7

De Kas

Ronald Kunis
Ronald Kunis
País: Holanda
Localidad: 1097 DE Amsterdam
Dirección: Kamerlingh Onneslaan, 3
mapa
(+31) 0204624562
Cierra: Sábados al mediodía y domingo
Precio: 60/70 €
Precio menú degustación: 49 €


  • Costrón de gorgonzola y topinambo
  • Costrón de gorgonzola y topinambo
  • Picantón con bacon y coles
  • Picantón con bacon y coles

El patrón, Gert Jan Hageman, es un personaje, un idealista pragmático que ha hecho realidad una utopía: crear un inmenso huerto en medio de una multitudinaria ciudad. Eso es De Kas, un bucólico y bellísimo invernadero en medio de un gran parque de Amsterdam. Con la concesión municipal del espacio a un precio simbólico, en un paraje precioso se ha podido levantar este restaurante, único en Europa, posiblemente en la Tierra, en el que se rinde culto a los vegetales y a la naturaleza. Ellos cultivan en espacios contiguos al comedor - un invernadero de diseño vanguardista cuya semblanza cambia al son de la estación - infinidad de hortalizas, microvegetales y hierbas aromáticas. Es una parte de su abastecimiento, la otra la consiguen del acuerdo que tienen con 9 agricultores, a los que facilitan las plantas, para que cosechen cuanto desean y requieren. Esta actitud, evidentemente verde, no conlleva una cocina vegetariana, ya que el chef, Ronald Kunis, un profesional plenamente convencido de esta filosofía, entusiasta propagandista de ella, meticuloso con la recogida instantánea de los ingredientes…se muestra sumamente equilibrado: “cuando construimos un plato, lo hacemos en función de las verduras que vamos a emplear, que cuanto menos representarán el 50% de los componentes, pero también incorporamos mariscos, pescados y carnes, que seguro enriquecerán el valor gastronómico de las legumbres”. Con ese criterio inventa unos cincuenta y dos menos al año, uno por semana, a veces más, en lo que ofrece lo mejor del huerto. En función de la estacionalidad y la recolección establece una única degustación por día que el comensal ha de asumir con entusiasta complejidad. Por tanto, nadie sabe que le servirán, la única certeza radica en que el campo y el frescor de la naturaleza son las banderas que con orgullo enarbola la casa. Y que cuantas hortalizas salgan a la mesa son de una calidad excepcional, sublimes.
Un suculento costrón de pan con gorgonzola fundido, puré de calabaza y un toque de hierbas y flores nos sitúa en el espíritu del lugar. Otro abreboca encantador: un surtido de zanahoria, remolacha, coliflor… y aceitunas, impregnados cada uno de los elementos con un tratamiento diferente: marinado, encurtido, cocido, confitado, etc. Ya metidos en platos: fenomenales por sabrosas y complejas las patatas paja cocidas en mantequilla con vieiras, puré de topinambo y salsifís empanados y fritos, más una ensalada en otra vajilla, preservando todos los sabores la pureza y calidad intrínseca. Jugosísimo el salmón recubierto de puré de patatas livianizado con hierba limón que se ofrece entre pedazos de bulbo de hinojo. Y concluimos con un picantón, verdaderamente artesano, envuelto en bacon ahumado que se ofrece en compañía de una bravísima col blanca, con hojas verdes de la misma familia y con nabos, además de un fondo vegetal de ave.
En fin, una encantadora experiencia que avalan 52.000 clientes por año.



8

La Cape

Nicolas Magie
Nicolas Magie
País: Francia
Localidad: 33150 Cenon
Dirección: 9 Allée de la Morelette
mapa
(+33) 0557802425
Cierra: Sabados y domingos
Precio: 50/75 €
Precio menú degustación: 35 - 50 €


  • Tartar de buey con aguacate crocante y crema helada de erizos de mar
  • Tartar de buey con aguacate crocante y crema helada de erizos de mar
  • Lenguado relleno de trufa negra con vainas, su jugo y migas
  • Lenguado relleno de trufa negra con vainas, su jugo y migas
  • Lamprea con gelatina y aire de pimientos
  • Lamprea con gelatina y aire de pimientos
  • Lengua con tocino y ostras
  • Lengua con tocino y ostras

Es una de las revelaciones más asentadas y con mayor futuro de la cocina francesa. Transmite una gran pasión Nicolás Magie, su mujer Marienne y su hermano XXX, y cuantos le segundan, y eso se nota. Lo percibe el público, que abarrota día y noche este rabiosamente colorista chalet teñido de violeta y rojo: olé tus cojones. Eso dice mucho en pro de los protagonistas, hacen lo que sienten y no tienen ningún complejo en romper moldes. Y lo llevan a cabo con un proyecto singular que entronca plenamente con la sociología urbana del tercer milenio. Un lujo posibilista, unos precios razonables y una cocina sólida que lo mismo reinventa el patrimonio culinario galo que aplica desinhibidamente técnicas adriáticas (espumas, aires, gelatinas, etc.). Para que quede claro: una gelatina de perejil en el fondo de plato, unas pinceladas de crema de ajo y unos caracoles en tempura de los citados ingredientes ofrecen una conmovedora visión de la receta borgoñona; antológicos. Cualquiera que sea la propuesta, siempre evolutivas, más o menos modernas, tienen en común la inteligencia, los sabores se expresan de manera elegante y dispuestos en conmensurado equilibrio. La armonía es una norma inquebrantable que se repite sin una sola excepción. No hay lugar para nuevos gustos, la transformación es sobre todo estructural, conceptual, técnica...muy profunda. Construcciones integrales, cocciones perfectas y unas materias primas excepcionales, repetimos, excepcionales. Vamos, rigor, rigor y más rigor. Y complejidad, recetas muy trabajadas mental y físicamente sin que se altere la inmaculabilidad de los componente y gustos. En definitiva, una cocina honesta consigo misma y con la clientela. Y para mayor mérito, de una relación calidad-precio imbatible.
La carta, siempre corta, una docena de propuestas, más los postres, cambia totalmente cada año y de manera sustancial cada temporada. Anuncia en mayúsculas el producto principal. Así las CIGALAS con gelatina y jugo de manzana, aire de apio y trufas atesoran lo anteriormente indicado: el mayor de los respetos al producto y unos atrezzos muy a la moda. El BUEY se empresa con formas solemnes en toda su pureza: en tartar con aguacate crocante enrollado todo ello en un fino escalope de su propia carne ¡Qué crudeza! ¡Qué naturalidad! al que acompaña, por aquello de los contrastes, una crema helada de erizos de mar y unos microvegetales, que refrescan y adornan.
La LUBINA DE ANZUELO, y tanto que de anzuelo, se ofrece simplemente asada, tostada la piel y al punto rosa, jugosísima, con ostras Gillardeau, trufas y una reducción marina muy aromática. El LENGUADO, desespinado y reconstruido, lomo sobre lomo, con láminas de trufas dentro, se dispone sobre unas vainas cuasi crudas, un licuado de estas y aparece coronado por unas crujientes y suculentas migas. La LAMPREA con aire y gelatina de pimientos rojos refrenda los recursos conceptuales y técnicos que utiliza el chef... en este caso con una idea muy concreta. Apoteósica la LENGUA BUEY cocida a baja temperatura y luego pasada por la plancha con ostras, tocino y bordelesa, además del consabido crujiente, ahíta de manjarosidad la boca.
En definitiva, una cocina con mucho criterio, muchísimo criterio, el de Nicolás Magie, chef honesto, serio y con talento que despierta admiración. En verdad, honorabilísimo.



7

Gravelier

Ives Gravelier
Ives Gravelier
País: Francia
Localidad: 33000 Bordeaux
Dirección: 114 Cours de Verdun
mapa
(+33) 0556481715
Cierra: Sabados y domingos
Precio: 45/75 €
Precio menú degustación: 28 - 36 €


  • Salmonete sobre sarmientos con compota de echalotes al vino tinto
  • Salmonete sobre sarmientos con compota de echalotes al vino tinto
  • Láminas de pichón
  • Láminas de pichón

El todo Bordeaux abarrota complacido este restaurante que sintoniza con la sociología urbana del tercer milenio. Se trata de un bistrot sencillo e informal, cuyo comedor mira a la cocina y al boulevard, ofreciendo una estampa distinta y variopinta que queda reflejada en la clientela. Esta se siente atraída por el posibilismo del proyecto, por los precios razonables y por el bien hacer del patrón, Yves Gravelier, un chef forjado en grandes casas, con cocineros de la magnitud de Fredy Girardet, Alain Senderens, Jacques Chibois, que sabe equilibrar perfectamente su proyecto, en el que conviven fórmulas académicas con alguna que otra osadía metódica. Por tanto, se ofrece el patrimonio culinario galo y formulas evolutivas que atesoran saber hacer. Las construcciones se muestran suficientemente articuladas y complejas y los sabores destacan en todo momento por el refinamiento.
La carta es muy concreta. Dos menús abiertos, en los que se puede elegir entre dos platos en cada uno de los tres servicios que lo componen, a unos precios verdaderamente comedidos. Y luego una lista de tres entradas, tres pescados, tres carnes, tres fórmulas en el que el queso es protagonista y tres postres. Vamos, que todo esta pensado y requetepensado para que la pequeña estructura del restaurante domine la situación y garantice los resultados. Efectividad.
La tempura de cigalas con una ensalada en la que prevalecen las granadas y crema de especias es una propuesta un tanto beligerante llamada a conectar con los buscadores de nuevos caminos gastronómicos. Muy sabroso, harto suculento, el contundente y a la vez fino Mironton de carrilleras de vaca con foie gras fresco salteado que muestra unas carnes netas y un jugo expresivo, adornado y refrescado por encima con microvegetales. Imaginativo, esencial, inmaculado, escénico...tantos y tanto grandes atributos poseen los lomos de salmonetes sobre sarmientos con coulis de echalotes al vino tinto y cebollino, todo ellos dispuesto sobre un ocurrente y bello falso brasero; estelar. Las aiguillettes de pichón, delicadas y jugosas, sobre una tostada de sus interiores con un vivo y atemperado jugo de vinagre y topinambo a la trufa son otra receta que transmite el oficio y el buen gusto que distingue a la cocina. Igual sucede con la pieza de buey a la bordelesa. Muy simpáticas las versiones del queso, de distintos quesos, entre las que sobresale la mimolette impregnada de zanahoria y jengibre. Los suflés y cremas de frutas exóticas y el biscuit de pistachos y frambuesas a la crema de limón refrendan por enésima vez la profesionalidad proporcionando al comensal mucha satisfacción. Admirable en su ser y estar. Afabilidad a la que contribuye la mujer de Yves, Anne-Marie, hija de Pierre Troisgros,.



8,5

El Molino de Urdániz

David Yárnoz
David Yárnoz
País: España
Localidad: Ctra. Nac. 135, km. 16,5
Dirección: 31698 Urdániz (Navarra)
mapa
(+34) 948304109
Cierra: Lunes, las noches de martes y miércoles y dos semanas en febrero
Precio: 60/90 €
Precio menú degustación: 70 €


  • Crema Lactea con Hierbas y Tapioca Impregnada de Caldo de Calamar
  • Cebolletas Asadas a la Brasa con Mantequilla de Avellana y Huevas de Caldo de Tinta de Chipirón y Mejillones
  • Vieiras Salteadas con Tallos de Puerros e Infusión Picante de Mejillones
  • Chicharro Marinado con Guisantes Pelados, su Crema y sus Brotes
  • Patata...
  • Cochinillo en su jugo esencial de ajo ibérico con apio nabo y levítico
  • Cochinillo en un Jugo Esencial de Ajo Ibérico con Apio Nabo y Levítico
  • Pichón con caviar de Jerez y trufa y bizcocho de algas
  • Pichón con Caviar de Jerez y Trufa y Bizcocho de Algas

 David Yarnoz ofrece hoy el mejor menú degustación relación calidad-precio de toda la alta restauración española; tan solo puede rivalizar L´Escaleta, en Concentaina (Alicante). Ambos tienen el problema de la ubicación y del paisanaje. Son unos idealistas, que además lo hacen de perlas, que entregan lo mejor de sí, a sabiendas que el esfuerzo que invierten apenas tiene compensación económica. Y es que ofrece 15 servicios de nivel estelar por 70 €. Esta sí que convierte a la cocina española en una de las competitiva del mundo, si no la que más.
David ha dado un salto cualitativo en los últimos tiempos que le sitúan en la cúspide. Esos treinteañeros que nos hacen vibrar muy mucho y que garantizan una cocina joven más libre pensante y menos condicionada por las escuelas imperantes en las últimas y gloriosas décadas. Lo primero que llama la atención en él es la suma sensibilidad, la lucidez con que construye, la belleza con que dispone, la armonía que consigue, sin excentricidades, y siempre con un compromiso vanguardista, que no busca demostrar su arte. El arte esta en disposiciones sustentadas en ingredientes sencillos y manjarosos. Nada de ostentación, nada de suntuosidad, materias primas al alcance de todas las fortunas, unas cebolletas, una crema de queso, un consomé, un chicharro como núcleo central….a los que exalta con talento. Muchos brotes, muchas hierbas, muchas flores…siempre poniendo contrastes y cromatismo, adornando con sutilidad al ingrediente principal, sumando sin excesivos atrezzos, sin sofisticaciones. Las ideas brotan de forma natural y los platos carecen de pretensiosidad, cautivan por su humanidad. El chef muestra una creciente madurez.
La mejor opción es el menú degustación en el que conviven fórmulas consagradas con las últimas y más alucinantes creaciones. Siempre informal y divertido, el caramelo de pimentón relleno de mousse de chistorra, que ha ganado en nitidez del embutido sin perder la gracia del envoltorio, ahora más delicado. Untuosidad y gustosidad a tope: crema láctea con cinco realces (hierbas, brotes y flores) y tapioca impregnada de un suculento caldo de calamar. No se puede conseguir más tan concretamente. Esencialidad que vuelve a constatarse en el chicharro marinado, quizás en exceso, por aquello de disimular la crudeza, con soja, aceite de sésamo, vinagre, etc., que se dispone con unos guisantes pelados, una crema de la misma legumbre y sus brotes. Si se incidiese en la naturalidad del pescado la cosa tendría mayor valor. Antológicas las cebolletas, un manjar en sí mismas, asadas a la brasa de carbón, dulces, tiernas y al dente, impregnadas de grasa de avellanas, que lubrica y da toque, con un expresivo caviar de tinta de chipirón y mejillones. A lo dicho, no se puede llegar tan lejos con tanta humildad y tan pocas palabras. Eso creíamos hasta que llegó la patata. Así se llama el plato, que solo se compone de patata, aceite de oliva y un jugo de pollo, una genialidad. La piel deshidratada y crujiente, la pulpa asada y chafada con aceite y jugo y dos polvos, uno de picual y otro del zumo de las aceitunas ahumado. La caraba. Audaz y virtuosa la vieira salteada con tallos jóvenes de puerro, todo ello nadando en una infusión de mejillones impregnada de notas picantes. Una composición más fácil y asumible: bogavante con piel de leche gratinada, curiosa sensación y los primeros brotes de cogollo. Vuelve la clarividencia con los impecables lomos de sardinas, semicrudos, impregnado de un “si es no” de madera de haya, toque enriquecedor, dispuestos sobre una composición fantástica de encurtidos, anchoas, olivas negras, germinado de lentejas y cebolleta asada; multiplicidad de elementos que se suele repetir constantemente y que se suele resolver son exquisita y mágica sencillez. Colosal el apartado de carnes, que en esta ocasión tuvo por protagonistas a unos tacos de pato, sabrosos, mantequillosos, sangrantes, que se disponen sobre un jugo de carne a la cerveza, de un gusto y una textura melosa sublimes, que agradecen unos puerros al dente y unas hojas de melisa. Y también a un cochinillo bañado en un jugo elocuente de ajo ibérico con apio nabo y levítico; producto 10, hechura 10 y diseño Prada. Claro que es imposible olvidar ya un clásico de la casa: la perfecta pechuga de pichón, verdaderamente jugosa e inmaculada, acompañada de un caviar de jerez y trufa y un bizcocho aéreo de algas. Y más y más y más…hasta los postres son bravísimos. No se prive de la cuajada coronada con una espuma de leche y miel, refrescada con lavanda, almibarada con frutas y lubricada con unas gotas de aceite de oliva. Y tampoco del “tarro de lombrices”, una gracia que lleva 10 años haciendo reír y proporcionando inmensas satisfacciones.
Cierto es que el apartado de pescados no merece el 8,5, tampoco la puesta en escena del comedor, pero todo lo demás, sí, claro que sí. Esta es una cocina para gourmet que gusten de una mente con criterio y de una exquisitez cautivadora. Sencillez, naturalidad y talento.



7,5

Eleven

Joachim Koerper
Joachim Koerper
País: Portugal
Localidad: 1070 Lisboa
Dirección: Rua Marquês de Fronteira, Jardín Amália Rodrígues.
mapa
(+351) 3862211
Cierra: Domingos y festivos
Precio: 80/150 €
Precio menú degustación: 85 €


  • Langostino en costra de patata con risotto de brotes de soja
  • Langostino en costra de patata con risotto de brotes de soja
  • Jarrete de ternera
  • Jarrete de ternera

El restaurante soñado por Joachim Koerper. Nacido en noviembre de 2004 a iniciativa de once apasionados de la gastronomía entre los que se encuentra el grupo empresarial Quinta Las Lagrimas, propietario de hoteles y restaurantes exclusivos, que auspicia en Lisboa, Coimbra y Oporto algunas de las mesas más reputadas del país, para convertirlo, probablemente, en el buque insignia y situarlo en la cúspide la restauración portuguesa. Ubicado en un lugar privilegiado de la ciudad, sobre el parque Eduardo VII, en un edificio precioso, moderno y minimalista, en el que dominan la piedra, la madera, el hierro y el cristal, con unos ventanales desde los que se divisa una panorámica impresionante e inolvidable que tras recorrer la urbe termina en el Tajo. Vamos, un marco de ensueño que acoge a millonarios y exquisitos de todo el mundo.
Cocina académica, erudita, técnica, cosmopolita, refinada...de indudable valor profesional. Platos cultos, sustentados en nobles productos, que alardean de certeras cocciones, que reproducen sabores universales impregnados en algunos casos de caracteres lusitanos. Estructuras clásicas, formas actuales...una coquinaria señorial y dinámica en la que sobresale el oficio y el saber estar. Muy para un público Relais&Chateaux.
El marmolado de terrina de foie gras con incrustaciones frutales dulce pan de especias con motas de cobertura de chocolate y caramelo de vino de oporto refleja a las mil maravillas el estilo de la casa: sabiduría intemporal de inspiración clásica vestida de gala y en la que sobresale la exquisitez. Los pétalos de bacalao, inmaculados, tornasolados, jugosísimos, se disponen sobre unas rodajas de patata, unas láminas crocantes de estas, un bouquet de ensalada y una salsa cremosa de alioli con pesto resulta impecable en su sencillez. El mero, soberbio de calidad y jugosidad, con tirabeques y un esbelto y sutil jugo de mariscos vuelve a refrendar los valores del anterior plato: una construcción fácil y efectiva que proporciona mayor satisfacción palatal que intelectual. Un pero conceptual surge con la siguiente propuesta del menú degustación: ¿Qué gana un langostino envolviéndolo de una masa filo? Desde luego pierde transparencia sápida y cromática. Aparece dispuesto sobre un risotto oriental: de coco, curry y hierba limón cuyo exotismo es más bocal que bucal. Recobra la excelencia el carré de cordero, manjaroso y sonrosado, en costra de migas al curry con panisse y abanico de verduras glaseadas; convencionalismo magistral. El helado de frambuesas al cava, la crema quemada de naranja con helado de chocolate y el suflé de maracuya con helado de plátano constatan que se trabaja a conciencia y con precisión dentro de un estilo referencial y armónico.
Por lo demás, el empaque de la casa se manifiesta ininterrumpidamente y en todas las facetas.



7,5

Fortaleza do Guincho

Vicent Farges
Vicent Farges
País: Portugal
Localidad: 2750-642 Cascais
Dirección: Estrada do Guincho
mapa
(+351) 214870491
Cierra: Siempre abierto
Precio: 85/130 €
Precio menú degustación: 65 €


  • Vieiras salteadas con risotto de setas y trufas
  • Vieiras salteadas con risotto de setas y trufas
  • Bogavante azul asado con pera y salsifíes
  • Bogavante azul asado con pera y salsifíes

Monumental fortaleza del siglo XVII reconvertida en un lujosísimo Relais&Chateaux que contempla extasiada el Atlántico y las salvajes playas de la bellísima localidad de Guincho, que se sitúan a sus pies, a derecha e izquierda. Tan imponente hotel posee un comedor acorde (*****), con un tapiz oriental en el suelo tejido a mano único en el mundo, una sola pieza cubre y acolcha toda la sala, con sillas de ébano tapizadas con telas de Macao, con una suntuosa vajilla de Limoges en cobalto y oro...comedor que acoge a un selecto público internacional que acude a disfrutar del paisaje, la arquitectura, de un servicio encantador y superprofesional y de una doctoral cocina inspirada por de Antoine Westermann y ejecutada por Vicent Farges.
Destaca su academicismo, su técnica, su refinamiento, en definitiva, el saber hacer francés. Inspiraciones clásicas, sabores convencionales...formas actuales. Platos en transición entre el pasado y el futuro llamados a gustar a todos los públicos por su indudable calidad y por el rigor con que se materializan. Todo esta contrastado, resulta eficaz y logra complacer.
El trabajo y el esfuerzo se aprecian desde los apetitivos hasta los petit fours. Infinidad de detalles: mousse de foie gras con gelatina de clementina, crema de coliflor con bacón ahumado, lenguado al vapor, terrina de cabrito montes y foie gras con gelatina de madeira...,en fin, un inicio copioso y contundente que plasma a las mil maravillas la filosofía del establecimiento. Ya metidos en platos, noble, suculenta y cremosa la terrina de foie gras de ganso de Las Landas, cuyo medallón se adorna con una corona dorada de gelatina de moscatel, se aromatiza con pimienta recién espolvoreada y se ofrece con el contrapunto de una compota de frutas en la que se dejan notar con nitidez la manzana y la pera; alta cultura gastronomica gala en plena magnitud. Soberbio de calidad y punto, consistente y pletórico de gusto inmaculado, el bogavante azul asado y dispuesto sobre salsifíes, pera y uvas, con una excitante salsa de chocolate especiada, que se ofrece en la vajilla sin tocar al marisco para que el comensal la interprete a su capricho. El rodaballo pasa desapercibido, tanto por su calidad intrínseca como por su ejecución: cocción larga y dispuesto sin sus gelatinosas y sabrosísimas pieles, mereciendo mayores alabanzas los complementos: almendras, alcaparras, mantequilla “noisette” y un antológico puré de pastinaga. Bastante más lograda la lubina, a su vez sin piel, lo que le resta identidad, sabor y belleza, en un impecable estado de jugosidad, con un exultante y armónico realce: tartar de ostras, brécol, hierbas aromáticas y espumosa salsa yodada El lomo de cabrito montes (congelado) se ofrece precisamente asado en compañía de higos, uvas, frutos rojos, setas y compota de manzana y açai, refrendando un estilo de construcción, una manera de articular una línea de componentes.
Fabulosa la reposteria, de la que se encarga Antonio Gálvez. El plátano con mango y vainilla, el chupito de chocolate... Y sublime desde todos los puntos de vista: sápidos, táctiles, cromáticos, complejidad, el milhojas de chocolate Manjari relleno de cremoso de fava Tonka con compota de frutos secos y vino de Madeira, más un cremoso y pleno helado de miel.
Por lo demás, Carlos Morais ejerce funciones propias de uno de los mejores directores de sala de Europa; no exageramos un ápice.



8,5

Per Se

Thomas Keller
Thomas Keller
País: Estados Unidos
Localidad: 10019 Nueva York
Dirección: 10, Columbus Circle – Time Warner Building
mapa
(00.1) 212.8239340
Cierra: abierto todos los días por la noche y sólo viernes, sábado y domingo al mediodía.
Precio: 210 $ (servicio incluido) €


  • Sardina marinata con emulsione di chorizo e peperoni dolci
  • Sardina marinata con emulsione di chorizo e peperoni dolci
  • Torta al cioccolato fondente e yuzu
  • Torta al cioccolato fondente e yuzu

Thomas Keller, californiano de nacimiento, empezó a trabajar siendo un adolescente en el restaurante de su madre en Palm Beach. En 1983 se traslada a Francia, donde realiza stages como aprendiz en numerosos restaurantes, entre ellos Taillevent, Guy Savoy y Le Pré Catelan. En el 84 vuelve a Estados Unidos para trabajar en los establecimientos La Reserve y Raphael antes de abrir su propio restaurante Rakel en 1986. Cinco años después, en el 91, se traslada a Los Angeles donde ejerce como chef ejecutivo del Hotel Checkers. Finalmente, en 1994 adquiere The French Laundry, sito en Yountville, en pleno Napa Valley. Aquí cosecha un increíble éxito de crítica y público y recibe infinidad de premios y reconocimientos (muchos lo consideran el mejor cocinero de Estados Unidos y uno de los mejores del mundo). En el 98 abre, también en Yountville, el bistrot casual Bouchon (una fórmula que posteriormente reproduce en Las Vegas) y en 2004 abre en el Time Warner Building la sucursal neoyorquina de The French Laundry, a la que bautiza con el nombre de Per Se.

Entre los atractivos del Per Se destacan la gran sala diseñada por Adam Tihany con 15 mesas bien espaciadas y una vista impresionante sobre Central Park, un servicio casi perfecto supervisado por el infalible Paolo Novello y –por encima de todo- una propuesta culinaria que alcanza niveles notabilísimos. La palabra clave para entender la cocina de Thomas Keller es “finesse”: todo se cuida hasta el más mínimo detalle, con un perfeccionismo y un rigor impresionantes. Las cocinas, capitaneadas por Jonathan Benno, son las más amplias de Nueva York. Aquí, en perfecta sintonía con la filosofía kelleriana, una brigada de 18 profesionales súper entrenados propone tres menús (todos a 210 $) que cambian diariamente: el Per Se, de 7 platos, el Chef’s tasting, de 9 platos, y el Tasting of vegetables, de 9 platos. Las propuestas van desde los clásicos de Keller, como “Oysters and pearls” (compuesto por ostras de Creek Island, sabayón de perlas de tapioca y caviar sevruga), hasta las pinzas de cangrejo de piedra de Florida con allioli de yuzu, el tataki de buey de la Snake River Farm, los agnolotti de castañas y mascarpone con manzanas Granny Smith cocidas al vino blanco y trufa blanca de Alba, el increíble solomillo de buey australiano del Blackmore Ranch con puré de patatas Yukon Gold, trompetas de la muerte y salsa bordelesa (suplemento de 75 $). Y eso no es todo: sardina marinada con emulsión de chorizo y pimientos dulces; foie gras de Hudson Valley con mermelada de pera, lechuga rizada, chips de pera cristalizados, glasa de vinagre balsámico y brioche tostado; langosta de Nueva Escocia a la mantequilla dulce con puré de apio y emulsión de trufa negra; tarta de chocolate fundente y yuzu, helado de limón, sablé bretón con flor de sal, coco caramelizado y menta. Todas las propuestas son realmente excelentes y presentan una ejecución perfecta, sin el mínimo fallo.

Productos –en su mayoría nacionales- selectos, técnicas y cocciones de precisión milimétrica, sabores redondos y delicados, cocina actual, equilibradísima, sin ostentación y con sólidas raíces clásicas, sin margen de error posible, con gran elegancia… No sería aventurado afirmar que Keller representa hoy en EEUU lo que Joël Robuchon representó en Francia en los años 80. Un auténtico maestro neoclásico, un ejemplo para todos los chefs estadounidenses que persiguen la excelencia.



7

Il Buco

Giuseppe Aversa
Giuseppe Aversa
País: Italia
Localidad: 800 Sorrento (Na)
Dirección: Il RampaMarina Piccola, 5
mapa
(+39) 0818782354
Cierra: Miércoles y enero.
Precio: 60/120 €
Precio menú degustación: 50, 70, 75 €


  • Tagliolini con tinta de sepia, gambas y verduras de la huerta
  • Tagliolini con tinta de sepia, gambas y verduras de la huerta
  • Canelones con bacalao y queso treccia sorrentina sobre un guiso de marisco
  • Canelones con bacalao y queso treccia sorrentina sobre un guiso de marisco

En pleno centro de Sorrento se encuentra el establecimiento de Giuseppe Aversa, un apasionado de su tierra, de los productos y gustos típicos, que su joven y entusiasta equipo de chefs proyecta con mesurada actualización. Cocina de la madre naturaleza, pasional, inconfundible, que transmite buenas sensaciones y bastante placer. El comensal queda conmovido por la nobleza, autenticidad y efectividad de cuanto se brinda en el plato.
Impresiona el aperitivo: sfogliatella rellena de hojas de brécol, pasta crocante de una sensualidad táctil inconmensurable rebosante de sabor campestre amargo. Interesante la fórmula de mariscos y pescados crudos: almejas sobre sorbete de mandarina, tartar de atún y manzana y carpaccio de dorada; composición en consonancia con las costumbres gastronomicas locales. La brocheta de langostinos envueltos en calabacín con tres arroces orientales impregnados de una ligera emulsión de crustáceos es una fórmula fácil y resultona que mejoraría si tuviese por protagonistas a los excelsos granos del país; bastante superiores a los importados. Los ñoquis de patata a la sorrentina con salsa de tomate, albahaca y scamorza ahumada son la manifestación más emblemática posible de expresar la idiosincrasia del territorio y sus gentes. ¡Qué suculencia!¡Qué italianidad sureña! Muy conseguidos los paccheri, que llevan la firma de Gerardo di Nola, la mejor pasta del sur, impecablemente cocida, con una textura verdaderamente al dente, que se realzan con una genovesa enriquecida con su majestad el cerdo negro. Y los salmonetes salen en su punto, jugosos y mariscados, con una composición de frutas agrias más ortigas y diversos frutos de mar; prevaleciendo por enésima vez lo esencial sobre los complementos.
En fin, una cocina que entronca con el paisaje y el paisanaje y que lo contempla con dinamismo posibilista.



8,5

Reale

Niko Romito
Niko Romito
País: Italia
Localidad: 67031 Castel di Sangro (Aq)
Dirección: Località Casadonna, via Piana Santa Liberata
mapa
(+39) 0864 69382
Cierra: Lunes, martes
Precio: 80 €
Precio menú degustación: 100 €


  • Ñoquis con calabacín, tomate, azafrán y ricotta ahumada al enebro
  • Ñoquis con calabacín, tomate, azafrán y ricotta ahumada al enebro
  • Caldo de cabra con frambuesas y estragón
  • Caldo de cabra con frambuesas y estragón
  • "Absoluto" de cebolla de Tropea, raviolis de parmesano y azafrán de Navelli
  • "Absoluto" de cebolla de Tropea, raviolis de parmesano y azafrán de Navelli
  • Cubo de berenjena cocida como carne asada: lacada con caramelo de berenjena
  • Cubo de berenjena cocida como carne asada: lacada con caramelo de berenjena
  • Gel de ternera, disco de azúcar con regaliz caramelizado, almendras en pasta y t
  • Gel de ternera, disco de azúcar con regaliz caramelizado, almendras en pasta y trufa negra
  • Esencia
  • Esencia

Niko Romito es un joven cocinero con unas cualidades innatas increíbles. En pocos años se ha convertido en uno de los chefs emergentes de Italia, con una progresión asombrosa, que si perdura acabará aupándole a un lugar de honor en el ranking culinario. Destacan en él varias cualidades: la delicadeza sápida que transmite en los sabores, la armonía con que los dispone, la liviandad de sus articulaciones, la belleza y el colorido en las formas...transmite la extraordinaria sensibilidad personal que atesora; así como se aprecia su rápida capacidad para aprender. Esta adquiriendo solidez, madurando, a la vez que perfilando un estilo refinado, culto y moderno, muy equilibrado y racional, llamado a complacer a un amplísimo segmento de público. Y es que todo en su comportamiento y saber hacer resulta muy cerebral y atemperado dentro de un evolucionismo inconformista.
La variedad de aperitivos testifican la entrega y generosidad con que se trabaja en esta casa. Entre ellos cabe destacar una preciosista y suculenta brandada de bacalao moldeada con leche y anchoas. La ostra con helado de manzana y jugo de tomate es, quizás, la fórmula más rompedora de la carta, que trasgrede un tanto los maridajes al uso. El huevo a baja temperatura con una quenelle de tomate empapando en miga de pan más queso pecorino y una teja perfumada con hierbas representa una encantadora reinvención de los condumios básicos del país. ¡Qué consistencia y qué aroma el cubo de berenjena, cocido con un caramelo de berenjena y servido encima de un azúcar quemado de regaliz junto con toques de romero, depositado en forma de pasta con todo el aroma de su resina. La idea es preparar una verdura y “lacarla” como si se tratase de carne asada. Portentosa exquisitez impecablemente resuelta: el caldo de cabra sutilmente acidulado con un toque de zumo de frambuesas y endulzado con estragón en el que nadan unos primorosos raviolis frescos del mismo animal. Vuelve a brillar otra composición de pasta al huevo: los tortelli, verdaderamente aterciopelados, rellenos de crema de alcachofas con buratta salpicada del contrapunto vivo de unas alcaparras. Conmovedores por su sabor y colorido los ñoquis con calabacín, tomate, azafrán y ricotta ahumada al enebro; Italia misma en su máximo esplendor sápido. Espléndidos los raviolinis redondos rellenos de parmesano (muy bueno) en caldo de cebolla roja de Tropea (transparente, de sabor preciso y delicado, que Niko llama “absoluto de cebolla”; un agua extracta de la cebolla cocida en sal) y pistilos de azafrán de Navelli. Un plato muy rico que esta variedad de azafrán hace inconmensurable. Más pasta: espagueti-capellini (Verrigni) cocidos en agua de tomate, un poco de aceite de oliva, pecorino e infusión de albahaca (presente, pero invisible): esenciales, consistentes, puro gusto.  Especialmente manjaroso el pichón, jugosísimo, tierno...que coquetea y se deja engrandecer por la audaz compañía de foie gras y aceite de oliva, saliendo el chef del triple salto mortal entre vítores ¡Bravísimo! ¡Bravísimo! ¡Bravísimo! Igual de gozosa y meritoria hemos de considerar la formula de cordero, impecablemente trabajada, que ofrece un tartar con picadillo de aceitunas negras, un carré impregnado de pan y hierbas y un trozo sonrosado envuelto en una croqueta con aceitunas verdes. Calidad intrínseca y punto de las hechuras inmejorables. Pero la genialidad, la encontramos en el gel de ternera con trufas y almendras. En la base, gel de caldo de ternera ahumado y aromatizado con boletus edulis en polvo, disco caramelizado de azúcar y regaliz (técnica y precisión, sutilísimo), pasta de almendras rehidratadas y láminas de trufa negra. Un pequeño concentrado de clase, gusto y técnica culinaria. ¡Un gran plato!
Siguen los fuegos artificiales con los postres: “Esencia”. Dispuestos en línea, praliné de almendras, avellanas y cacao, unas gotas de reducción de fruta de la pasión, pasta brisa en polvo con tomillo y café, sorbete amargo de genciana (típico de la zona) y pistilos del mítico azafrán de Navelli. Hay que saborearlo todo junto en la cuchara. ¡Qué carácter tiene la genciana! Y, sobretodo, ¡qué harmonía más memorable! Muy atractivo surtido de quesos, selectiva bodega (con Gianni, un gran sumiller) y un servicio muy eficiente dirigido por Cristiana Romito.
Niko está en el centro de la región de los Abruzos, muy lejos de todo, pero muy cercano al producto auténtico, puro, sin contaminar, de estas espléndidas montañas. Ánimo, búsqueda de nuevos modos de expresión, técnica, finura, gusto, precisión, cultura y, sobretodo, ninguna banalidad ni aproximaciones: éste es el lenguaje. Esencia de la cocina de los Abruzos, quintaescencia de los perfumes, de los sabores y de los caracteres de esta extraordinaria tierra.
Desde el mes agosto 2011, el restaurante Reale se ha trasladado de Rivisondoli al municipio vecino de Castel di Sangro en el flamante local Casadonna. Un proyecto amplio y global. Este antiguo caserío rehabilitado con muy buen gusto, mezclando la piedra y la madera con cristal y acero bruto, cuenta con habitaciones y la cocina, conectada via Internet con la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Pollenzo, que sirve de aula de clase y laboratorio de investigación y desarrollo para los estudiantes. También dispone de un viñedo experimental dirigido por la Universidad de Milano ubicado a 840 metros de altura con las cepas siguientes: pecorino, pinot negro, riesling renano, veltriner y silvaner.



6,5

El Rincón de la Merced

Agustí Gebellí
Agustí Gebellí
País: España
Localidad: 09001 Burgos
Dirección: La Merced, 13.
mapa
(+34) 947479900
Cierra: Domingos noche.
Precio: 50/70 €
Precio menú degustación: 45 €


  • Merluza con navajas
  • Merluza con navajas
  • Cabrito asado en cenizas de romero
  • Cabrito asado en cenizas de romero

Restaurante regentado por el Grupo Maher Restauración, que encabeza Enrique Martínez, quien, a su vez, asume La Ontina, en Zaragoza, así como la casa madre: Maher, en Cintruénigo, todos merecedores de la notabilidad en esta guía. Se distinguen por hacer una alta cocina moderna de autor que reproduce sabores históricos manifestándolos suculentamente. Logran una simbiosis entre lo culto y lo populista, entre el ayer y el mañana, entre lo conocido y lo sorprendente harto meritorio, que conecta con todos los paladares. Por tanto, gastronomía distinguida que llega al corazón y seduce al paladar.
Al frente de los fogones se encuentra Agustí Gebellí, un joven inteligente, ordenado, meticuloso, pragmático, efectivo y, sobre todo, convencido. Ha asentado plenamente la carta, en la que se encuentran ya varios grandes éxitos, asi como continuas incorporaciones que se distinguen por su madurez. Entre los primeros, cabe vitorear dos creaciones en honor del emblema gastronómico de Burgos. Por un lado, el ravioli de morcilla con puré de manzana ácida, patata asada y salsa de vainilla, dispuesto todo ello integral y limpiamente sobre un soberbio pedazo de morcilla; uno de los mejores platos que con este embutido se puedan encontrar en el país. Por otro, en similar línea de idiosincrasia y gula se hallan las migas de pastor levemente impregnadas de los aromas de morcilla y chistorra, desmigadas, que presentan el aliciente refrescante y rompedor de una escarcha de moscatel.
Otro testimonio de estilo -recreación culinaria moderna de inspiración regional– lo encontramos en la sopa castellana con asadillo de pimientos y costrones de pan; refinada, aligerada y conservando las esencias. Y en tantas y tantas fórmulas, a las que se pone más o menos audacia, más o menos complejidad, siempre mucha técnica, como ocurre con la paletilla de cabrito de Sierra de la Demanda asada al calor de las cenizas de romero; realmente manjarosa. Más platos a tener en consideración: el pulpo, cocido y salteado, con careta de ibérico, patatas asadas, ajada y caldo del cefalópodo; la merluza con borrajas, navajas y aire de cítricos y el bacalao ajoarriero con gambas y huevo. Y, cómo no, la torrija caramelizada con frutos secos y yogur griego. En resumen, superándose.