No tenga reticencias. Pese a que nos encontramos ante un local informal llamado a conectar con un público joven de gustos desarraigados, en el que se sirve una COMIDA RAPIDA Y VARIOPINTA MUY POLIVALENTE (bocatas, sándwiches, perritos calientes, platos combinados, pinchos con acentos mejicanos o asiáticos, hamburguesas, fritos, plancha, ensaladas, etc.); en medio de este berenjenal culinario, sobresale su TORTILLA DE PATATAS, que congrega a todo tipo de paladares y se ha convertido en el “As de Oro de su Gastronomía”. Hasta el punto, aunque parezca inverosímil, de haberse convertido en una REFERENCIA DE ESTE PINCHO en la ciudad, entre la media docena con que cuenta la muy gastronómica San Sebastián.
Insistimos, un altísimo porcentaje del nutrido público que le da vida acude por el reclamo que supone su PINCHO DE TORTILLA. No hace falta nada más que echarle un vistazo a las fotos, demandado anónimamente en varias ocasiones, para ratificar su alto nivel: DORADO UNIFORME, COSTRA EXTERIOR FINA Y HOMOGÉNEA, ESTIMABLE MELOSIDAD (CON ALGO MÁS DE HUEVO MERECERIA MAYOR CALIFICACIÓN), ABSOLUTA INMACULABILIDAD (PATATA Y HUEVO EN ESTADO PURO) Y EXPRESIVIDAD ARMÓNICA. Una tortilla que no tiene nada y que marca la diferencia por la atinada ejecución en su ser: esencial, ortodoxa y muy profesional.
Los artífices de este negocio y de haber logrado esta tortilla son los hermanos Vicente - Alberto, Juan Miguel y Txema Vicente - y su madre, María José Sanz.
Solamente tenemos una duda: dada la estructura del establecimiento y que ninguno de los propietarios oficia ¿QUÉ REGULARIDAD PODRÁ TENER EN EL TIEMPO? Lo decimos, porque la visión y la mano del chef son las que marcan la diferencia, las que le distinguen. Sin ir más lejos, de la del Campos de Ondarreta, el otro establecimiento hermano, que siendo buena no alcanza la notabilidad de ésta. Por ahora esta sobradamente asentada en la calificación y subir un ápice el huevo la revalorizaría.
