Un plato de una pureza exacerbada, donde se huelen y mastican los ingredientes, apenas tocados, con un acento oriental, japonés para ser más exactos, a los que es proclive Pascal Barbot, sin que sean determinantes en su cocina. Pero ahí están en algunas creaciones, como es el caso, una variedad en su ser, eminentemente francés y muy peculiar. Naturalismo de inspiración Japo.
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