El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
Uno de esos productos artesanos fruto de los hábitos del pasado y de la nobleza heredada. Elaborado a partir de lenguas de vacas “fassone” de raza bovina piamontesa, que tienen en sí mismas, en la madurez de su carne y en la concentración de grasa, sus valores intrínsecos. Ambos factores contribuyen, aportan extraordinaria suculencia, gelatinosidad y jugosidad. Inmensa sabrosura y también una carnosidad fundente, consecuencia de la cantidad de vetas, del “marmolado” que luce el magro, semejante a la de un excelso lomo de vacuno viejo. Resalta también la tez rojiza y uniforme del producto. Nos encontramos, por tanto, ante un bocado charcutero estelar, sustentado en animales excepcionales. Valga señalar la simbólica producción anual de Maurilio Baudracco: entre 350 y 400 kilos. La técnica de elaboración es, también, ejemplar. La lengua se sumerge en sal durante un mes. Una vez a la semana se le da un masaje manualmente. Transcurrido ese periodo, se desala en agua durante 24 horas y se cuece a baja temperatura durante 3 horas. Se deja enfriar y se tiene 10 días en reposo.
Una lengua única mundialmente en su género.