Uno de los más interesantes vinos blancos del país sin madera, aunque esta no sea su mejor añada . Depara unos intensos y envolventes aromas, que alternan sensaciones fundamentalmente ácidas, que recuerdan a lima, fruta de la pasión, manzana verde, guayaba y también melocotón, sobre un leve fondo mineral, que evoca a tierra húmeda. En boca reproduce los caracteres derivados de las citadas frutas y, por supuesto, de la uva, predominando las connotaciones cítricas golosas con atisbos amargos. Delicado, limpio, franco, chispeante y a la vez más largo, sustancioso y complejo que otras añadas… con enorme vida y enjundia.
100% chardonnay procedente del pago 234 del valle de Enate. Embotellado a partir de noviembre de 2010, en diferentes momentos.