El Piamonte tiene una aportación mundial a la dulcería del chocolate, su maridaje con la avellana. La gianduia ha conquistado el universo gastronómico. De cuanto se ha elaborado con esta conjunción, he aquí la golosina más conseguida. Logradísima...
A destacar la selecta materia prima que sustenta este plato, incluido el compango y la atinada elaboración. Las alubias sobresalen por la impercibilidad del hollejo y por su cremosidad, esfumándose en boca sin ofrecer la más mínima resistencia táctil. Además, preservan plenamente su identidad: sabe a faba y a nada más que faba (45%). El compango es un tanto atípico: se compone de pequeñas morcillas (5%) y chorizos (5%) individuales, que destacan por su extraordinaria jugosidad y por una suculencia atemperada y noble, siendo muy, muy sutil el ahumado, lo que es digno de agradecer. El lacon es remplazado por tocino, ojo: tocino de iberico (5%); manjarosa manteca que se deshace en boca impregnandola de excelsitud. El caldo, aderezado con aceite de oliva y perfumado con azafrán, se muestra aligerado de sustancia animal, perfectamente ligado y tiene carácter sin llegar a aproximarse al exceso.
Para sacar el mayor partido posible, calentar a fuego dulce, sin que hierva, moviendo constantemente, e incorporar sobre la lata un poco de agua, para aprovechar todas la sustancia y darle un poco más de caldo al cocido.