún esta por perfeccionar.
Tan sólo sobreviven en la carta una docena de fórmulas magistrales consagradas en el tiempo: el pluscuamperfecto risotto a la milanesa, que lleva por título al azafrán con tuétano a la plancha; el todavía mucho más provocador y clarividente risotto con electrizantes toques de anchoas, limón y cacao; los a su vez muy contrastados espaguetis con erizos y café; la asombrosa y mágica crema quemada al aceite de oliva con cañaíllas; la mágica yema de huevo marinada con con crema ligera de parmesano; las pluscuamperfectas pechugas de pichón al espetón con berza y mostrada de frutas y verduras y los colosales riñones de ternera fileteados con erizos de mar y espuma blanca.
En definitiva, fertilidad creatividad en grado sumo.