Emanuele Scarello es un cocinero que expresa a las mil maravillas la cultura y el sentimiento italianos. Se inspira en elementos y recetas tradicionales para desarrollar una culinaria eminentemente de autor. Así “la busera di gamberi rossi...oggi” da pasos a unas espléndidas gambas rojas crudas dispuestas junto a una gelatina de pimientos y tomates secos, a un helado de pimiento amarillo, a un trozo de polenta crujiente, a una lámina cebolla crocante... una exuberante demostración de sabores tradicionales revestidos de modernidad y con el común denominador de la exquisitez. La hamburguesa de calamar, dorada por fuera y jugosísima en su interior, con crema de patatas y helado de aceite de oliva, es una nueva demostración de audacia y sensatez, impecable la ejecución y siempre reproduciendo gustos familiares con delicadeza; tan solo el error de no poner un cefalópodo fresco nos impide darle la alta nota que el plato merecería por idea y desarrollo. Logrados, mejor, muy conseguidos los platos de pasta, que tienen el valor de estas hecha en casa. Los raviolis con bacalao y sopa de maíz y vino blanco gozan de una perfecta cocción, de una sabia pureza y de unos complementos que estimulan la mente y el paladar, sin perseguir nunca la excentricidad. Los tortelli, soberbios, enriquecidos con buey de mar, cigalas y zotoleti, más la refrescante impregnación de una infusión de melisa y menta, merecen el calificativo de bravísimos. Igual exclamación se hace extensible a los tortelli con callos y hortalizas, una mezcla antológica desarrollada con un virtuosismo encomiable; emulamos a Pantagruel. Todavía se superaría el chef con el risotto, ilustrado con espárragos y hierbas; absolutamente inmaculado, con el arroz preservando su sabor y textura, si bien mágicamente ilustrado con los vegetales, que le aportaban ricura, naturaleza, ligereza, matices...inolvidable. Lleva el marchamo de Ivonne, la madre de Emanuele, una mujer con mucha sensibilidad y un proverbial don del gusto, que comparte los fogones con el hijo. El cordero Istriano, rosáceo y muy sabroso, con hinojo silvestre se distingue por su nobleza y magistral hechura, siendo los realces armónicos, pues estamos un estilo afable dentro de la innovación. Y los postres refrendan la filosofía y el bien hacer: la terrina de naranja con helado de almendra, la tarta de miel con helado de camomila y la consistencia de la Ricotta de Godo incitan a relamerse.
Por lo demas, Michela, la hermana del cocinero, ejerce en sala de perfecta maestra de ceremonias y entusiasta sommelier.
En pocas palabras, el restaurante más interesante, y con mucho, de Friuli Venecia Giulia.