El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
Extraordinaria calidad de la judía. Además, tras la cocción, se muestran enteras, muy pocas rotas minimamente. Tanto al ojo como en boca no se aprecia el hollejo; sobresalientes en este sentido. A su vez la textura resulta envidiable, mantecosa, cremosa, se deshacen sin la menor resistencia. Palatialmente, deslumbran por su finura y sabrosura, delicadas y gustosas. El caldo resulta muy natural, ligado en su justa medida, un tanto gelatinoso. En fin, la materia prima en su máximo esplendor, en su punto de hechura, lista para ser valorada.
Se pueden comer tal cual en ensalada, o calientes, tan solo hervidas con suavidad uno o dos minutos, sin mayores complementos, que debieran presentarse como guarnición, preparados con independencia, por su parte.