Negocio hostelero a la antigua usanza, de clara vocación familiar, en el que Esperanza García, en los fogones y Fernando Vázquez, en la barra dan lo mejor de sí, trasmitiendo bien hacer y buen humor. Gran variedad de banderillas y pinchos clásicos, entre los que sobresale la tortilla de patatas, de las que ambos son forofos, no solo de hacer y vender, sino también de comer. Él no se corta: “A mí me gustan las que prepara Milagros en el bar La Fuente, en Castro Urdiales, jugosas y sabrosas, y no fallan nunca, siempre calientes, lo que es muy importante en este negocio”. Tu sí que sabes… le espetamos. A lo que nos contestó con esa fanfarronería bilbaína graciosísima que nunca ofende: “Cómo no voy a saber, si mi mujer es la que más tortillas hace de Bilbao”. A lo que no solo contribuye la bondad del condumio y su atractivo precio, que se oferta aún más como desayuno: con café por 2.90 €; esto en una paralela de la Gran Vía es todo un chollo.
La tortilla, como todo en este establecimiento, responde a un gusto convencional. Estamos ante el prototipo más extendido en el país, que la cocinera, Esperanza, ejecuta con inquebrantable meticulosidad. Habla por sí sola: color uniforme yema de huevo dorada. Costra exterior muy fina. Bastante babosa, jugosa, sin que corra líquido. Impecable textura y un sabor tradicional en el que se muestran muy equilibrados la patata y el huevo con una sutil presencia enriquecedora de la cebolla. Bien hecha y siempre caliente. No dejan de salir.
