Paco Torreblanca es el indiscutible e indiscutido maestro de la pastelería en España. Forjado en Francia, apasionado de la dulcería italiana, profundo conocedor del patrimonio goloso europeo, amante de la estética japonesa...un erudito que maneja los conceptos y la técnica como corresponde a un número uno mundial en la profesión. Sus bombones tienen talla universal, también su panettone de chocolate y sus financieros, qué decir de las innumerables tartas y pasteles de diseño...un virtuoso y un creador. Un artista transmite su ingenio a través de esta golosina inspirada en la idea que desarrolló Ferran Adrià en el caviar de melón, si bien empleando materias completamente distintas, que entroncan con la tradición. Se trata de unas bolitas crujientes de cereales y frutos secos bañadas en cobertura de chocolate. El carácter crocante, excepcionalmente crocante, que depara una impresión explosiva, procede del interior, proporcionada por la pasta de cereales y frutos secos y la sensación cremosa se deriva de la cobertura que la envuelve. Ambos elementos influyen en el sabor, si bien prevalece el chocolate, con un gusto exquisito y amargo que habla bien a las claras del tratamiento y la selección, empleando la mejor materia prima de la prestigiosa firma Cacao Barry. Se presenta con las formas de un caviar.

Es la gama alta, gourmet, del salmón de Martiko, que a diferencia del laminado se presenta en hermosos solomillos (500/600 gramos) extraídos de piezas grandes - entre 6 y 8 kilos -, que atesoran cuerpo, grasa y suculencia. Se pueden cortar al gusto, en escalopes finos a la manera tradicional, o en trozos, para servir emplatado, o tacos; preservando de estas maneras mucho más las características intrínsecas y sus valores gastronómicos. Consistente, carnoso, jugoso, untuoso, sabrosísimo...llena la boca de puro sabor a salmón, sutilmente perfumado con maderas nobles (virutas de roble y haya procedentes de bosques de la Selva Negra), ahumado que enriquece al ingrediente principal sin afectar un ápice a su identidad.

Las quesadillas de Sintra son archifamosas en Portugal, habiendo surgido unos cuantos obradores en esta preciosa y monumental ciudad, Patrimonio de la Humanidad, que las elaboran y comercializan. La firma con más historia, que se remonta varios siglos y con mayor reputación, merecidísima, es Sapa, una artesanal casa que expende una pequeña producción verdaderamente excepcional. Únicamente las expende en el despacho que tiene en la subida al centro histórico de la villa.
Destaca sobremanera la exquisitez del gusto y su armonía, dentro de una sutil complejidad sápida y táctil. Respecto a consistencias ofrece tres: leve caramelización en la parte superior, jugosidad esponjosa en la masa del relleno y fragilidad crocante en la delgadísima costra que le sirve de soporte. Gustativamente se aprecian los ingredientes que le componen: cuajo, harina de trigo, yemas de huevo, almíbar de azúcar y canela ...sensaciones aromáticas que se insinúan en la boca con suprema delicadeza.
Se comercializan desde piezas pequeñitas de dos bocados a otras enormes que dan para 12 raciones, siendo a priori estas mejores. Es vital comerlas recién elaboradas o a lo máximo del día anterior, pasados dos fechas, aún estando buenas, pierden cualidades.

Alubia blanca cultivada en Liguria, en Imperia, más concretamente en Pigna, por este artesanal productor que ha conseguido una sólida reputación en toda Italia, donde la comercializa. Se caracteriza por su forma y color: redonda un tanto ovalada de tonalidad blanca marfil brillante. Su primer atributo es que no se percibe el hollejo, parece carecer de piel. Su segunda virtud radica en la consistencia: mórbida, cremosa. Y remata su notoriedad el sabor: delicado y pleno a alubia mantecosa. Para mayor gloria, no requiere de una cocción larga.
Se comercializa en diversos formatos: 250 g, 500 g, 1 kg Y 5 kg
La etiqueta facilita indicaciones para hacerlas.