Decíamos de la milésima anterior: “Eduardo y Víctor Hernáiz han conseguido un vino único en el mundo del rioja, en una añada como la de 2007, ciertamente discreta, lo que nos hace presagiar un futuro brillantísimo, que pueda incluir a esta etiqueta, pronto, entre las más grandes del país”. Este 2008 refrenda todo lo augurado. Un vino con empaque y, a la vez, aromático, frutoso, fresco, tánico… vital. Tiene mucho de todo: muchos aromas, mucha frutosidad, mucha frescura, mucha vivacidad y, en este caso, una extraordinaria intensidad, una importantísima estructura y un acabado inusual. Aúna sustanciosidad y enjundia con elegancia y armonía.
100% Tempranillo. Experimentó una crianza de 18 meses en barricas nuevas de roble francés. 3.000 botellas.

Es un reserva importante, quizás, el más importante que recordamos de esta bodega. Tiene cuerpo, untuosidad, potencia, complejidad, enjundia… todo sin excesos. Atesora sabores dulces, ácidos, amargos, siempre compensados y fácilmente asumibles. La tonicidad se expresa con sutilidad. Juega un perfecto equilibrio entre la gran calidad y la asequibilidad. En nariz muestra fruta madura, notas balsámicas, especias y tostados. Sabe ser y estar en su sitio.
Elaborado con Tempranillo y complementado con un 10% de Graciano y un 5% entre Mazuelo y Garnacha. Experimentó una crianza de 24 meses en barricas de roble francés (60%) y americano (40%). Se embotelló en junio de 2009. 65.533 botellas y 3.088 mágnum.

Un vino vivo, fresco, frutoso, muy frutoso y, a la vez, con entidad y madurez. Aromas sobre todo de bayas negras, frutosidad, bosque, regaliz, cacao y especias. En boca muestra una enorme personalidad, refrendando la fruta, fruta amarga, como ciruelas y almendras, sobre un fondo tánico, seco, sutil, que incita a seguir bebiendo.
Exclusivamente Tempranillo. Fermentación maloláctica en barrica y posterior crianza de 18 meses en roble francés nuevo. 42.155 botellas.

Los vinos de Carmelo Rodero no tienen excesiva literatura. Poseen el rigor castellano. Hablan en consonancia con la tierra y el clima. Ahora bien, su sobriedad es más que noble, nobilísima. Prima la calidad, la calidad de una materia prima extraordinaria, como contadísimas bodegas tienen en la zona. Aromas intensos y variados, que entremezclan la uva, muy madura, con la madera, selecta. Hay motivos indefinibles que avivan la imaginación: moras, arándanos, ciruelas, barrica, torrefactos, especias... siempre a cuentagotas En boca no sobresale nada más, ni nada menos, que la extraordinaria calidad, su incuestionable sustanciosidad, su contundencia bien entendida, con todos los factores integrados en perfecta consonancia. 75% Tinta del País, 15% Merlot y 10% Cabernet Sauvignon. 18 meses de crianza en barricas de roble Allier con menos de tres años de antigüedad. 15.000 botellas. A corregir: la añada viene en la contra etiqueta y en letras pequeñas.