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Cacciatori


Torta de alcachofas
Carla Milano
País: Italia
Localidad: 15015 Cartosio (Alessandria)
Dirección: Via Moreno, 30
(+39) 014440123
Cierra: jueves, viernes al mediodía, del 1/7 al 20/7 y del 20/12 al 20/1
Precio: 40/70 €
Precio menú degustación:


Producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, producto, diez, cien, mil veces producto, en su máxima expresión. Un restaurante de montaña, en el que la naturaleza se expresa brindándonos manjares terrenales celestiales. Tan humildes como auténticos. Sentarse a la mesa de este sencillo, espartano local es como meterse en el túnel del tiempo y volver 100 años atrás. Tanto en la materia prima como en las formas. La protagonista, Carla, oficia en una cocina de leña, la misma que montaron sus antepasados en 1952. Y lo hace a fuego lento, en la práctica a baja temperatura, expresando en cada cazuela el sentimiento con que aquellas heroicas “mammas”, que tanto aportaron a la historia gastronómica, impregnaban sus platos, guisos rebosantes de sensibilidad y cariño. Atávicos, ancestrales, si bien primorosos. Cada condumio acaricia amorosamente el paladar. El refinamiento se expresa en lo más sencillo, en lo más popular…, en cualquier nimiedad. Y es que la familia Milano, el padre, Giancarlo, y el hijo, Massimo, que se ocupan de la intendencia y la sala, transmiten a su vez la autenticidad de la tierra y el corazón de sus hombres.

A este restaurante de pueblo y costumbrista se acude a rememorar como era la manduca hogareña hace más de medio siglo. A tirarle unas cuantas dentelladas a un suculento y jugoso salchichón cocido que adquieren al mejor charcutero de la zona. A percibir la sensibilidad de quien es capaz de hacer unos pimientos amarillos durante siete horas y presentarlos en la vajilla con unas nobles anchoas en salazón con la lubricación mágica que aporta un chorretón de aceite de oliva virgen de la vecina Liguria. Uno de los momentos cumbres llega con la fina, verdaderamente fina, tan finísima que sólo tiene una hoja por cada lado, de bastante menos de un milímetro, torta de alcachofas, que sabe plenamente a ellas. Los espaguetis frescos al tomate no defraudarán a nadie. Absolutamente entrañable la tortilla de cebolla. Y llega el momento de las grandes viandas, a las que hay que rendir pleitesía y hasta conviene encargar previamente, dos mejor que una. El pollo a la cazuela con cebolla, tomate, vino blanco y romero es casi un gallo de corral, con unas carnes negras y duras que ahítan de sabrosura. Y otro tanto debemos aseverar del conejo, rechoncho, con los muslos oscuros, que sólo necesita de unos toques de aceite de oliva virgen, vino blanco y romero para descubrir una grandiosidad desconocida por el urbanita. Y en noviembre, diciembre y enero, liebres, perdices, becadas, grouses, siempre frescas, nunca congeladas, cazadas por Giancarlo y estofadas por Carla.

Un viaje gastronómico a otro tiempo.