Francas, exuberantes y diversas fragancias, en las que se dejan notar varias frutas exóticas ácidas y amargas, concretamente piña, maracuyá y pomelo, que dan paso a hierbas frescas, como hierba limón y eneldo, con el hilo conductor de una permanente sensación cítrica. En boca se reproducen bastante esas características, mostrando un apreciable frescor, que se deriva de una sutil acidez y un matizado amargor, en perfecto equilibrio, sabores que marcan de principio a fin. Una buena estructura. Tiene cierto carácter y, a la vez, se deja beber. Largo y muy vivo.
70% albariño, 15% loureiro, 10% treixadura y 5% entre caiño blanco y godello.
Este 2e cru classé ofrece una relación calidad-precio interesantísima. Potente, sustancioso, estructurado y tánico, pero con esa elegancia innata y aprendida, ese refinamiento francés que distingue a los vinos de Burdeos y que les ha encumbrado a la gloria. Terruño y saber hacer.
Por la nariz y...
