Tiene entidad y caracteres reseñables que le hacen muy atractivo. Aromas pronunciados y persistentes, sobresaliendo los de frutas rojas, arándanos, que se ven completados con otros propios de la estancia en madera como son tostados, ahumados y especias. En boca se manifiesta sabroso y con cuerpo sin dejar por ello de ser elegante y armónico. Aparecen bien integradas la fruta y las aportaciones de la crianza. Están presentes la acidez, el amargor y la tanicidad, sabores que aparecen muy compensados.
Participa únicamente la tinta del país. Su estancia en barricas de robles francés y americano fue de 16 meses. Su paso a cristal data de principio de verano de 2003.
Este 2e cru classé ofrece una relación calidad-precio interesantísima. Potente, sustancioso, estructurado y tánico, pero con esa elegancia innata y aprendida, ese refinamiento francés que distingue a los vinos de Burdeos y que les ha encumbrado a la gloria. Terruño y saber hacer.
Por la nariz y...
