Un vino que incita a jugar, que expresa sensaciones de ensueño, un tanto locas, en nariz y en boca. Aromas florales, quizás de rosas, que dejan pasar a las guindas, que son las que prevalecen, saliendo también a relucir las ciruelas pasa y la confitura de naranja, lo que depara una sensación dulce, muy amable y compleja. La primera impresión en el paladar es refinada, ratificando las fragancias, recordando a las confituras de frutas y flores, mostrando mineralidad, carnosidad, calidez y tanicidad.
50% tempranillo y 50% cabernet sauvignon. La crianza duro 18 meses en barricas de roble francés Allier. Producción: 30.000 botellas.