Es un Saint Émilion honesto, singular, efectivo... de una inmejorable relación calidad-precio, lo que en el disparatado mundo del vino y en especial de esta zona es muy de agradecer. Tiene el carácter inconfundible de la merlot – 75% – impregnado de otras aportaciones – 20% cabernet franc y 5% cabernet sauvignon – con notas curiosas. Prevalece la personalidad de la uva, a la que se añade el tono amargo expresado impecablemente: café, tostados, tanto en boca como en nariz, donde también se aprecia regaliz y algunas otras especias. Su entereza no le quita un frescor muy agradable que incita a la bebida. 46.000 botellas. Tuvo una crianza de 14 meses en barricas: 30% nuevas y 70% de segundo vino.