El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
Nunca probamos unas alubias similares en conserva. No es un plato, son las judías tal cual, cocidas simplemente con agua y sal. Excepcionales en sí mismas, no tienen hollejo, carecen de piel, y tanto que parecen peladas, no se siente. Esa es la primera gran virtud, la segunda es la cremosidad, se derriten en boca, se esfuman, de una volatilidad increíble. Táctilmente no pueden ser mejores. Y una tercera característica relevante, su sabor, natural y refinado, a faba, únicamente a faba, a una faba exquisita. A partir de aquí se pueden comer tal cual calientes o incorporarles diferentes aderezos, desde propios de una ensalada veraniega (aceite de oliva virgen, pimienta negra, coctel de hierbas y especias, pesto, etc., en ese caso servir tibias, o los propios de diferentes cocidos, empezando por los de la fabada. En cualquier caso, la condimentación ha de ser prudente para preservar la bondad de la alubia.