El queso de Azeitao, con o sin denominación de origen – hay productores que no se amparan en ella y que lo bordan –, es nuestro preferido en Portugal. En realidad no es otra cosa que una versión concreta de ese queso común que se elabora a ambos lados de la antigua frontera entre España y Portugal: Torta del Casar, Torta de la Serena, Torta de Serra da Estrela...en definitiva de las tortas que se extienden por aquella zona geografía. Todas ellas se caracterizan por su textura archicremosa y por sustanciosidad sápida, confeccionadas con leche de oveja y cuajadas con flor de cardo. Esta a la que hacemos referencia se ofrece en formatos pequeños que facilitan su consumo sin afectar a sus características ni mermar su calidad, siendo preferibles las que rondan los 250 gramos.
Sabor intenso, pleno a leche de oveja, muy concentrada, grasa, que llena el paladar de nobleza y naturalidad, con una levísima acidez y un mínimo amargor, que le confieren carácter. Sustanciosidad y a la vez sumo equilibrio, armónico. En plena madurez, su consistencia es fluida, fluida dentro de la densidad que le distingue.

Hasta las navidades de 2007 Joselito no comercializaba morcón. En esa fecha sacó al mercado dos variedades, que se ofrecen conjuntamente en un mismo estuche. Uno, el morcón típico, el que se asemeja al chorizo y, otro, un nuevo morcón, inspirado en el salchichón, en realidad un salchichón gordísimo. La diferencia radica en que el primero lleva pimentón y el segundo carece de él y esta perfumado con pimienta negra. Ambos estan sustentados en partes nobles, ya que incluyen presa, solomillo y secreto de cerdos ibéricos alimentados con bellotas. Se muestran tan o más sabrosos que el chorizo y el salchichón y algo, quizás un poco más jugosos. Ganan en presencia; ya que aparecen una hermosísimas rodajas con formas irregulares.

La llegada en 1997 del charcutero santoñés José Mari Zorrilla a la industria conservera artesanal de pescado no ha podido ser más fructífera para el gourmet. Que si ha saludado clamorosamente sus anchoas en aceite de oliva virgen – Don Bocarte – colosales, otro tanto sucede con su ventresca de bonito, extraordinaria. Llama la atención su pinta, con tonalidad muy clara y láminas fácilmente separables. Sabor pulcro, limpio supernatural, luciendo sus carnes jugosidad, presumiendo de gelatinosidad y alardeando de sustanciosidad. El aceite contibuye a su untuosidad, jugando un papel secundario que realza sin restar un ápice de identidad al ingrediente principal. Producción en cuentagotas.

Un queso concentrado, cremoso, denso, que recuerda lejanamente a la leche condensada cocida y caramelizada. Predominan esas sensaciones golosas y gulescas que se entremezclan con otras más refrescantes derivadas de una tenue acidez. Se aprecia su nobleza y se identifica plenamente con las referencias internacionales que se tienen del queso holandés.
Elaborado con leche de vaca. Su curación es de aproximadamente un año.