8

Jacques Decoret

Jacques Decoret
Jacques Decoret
País: Francia
Localidad: 03200 Vichy
Dirección: 7, avenue de Gramont
mapa
(+33) 0 470976506
Cierra: Del 11 de agosto al 7 de septiembre, vacaciones de febrero, martes y miércoles
Precio: 75/110 €
Precio menú degustación: 95 €


  • Cola de sapo lacada
  • Cola de sapo lacada
  • Foie gras de pato a la plancha en choucroute imaginaria
  • Foie gras de pato a la plancha en choucroute imaginaria

En 1998, Jacques Decoret abandonó los focos de París, donde se encaminaba hacia una carrera segura - meilleur ouvrier de France en 1996 - para abrir su propio restaurante en Vichy. Una apuesta valiente que se vio premiada con el éxito. Decoret es un auténtico equilibrista del gusto y malabarista de los fogones. Le gusta divertir y divertirse, algo que por supuesto se refleja en su cocina, extremadamente irónica y, cosa rara, auto irónica.

Sobre sus capacidades técnicas no se discute. En una cocina de dimensiones reducidas es capaz de producir entre veinte y treinta menús degustación de doce platos sin desliz, arrastrando a los comensales hacia una vorágine de sensaciones gustativas, olfativas, visuales y táctiles. Domina el sentido lúdico y abundan los guiños, pero todo se basa en un trabajo de investigación y proyección serio y riguroso. Sólo hay que preguntar a cualquier autor o actor de teatro: es más complicado divertir que conmover.

Entre las últimas creaciones nos impresionó el pequeño rape caramelizado con jarabe de arce, en absoluto fibroso y realzado por un lacado dulce y crujiente, acompañado de un tartare de manzana, apio y canónigos y de una emulsión de zanahoria. Un plato que juega con inusual maestría y excepcional equilibrio con el contraste de sensaciones dulces y saladas. Notabilísimo también el foie gras de pato marcado en sartén y sazonado con sal de tocino alsaciano y apoyado sobre una “choucroute imaginaria” evocada por una hoja de col verde, puré de col roja, jugo de carne, panceta crujiente, gelatina de choucroute, granos de pimienta y semillas de hinojo. Soberbia en su esencialidad la sardina desespinada y apenas escaldada con puré de tomate, limón, minitostada con tirabuzón de mantequilla y salsa de sardinas. Sorprendente la reproducción del Cachou (las pastillas de regaliz francesas contra el mal aliento de la mítica cajita amarilla) conseguida mediante la utilización de polvo de aceituna negra y una hojita de menta.

Todo ello iba acompañado de una serie de platos andanti con brio entre los que se incluían algunos clásicos de la casa como los caracoles de Dombes con cáscara de pan, la ostra del siglo XXI, el conejo en declinación de cereales con su formidable sorbete de cerveza, el habano caramelizado y otras creaciones más recientes como el sándwich de rábano negro relleno de atún y rosa, el kir vegetal o la flor de bren mefran, de sabor extremadamente ácido y persistente, presentada en perfecto equilibrio sobre los contactos de una pila Sony. Todo irreprochable e interesante. Créanme: ¡mejor que en Disneylandia!



8,5

Dal Pescatore

Nadia Santini
Nadia Santini
País: Italia
Localidad: 46013 Mantova
Dirección: Runate, 17. Canneto S/OI
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(+39)0376723001
Cierra: Lunes, martes, miércoles al mediodía, 1/1 al 21/1 y del 15/8 al 9/9
Precio: 150/210 €
Precio menú degustación: 130 €


  • Tortelli de pecorino toscano, ricotta y Parmigiano-Reggiano
  • Tortelli de pecorino toscano, ricotta y Parmigiano-Reggiano
  • Anguila del Lago de Garda en escabeche con perfume de naranja
  • Anguila del Lago de Garda en escabeche con perfume de naranja

Antonio Santini ha creado en plena campiña una mansión señorial, de un lujo discreto, en la que se respira y hasta inhala naturaleza y naturalidad. El paisaje y la atmósfera sitúan al comensal en el paraíso soñado. El cliente se sumerge en un mundo ideal. Pocos restaurantes destilan una grapa tan embriagadora. Ni en Italia - el mejor establecimiento del país junto a La Pérgola - , ni....salvo algún palacio parisino.

La cocina de Nadia es monacal, virginal, divina en sus creencias. Sustentada en las tradiciones centenarias, por las que siente verdadera adoración, las proyecta con una inmaculabilidad palatal y dietética arcangélicas. Historia y sencillez se expresan con pocas palabras en un mensaje profundo y homogéneo difícilmente cuestionable. La sensibilidad, la delicadeza, la armonía son auras sobre cada plato. La cocinera no se permite otras licencias a la fidelidad que alguna que otra insinuación infusa. De tal manera que expresa su originalidad perfumando con suma sutileza, con apenas un toque, siempre encantador, estructuras concretas bastante similares y, por lo general, de origen popular. Una hierba, una ralladura de limón, cualquier nimiedad se convierten en detalles que marcan la diferencia en la obra. Transmite en cada condumio el don innato del buen gusto, de un paladar sobrenatural, el que he ha dotado la divina providencia. Esa es su grandeza.

Las recetas y las referencias gustativas inspiran todas las articulaciones, que se refinan y livianizan hasta lo indecible con una infalibilidad conmovedora. Especialmente en los temas que forman parte del patrimonio cultural italiano. La pasta, los risottos, la anguila se celestializan humanamente. Las tejas de parmegiano-reggiano y mantequilla, crujientes, esculturales, sabrosísimas, incitan a picotear mientras se loa al queso y a quien lo ha magnificado. Los tortelli de ricotta, burrata y parmesano constituyen un alarde de cremosidad y sustanciosidad láctea. Los tortelli de calabaza, reforzados por moscarda de frutas, con el contrapunto amargo de almendra triturada representa un exceso dulce de la cocina salada; genial. El risotto de hebras de azafrán con alcachofas fritas tiene muchas cosas: delicadeza, pureza, fragancia, sencillez...impecable. La anguila exige varias probaturas: frita y crocante con ralladura de limón posee tanto encanto como cuando se muestra gelatinosa y grasa, salteada (alla griglia) con radicchietto, o en carpione al perfume de naranja.

Otras preparaciones que han contribuido a dar talla universal a esta culinaria son la compota de tomate, berenjena y flores de albahaca; los agnoli en caldo de gallina; el risotto de hongos, guisantes y flores de calabaza; el cochinillo de cinta senese al horno y la mostrada de frutas.

La más genuina y célebre cocina de mamma mia.



9

Casa Gerardo

Marcos Morán
País: España
Localidad: 33438 Prendes (Asturias)
Dirección: Ctra. As 19, km. 8
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(+34) 985887797
Cierra: Lunes, todas las noches excepto viernes y sábados; dos semanas en enero. En agosto abre todas las noches excepto domingo y lunes.
Precio: 90/120 €
Precio menú degustación: 56 y 80 €


  • Sardina en Punto Rosa a la Salmuera con Espuma de Fabes y Callos de Bacalao
  • Sopa de Corazones de Tomate con Yemas de Trigueros y Avellanas
  • Arbellos Asturianos Repelados "a la Francesa"
  • Ostra Guilardeau Empapada, con Papada de Joselito y Sutil Vinagreta
  • Cigala Gaudi
  • Salmonete en Salmis
  • Fabada
  • Fabada
  • Pétalos de Nabo en Rosa

Marcos Morán se debate entre ese diablillo peligroso que lleva en las entrañas, que quizás un día haga trizas el establimen de la cocina española, y la sabiduría diplomática de su padre, don Pedro, que sabe atemperar los mensajes en consonancia con los hombres y las circunstancias. Eso es hoy Casa Gerardo, un establecimiento que quiere ser un top y que a la vez busca sobrevivir, como todos los restaurantes españoles sin excepción, o con la única excepción de El Celler de Can Roca, en la actual crisis económica y de valores artístico culinarios. Por tanto, aquí se encuentra de todo, populismo y tradición, readaptadas a los tiempos, evolución creativa y vanguardia sin límites. El comensal tendrá que elegir lo que quiere y le gusta, pues el cielo gastronómico tiene distintas perspectivas y, a nuestro parecer, todas ellas han de formar parte del festín ideal con el que celebrar en esta vieja casa de comidas, hoy revestida de lujo y pompa, que pese a los avatares, seguimos siendo ricos.
En el festín ideal siempre han de estar algunos históricos de la casa, siendo muchos no podemos por menos de señalar unos pocos, de renovado abolengo. El bocadillo crujiente de quesos asturianos, más por la finísima y sustanciosa crema de lácteos, fabulosa, que por el recurrente crujiente. Otro top: las croquetas de compango, cada vez más crujientes, más cremosas y más delicadas, más técnicas y exquisitas, que podemos catalogar entre las cinco o seis mejores de España. Luego está la fabada, con fabes tiernas, sin ninguna harinosidad, que fuera de temporada se congelan, que brindan una delicadeza y una ligereza únicas, que no provocan ni provechos ni flatulencias, una revolución en los cocidos de España, el mejor sin ninguna competencia, con una guarnición de oro en la misma sintonía, sobre todo en el lacon, descomunal, siendo el chorizo y la morcilla desconocidos en el paraje. Y otro 10, este si que más denso, el arroz con leche, quemado y aromatizado, saciador por intensidad y densidad, entiéndase el pecado de la gula que conduce al paraíso gastronomico.
Junto a todo esto hay que poner en escena las creaciones del insolente y ahora diplomático Marcos. Marcos da vuelta en los últimos años a los mismos productos, productos sobresalientes, a los que engalana cada temporada con imaginativos y virtuosos atrezzos, a la vez novedosos y reflexivos, que resaltan sus cualidades intrínsecas, dogma de fé para el chef. La sopa de corazones de tomate, con su jugo traslúcido, yemas de trigueros y avellanas es un plato frío de una originalidad y refinamiento, además de liviandad, inauditas. Qué decir de la anchoa de Sanfilippo, la mejor del mundo, con unas migas de mantequilla de anchoas, que son otro sobresaliente, deparando una construcción esencial inaudita. Loa arbellos asturianos repelados, sin ser los lágrima guipuzcoanos, son la mejor versión reinventada de los guisantes a la francesa. La ostra, por supuesto que Guillardeau, con el apellido de “empapada”, empapada de papada de Joselito y un suave escabeche, no puede ser más manjarosa y más resaltada, tan tenue y magistralmente resaltada. La sardina melosa, en su punto rosa, y tanto, con la fuerza de haber estado en salmuera, sutilmente saladita, con espuma de fabes y callos de bacalao, merece un ¡bravísimo! Monumental la cigala Gaudi, desde todos los puntos de vista y apoteósico el salmonete, que se ha convertido en otra gratísima ocasión, cocido en esta ocasión a 62 grados y con un consomé mariscado, que reafirma al ingrediente principal desde la mayor de las doctoralidades culinarias. Una sopa inmejorable, un bicho estelar, en estado puro y con la jugosidad exultante. Y si además del arroz con leche, hay un hueco para la creatividad dulce, floral y frutosa, refinadísima, pétalos de nabo en rosa con sorbete de fresas y chantilly de cerezas y regaliz.
Aquí hay arte, mucho arte, y la mejor de las tradiciones, siempre desplegando la bandera del Principado.



8

Alain Chapel

Philippe Jousse
Philippe Jousse
País: Francia
Localidad: 01390 Mionnay
Dirección: RN
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(+33) 0 478918202
Cierra: Del 15 al 22 de agosto, todo enero, viernes al mediodía, lunes y martes
Precio: 110/155 €
Precio menú degustación: 105 , 140 €


  • Huevo escalfado sobre colmenillas al vino blanco de Savagnin, espárragos verdes
  • Huevo escalfado sobre colmenillas al vino blanco de Savagnin, espárragos verdes de Villelaure con cangrejos de río de patas rojas
  • Cigalas y velouté de hinojo sobre gelatina de crustáceos con helado de aceitunas
  • Cigalas y velouté de hinojo sobre gelatina de crustáceos con helado de aceitunas negras

Alain Chapel ha sido uno de los cocineros más importantes de su generación. Máximo exponente de la nouvelle cuisine, representa una piedra miliar en la historia de la cocina. Su estilo, calibrado, ligero, dirigido a la exaltación del producto, ha influenciado a una generación entera de cocineros y en sus cocinas se han formado grandes talentos (un nombre vale por todos: Alain Ducasse). Tras su desaparición prematura en 1990, Philippe Jousse, executive chef del restaurante de Chapel en Kobe, fue reclamado en Francia para tomar las riendas de la cocina y perpetuar las enseñanzas del maestro.

En Mionnay es como si el tiempo se hubiera detenido. Ambiente de verdadera grande maison, la decoración, la bodega, la vajilla de porcelana, la calidad del servicio, todo ha permanecido inmutable. Philippe Jousse propone les grandes obras maestras que hicieron famoso a Alain Chapel, como el cassoulet de riñones y crestas de gallo, la sopa de setas “como un cappuccino” o el pollo de Bresse en vessie, alternándolas con algunas nuevas creaciones en línea con los clásicos de la casa. Que quede claro: no nos encontramos en un museo ni mucho menos en un mausoleo; los platos no se reproducen mecánicamente como sucede en otros templos de la haute cuisine cuyos titulares siguen vivitos y coleando pero con evidentes signos de apatía. Aquí, toda la brigada se esfuerza para dar lo mejor de sí. Un restaurante de cocina francesa de los años setenta, evidentemente, pero ¡qué cocina!

Después de una ligera y perfumada crema de verduras fría con quenelle de nata nos sirven la célebre ensalada de bogavante azul, tajadas de pichón rosado, valeriana y trufa negra aliñada con una sublime vinagreta, alguna minúscula alcaparra y un par de rodajas de pepinillo. ¡Qué contrastes! ¡Qué equilibrio! ¡Qué elegancia! Este plato ya no sorprende como cuando fue creado en el 72 (reunir caza y crustáceos en un mismo plato era un verdadero escándalo), pero sigue siendo una obra maestra. Continuamos con un conejo cocido en cocotte durante cuatro horas que se sirve frío con una espléndida gelatina “temblorosa” al romero, una loncha gruesa y tierna de panceta y judías de pueblo con sabor de antaño. ¡Qué textura! ¡Qué ligereza! Terminamos con el mítico riñón rosado cocido en su propia grasa y acompañado de un fricasé de rebozuelos y patatas. Simplemente perfecto, no se puede decir más. El secreto del riñón de Alain Chapel nunca ha sido desvelado. Sin salsa que lo recubra y sin un ápice de aspereza en el regusto, tierno como un filete, apetitoso, suave, inimitable. Probablemente sea imposible a día de hoy encontrar uno mejor en el mundo.

Habrá quien se pregunte, no sin razón, si es lógico rendir homenaje a un cocinero que ha sido un gran innovador reproduciendo sus platos clásicos. ¿Cocina de otros tiempos? Sin duda, pero perfectamente ubicada en un período esencial en la historia de la restauración y, precisamente por ello, única, hoy más que nunca. De vez en cuando es bueno volver a escuchar Kind Of Blue de Miles Davis, aunque sea una grabación de hace muchos años. ¿Quieren saber qué era realmente la nouvelle cuisine? Vengan a Mionnay y lo descubrirán.



7

Il Centro

Elide Mollo
Elide Mollo
País: Italia
Localidad: 12040 Priocca D´Alba (CN)
Dirección: Via Umberto I , 5
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(+39) 0173616112
Cierra: Martes y en julio dos semanas
Precio: 50/90 €
Precio menú degustación: 43 €


  • Tallarines de yema de huevo
  • Tallarines de yema de huevo
  • Raviolis con hígado y salchicha desmenuzada
  • Raviolis con hígado y salchicha desmenuzada

Elide Mollo es un cocinera delicada, sensible, inmaculada, pulcra...que se expresa con naturalidad y sencillez. Poco o nada de originalidad o sofisticación, mucho de exquisito sabor. Ejecuta como los ángeles cosas tan simples como unas flores de acacia rebozadas y fritas acompañadas por una pincelada de miel. Logra sobresalir en algo tan elemental como unas anchoas en salazón, verdaderamente escogidas, dispuestas con medio pimiento rojo asado y perfumado con vinagre con el toque proverbial que aporta el celebérrimo aceite Nember, que cotiza a 60 euros el decilitro. Cocciones impecables, como la que aplica a la anguila, que sale tersa, preservando todo su sabor, jugosidad y gelatinosidad, que se acompaña con un primoroso y aromático bouquet de hortalizas. La crema de gorgonzola con huevo de codorniz, crujiente de pimiento, flores y salicor salteadas representa atemperar la suculencia impregnándola de frescor y colorido. Los tallarines de yema de huevo, elaborados con 32 yemas de huevo por kilo de harina, con juliana de verduras al dente y salsa de tomate, echalotes y pimienta, son de los mejorcitos que se pueden comer en Italia, y no tienen otra cosa que honradez, nobleza, meticulosidad, sentido común y mano, un innato don del gusto; un plato que transmite fehacientemente, a las mil maravillas, los sentimientos personales y femeninos.

Los raviolis copiosamente ilustrados con hígado y salchicha desmenuzada son un devaneo con una gastronomía más populista, saciadora, gulesca, aventura de la que sale la señora sin despeinarse, exultante. El hígado de conejo, colosalmente ejecutado, con salsa de vino tinto, oporto y romero, montada con un poco de mantequilla y croquetas de sémola a la corteza de limón viene a ser el refrendo – permanente – de que se sabe oficiar con extraordinario esmero una culinaria de siempre actualizada. Refinamiento y liviandad que tiene otros muchos testimonios que con suma amabilidad canta Enrico Cordero, el marido, que a falta de carta hace llegar las propuestas que ha considerado oportunas guisar ese día la señora cocinera. Por tanto, aquí hay que prestarse a ser cómplice, lo que no constituye ningún riesgo, ni desde el punto de vista del estilo ni del sabor; uno y otro gustan a todos.



8,5

Uliassi

Mauro Uliassi
Mauro Uliassi
País: Italia
Localidad: 60019 Senigallia (Ancona)
Dirección: Banchina di Levante
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(+39) 07165463
Cierra: Lunes, del 27/12 al 19/3
Precio: 100/140 €
Precio menú degustación: 75 , 90 €


  • Albanella con crustáceos, verduras y moluscos
  • Albanella con crustáceos, verduras y moluscos
  • Pez limón marinado con leche de coco, cigala y helado de erizos de mar
  • Pez limón marinado con leche de coco, cigala y helado de erizos de mar

Seguimos absolutamente convencidos de la calidad de la labor de Mauro Uliassi. La visita de este año confirmó que estamos frente a uno de los mayores intérpretes de la cocina italiana.
En su luminoso restaurante ubicado en el puerto de Senigallia se aprecia una de las cocinas más evolucionadas y actuales tanto en la forma como en el contenido. Mauro es un brillante intérprete de los productos de su región, Le Marche, de su belleza, sus perfumes y sus colores, sean pescados y mariscos, de una calidad y frescura únicas, o verduras, frutas, productos del campo o de la caza. La calidad de la materia prima es la primera verdad de Mauro Uliassi. El chef tiene el preciado don de combinarla tanto con recetas y técnicas de la tradición popular o clásica como con procesos innovadores e ingredientes no autóctonos. Marca la diferencia nada más empezar los aperitivos: la oblea de foie gras y el mágnum de Massimo Bottura son dos de las creaciones más conseguidas basadas en este noble ingrediente que reflejan la calidad del hígado y su ejecución, todo ello animado por un toque de ironía. Otra propuesta absolutamente golosa es el pequeño canapé de mantequilla (buenísima) y anchoa cruda, cuyo pan de payés crujiente permite saborear el contraste entre las dos grasas. Todos los primeros platos han cambiado: las patatas sazonadas con aceite de oliva y perejil (perfectas); la ostra cruda; el sorbete de cebolla y hoja de chocolate (impalpable, como si se tratara de un papel comestible); las dos gambas crudas servidas con crema de foie gras, unas gotas de licuado de fresas y brotes (su cocina siempre denota la búsqueda de nuevos horizontes en cuanto a combinaciones de frutas, verduras y pescados); la fantástica vieira asada con hojas de ensalada silvestre y rodajas de gelatina helada de tomate, pepinillo y apio (la presentación en el plato, la luminosidad, los colores y el efecto asado-caliente/verdura fría da un resultado jugoso y refrescante). Continuamos con el “Rimini fest”, una brocheta de calamares a la parrilla condimentada con una salsa citronette (celestial) pasada por nitrógeno líquido y depositada sobre el pescado en forma de delicadas bolitas apenas heladas que se van derritiendo poco a poco. Dos ingredientes que consiguen un resultado encantador. En la misma línea, uno de los mejores platos del menú: los chanquetes (casi irreales, de una calidad nunca vista) con dados de gelatina de chalota, piñones crudos y unas gotas de aceite. Otra delicia: la puntarelle cruda (variedad de chicoria romana), tripa de buey, caballa y caracoles de mar sazonados con una salsa de ajo (otra salsa clásica perfecta que demuestra que Mauro sabe usar los condimentos como pocos, consiguiendo adaptar elaboraciones clásicas a sus creaciones). No duda en probar nuevos maridajes, como testimonia la unión entre el lonzino de cerdo, las láminas finas de pez de limón con brotes y gotas de yogur griego. O la mariscada: unos calamares y un helado de erizos de mar rebozados con quinoa (la tradición actualizada) depositados sobre tinta de sepia. El golpe magistral, Uliassi lo sirve con la mejor de las pastas: los linguine de Gerardo Di Nola, con ajo, aceite y guindilla. ¡El mejor plato de pasta seca degustado en los últimos tiempos! La consistencia de la pasta, el agua de cocción que hace de crema/salsa y liga el conjunto, todo ello servido con pimientos del piquillo. Un elogio a la simplicidad. El plato de resistencia hace referencia a la historia: una becada cuyas partes claras y oscuras se sirven ensartadas en una brocheta depositada sobre una rebanada de pan empapado con el fondo de cocción, en compañía de sus interiores, de la cabeza cortada por la mitad, de unas láminas de patatas, ajo cocido en su piel y una loncha de tocino. ¡Qué clase! Pero, sobretodo, ¡qué coraje el de servir este plato a orillas del mar durante un día de verano y después de diez platos! Sólo el dominio absoluto y el perfeccionismo permiten a Mauro servir esta becada sin recargar ni perturbar al comensal. En el capítulo de los postres, recordamos el espléndido granizado de menta, apio, pepinillo, agua de lemon grass y almendras crudas (otra combinación verdura/fruta) así como el tiramisú: un gran clásico servido desestructurado con una crema pastelera ligerísima, un polvo de cacao frío y un pequeño bizcocho bañado en café; una ejecución impecable tanto a nivel de sabor como de textura (velo de caramelo cristalizado en el lado superior). Un valor seguro.
 



7,5

Le Cirque

Robert Kranenborg
Robert Kranenborg
País: Holanda
Localidad: 2586 CZ Den Haag
Dirección: Circusplein 50
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(+31) 0704167676
Cierra: Lunes, martes, miércoles, jueves mediodía y viernes mediodía
Precio: 100/160 €
Precio menú degustación: 98 €


  • Crema de calabaza al pimiento y caviar de salmón
  • Crema de calabaza al pimiento y caviar de salmón
  • Vieiras al chorizo, manzanas confitadas y jugo de cebollas
  • Vieiras al chorizo, manzanas confitadas y jugo de cebollas

Robert Kranenborg es uno de los profesionales con más fondo de cocina que se pueda encontrar en Holanda. Cada plato atesora infinitos conocimientos, teorícos y prácticos, que el comensal no puede sino valorar y hasta admirar. Son construcciones eruditas que se distinguen por el equilibrio. Representan una revitalización de sabores y saberes históricos refinados, aligerados, embellecidos...puestos al día. Por ejemplo, prodiga las americanas, pero cada fondo de mariscos, tiene una identidad, unos aderezos y perfumes distintos, que la hacen diferente, en algún caso con un toque exótico, manteniendo la esencia de un gusto tradicional. Articulaciones muy trabajadas, muy complejas, en las que se prodigan salsas, purés, complementos, embellecimientos...que siempre resultan muy gratificantes. Y hechas con una meticulosidad, con una infabilidad, que deja perplejo al gourmet, que comprueba que en el menú degustación, con una decena de propuestas, no se produce el más mínimo desliz. Chapeau.
Elegancia y armonia de principio a fin. Como en la original y atemperada versión holandesa del sushi, que dispone dos trozos de lomo de arenque – maatjesharing – crudo sobre dos bases rectangulares de arroz impregnadas levemente de una salsa de mostaza. El pescado, por grasa y suculencia, por naturalidad, jugosidad y carnosidad ...ver para creer, uno de los más manjarosos que se puedan encontrar en las mesas del Benelux. Los dos servicios del buey de mar tienen en común preservar el valor intrinseco del marisco y darle sabrosura a través de dos trabajos improbos y eficientes. Por una parte, con crema de huevos al parmesano y sirope de tomate y, por otra, con una velouté y una muselina fría de patatas. Los pescados salen siempre en un impecable punto de cocción, lo que supone un valor añadido a su calidad, extraordinaria. El primer testimonio lo tenemos en el lenguado, cuyos lomos aparecen adornados por encima con una lámina maíz, con la gracia de una estimulante salsa de hierba limón y curcuma y con unos memorables pequeños puerros fundentes perfumados con albaricoque. En similar dispendio de matices y con la profundidad que conlleva cada fórmula de este chef: el rape a las hierbas de Provenza con un picadillo de pimientos, tomate e hinojo, nadando todo en un caldo de arroz. El rodaballo, el salmonete y la espalda de cochinillo “Baambrugge” lacado con parmentier impregnado de fragancias de limón y jengibre y mizuna con chicharrones a la miel caramelizados son otras tres brillantes propuestas que situan a esta mesa en la élite de su país.
El local y el servicio tienen el empaque de un restaurante de lujo.



8,5

Zuberoa

Hilario Arbelaitz
Hilario Arbelaitz
País: España
Localidad: 20180 Oiartzun (Gipúzcoa)
Dirección: Araneder Bidea, Barrio Iturriotz
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(+34) 943491228
Cierra: Domingos, miércoles, primera quincena de enero, otros tantos días después de Semana Santa y la última quincena de octubre
Precio: 100/160 €
Precio menú degustación: 115 €


  • Ostra a la Plancha con Espuma de su Jugo
  • Vichyssoise de Hinojo con Txangurro
  • Huevo Escalfado con Puré de Foie Gras, Apio y Salsa de Trufa
  • Panceta de Cerdo Ibérico con Berza y Ensalada Trufada
  • Arroz Cremoso con Chipirones
  • Ventresca de Atún con Vinagreta de Cítricos y Aceite de Pistachos
  • Manitas de Cerdo con Salsa de su Cocción y Pencas de Acelgas

 Es el restaurante de alta cocina que más gusta a los guipuzcoanos desde hace décadas. Quizás porque sea el más clásico entre los modernos. Ofrece una culinaria más efectiva y artesana que artística. Busca, logra, consigue, y de que manera, convencer, sin pretensiones creativas ni combinaciones impactantes. Hilario Arbelaitz permanece fiel a sí mismo, a su estilo evolutivo, practicando lo que sabe y le gusta: una gastronomía sabia, refinada, armónica y cremosa. Platos maduros y reformistas en los que sobresalen la sedosidad y la conjunción, en los que prevalece la satisfacción palatal y mundana que deparan. Y con cierta tendencia, como es sabido, a composiciones tipo cuchara, una cuchara que siempre fue y será de oro y brillantes.
Lo que queda de manifiesto en el aperitivo: una gelée de limón con crema de coliflor y vinagreta de aceitunas negras, contrastes atemperados por la sutilidad que expresan y por densidad etérea de que hacen gala. Para que no haya la más mínima duda de todo lo aseverado, ahí está la vichyssoise de hinojo ilustrada con múltiples trozos de txangurro, en el que el carácter del marisco, evidente, esta envuelto por la delicadeza de la crema, en una composición idílica. La ostra se presenta en un solo sabor con dos texturas: a la plancha, nada más que caliente, conservando sus jugos, con una espuma de su agua; para que no queden dudas de su identidad. Magistral la panceta de cerdo ibérico, en verdad no puede estar mejor hecha, salir más fundente, se volatiza en boca saturándola de sabor, se acompaña de una berza entremezcla con puré y una ensalada trufada, además de un fondo cárnico. El arroz cremoso con chipirones, brilla sobremanera por los cefalópodos, bravíos, dulces y tersos, que se convierten en el ingrediente principal del plato, haciendo la gramínea de guarnición convencional, por sabor y textura, de los calamarcitos. Vuelve a escena la cremosidad, en grado sibarítico, un huevo escalfado, una yema cruda y caliente, que se rompe y corre por la vajilla, entremezclándose con un puré de foie gras y una salsa de trufas, sabores todos ellos históricos, que han estado ahí juntitos desde tiempo inmemorial, a los que distingue la perfección y a los que pone novedad unas láminas crujientes de apio. La ventresca de atún no puede ser más noble y salir más jugosa, se engalana con gracia: una vinagreta de cítricos y un aceite de pistachos, gracia sobre la gracia de la grasa del túnido, que llama al atracón. Y si el cerdo ya mereció vítores en la panceta, se repitieron con unas morrocotudas y gelatinosísimas manos de cerdo, embebidas de la salsa de su cocción, al más puro estilo tradicional, con unas pencas de acelgas, que recuerdan en alguna manera la estructura de la panceta, con las consabidas diferencias. ¡Ah!, el puré de patatas llega a la mano de Eusebio Arbelaitz y nadie puede negarse a revivir momentos inmortales.
Otros platos a tener en consideración. Un guiño a lo japonés sin caer en cocina japonesa, una inspiración nipona: atún marinado sobre un estirada sopa de dashi apenas gelatinizada, más una ensalada de microvegetales y hierbas, más un helado de mostaza que insinúa un toque de wasabi. Se descompone la brandada clásica para evitar la mezcolanza gustosa y lograr que cada elemento se manifieste por separado: la salsa en el fondo, la patata sobre ella haciendo de soporte del bacalao, en láminas tornasoladas, con un poco de caviar y una corona de aceite de hierbas. El corte de los platos es una constante: cigala asada con una salsa gelatinizada de jengibre, un ravioli de vainilla y diferentes bulbos salteados. Diseño de nueva generación: lomo de salmonete sobre hojas de endibias al vapor con calabaza a la naranja, flores y otra espuma.
Postres muy gratificantes y fáciles, que ponen la guinda en sintonía con la filosofía de la casa: raviolis de piña con helado de coco y pastel de chocolate fondant con sorbete de pomelo rosa.



7,5

Túbal

Nicolás Ramírez
Nicolás Ramírez
País: España
Localidad: 31300 Tafalla (Navarra)
Dirección: Plaza de Navarra, 4
mapa
(+34) 948700852
Cierra: Domingo noche, lunes y del 21 de agosto al 6 de septiembre
Precio: 60/90 €


  • Cordero al Chilindrón
  • Alcachofas a la Plancha con Papada
  • Ensalada de Ostra
  • Alcachofas Fritas con Tocino Ibérico, Hongos, Cigala y Almendras
  • Menestra de Verduras de Invierno al Dente
  • Kokotxas de Bacalao, Borraja y Patata Violeta
  • Kokotxas de Bacalao con Borraja y Patata Violeta
  • Patorrillo

 Atxen Jiménez es un ser excepcional. La coronan su inteligencia natural, su capacidad de trabajo, su ilusión contagiosa… convincente como muy pocas personas, como escasos profesionales. Resulta increíble que su restaurante esté siempre hasta los topes y que merezca tantos vítores. A los llenos contribuyen muchos elementos, desde la sabiduría para renovar posibilistamente la coquinaria autóctona a la ambientación del restaurante, tan elegante y cálido como la propietaria, pasando por los precios, comedidos para la calidad y cantidad de comida que se brinda. Y por encima de todo, la inmensa satisfacción que proporciona, gozo humano hasta chorrear.
Hoy, su hijo Nicolás Ramírez, se ocupa en el día a día de las perolas. La verdad es que ha heredado la mano y la constancia de su madre. Siempre hay   novedades en carta, fruto de la estacionalidad o de incentivar el espíritu y a la clientela, que hay que tomar, por aquello de que hay que variar y apreciar las inquietudes, aunque no se puede dejar de incluir las fórmulas que han contribuido a colocar a la casa en los primeros puestos de las listas gastronómicas. Esas que es inevitable rememorar, que se hacen grandes y más grandes, hasta grandiosas en su segunda, décima y quincuagésima probatoria, ratificando que la gloria implica sobrevivir al tiempo. Y esa es una retahíla interminable de propuestas, acumuladas año tras año, durante muchos calendarios, entre la que se encuentran la tempura de verduras con calamar; las estivales pochas; la invernal ensalada de cardo rojo, alcachofas, vainas,  achicoria, berros, acelgas rojas y rúcola,  todo crudo, con ostras; la renovada y revitalizada menestra de verduras primaveral o invernal al dente; las crêpes de borraja y almejas sobre salsa verde; las alcachofas fritas con majestuosa cigala, tocino ibérico, setas de temporada, hongos o perritxikos y almendras laminadas y tostadas; las no menos efusivas  alcachofas plancha con ajos tiernos y papada ibérica; el fácil y resultón milhojas de patata y foie gras; las kokotxas de bacalao con borraja y patatas violetas; el huevo con salteado de guisantes, habitas y espárragos; el celebérrimo cordero al chilindrón, único en su género; el patorrillo, una visceral mezcla de cordero en la que intervienen patitas, mollejas, sesos, riñones, intestinos, hígado, sangrecilla…la combinación más canallesca y mundana que jamás hayamos disfrutado; más de 30 veces en los 30 últimos años. Y  para terminar ahítos, los buñuelos al viento. 

Las verduras de todas las maneras posibles y en todas las combinaciones imaginables; siempre actualizadas, potenciando colores, texturas y sabores naturales. Y una cocina inmensamente carnal, gulesca, que no conoce de edades, gustos y culturas, que depara inmensa satisfacción. ¡Qué bien se come en Tubal! Mejor que nunca. 



7

Sanxenxo

Diego Domínguez
Diego Domínguez
País: España
Localidad: 28006 Madrid
Dirección: Ortega y Gasset, 40
mapa
(+34) 915778272
Cierra: Domingos noche, Semana Santa y agosto.
Precio: 100/170 €


  • Ostra
  • Ostra
  • Camarones
  • Camarones
  • Empanada de xoubas
  • Empanada de xoubas
  • Lamprea
  • Lamprea

En esta lujosísima marisquería se exponen suntuosos tesoros oceánicos, tan mayestáticos como el paraíso marino brinde, pues la familia Domínguez, Manuel y su hijo Diego, incorporado plenamente a la dirección de la casa, siempre pagan lo que haya que apoquinar, e incluso algo más, por llevarse lo mejor de lo fetén de lo excelso. En consecuencia, a los dos Combarro siempre se acude con la esperanza de hallar lo que en muy pocos restaurantes se encuentra, vivencias inolvidables del ayer, que aunque parezca mentira, no sólo se reafirman, si no que hay ocasiones en que se superan, verlo para creerlo. Y viene esto a cuento porque nuestra ultima francachela ha sido el más festín de los festines realizados en tan sencilla y pomposa mesa.

En esta ocasión mereció el 9,75 una cigala de tronco de Marín que en realidad fue un cigalón que rondaba los 450 gramos, que junto a otro disfrutado en Ca Sento, en Valencia, de similar tamaño, son lo más descomunal que jamás hayamos probado en este marisco. Con el aliciente de que tras sugerir una corta cocción, ésta fue irreprochable, sobresaliente. ¡Que carnes tan prietas, tan dulces, tan exquisitas! Claro que el rodaballo a la gallega quedó a una décimas, por el extraordinario volumen de la pieza, por la cantidad de grasa que almacenaba, por la cremosidad de los cachelos y por la impecable ajada, exquisita en su suculencia, estirada en su cuerpo, liviana… de cuchara de oro. A su vez nos llamó poderosamente la atención el pulpo a feira, por dos razones, por sus carnes macizas, consistentes, al dente, si señor, al dente italiano que es otro dente distinto del nuestro, y por su sabor, mariscado, potente, en consonancia con la textura. Y también brilló la empanada de bacalao y pasas, porque es la que mejor mantiene el valor intrínseco de los ingredientes del relleno, siendo además menos pretensiosa, con una masa delicada potenciada por la jugosidad y carácter de lo que esconde sin esconder.

Todo el mundo sabe que aquí se puede dar rienda suelta a los instintos, aunque conviene mirar al expositor o preguntar sobre que prima hoy por volumen y frescor. Pueden ser percebes, ostras, almejas, camarones, nécoras, centollas - elija una de las “especialmente recomendadas” -, vieiras, merluza, lenguado, lamprea…siempre en crudo, cocido o con recetas de gran raigambre.