El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
Sabor suave y muy aromático, que recuerda a la caza, más por la maceración que por la intensidad gustativa de las carnes, que se muestran íntegras y tiernas, con una jugosidad correcta, propia de una conserva, potenciada por algunos rebordes de grasa, que aportan gelatinosidad; todo ello en torno al hueso que conlleva el ossobuco, rebosante de tuétano.
Cada lata contiene 4 piezas, interviniendo en la fórmula hortalizas, vino, sal y especias, con las que se maceran un día para después meter en la lata con la grasa de pato y confitarlas en autoclave. Importante: abrir la lata y calentarla levemente, solo lo necesario para extraer el contenido, separando la carne y la gelatina del guiso de la grasa de pato, ya que habrá que calentar aquellas sin esta, para que no se entremezcle salsa y grasa.