Gilberto Grigliatti

Le Chef de Cuisine Italien

Quando a inizio maggio 2009 sono stato da Mauro Uliassi per la prima volta, non ho avuto solo le mie attese confermate ma molto di piu'. Certo sapevo di essere in uno dei piu’ importanti ristoranti della penisola: alto numero di coperti serviti al massimo livello. Quello che mi ha stupito è stato pero' la qualita' del messaggio: ho pensato di essere di fronte ad uno dei migliori esempi dell' italianita' a tavola oggi.
Il menu che mi è stato servito (vedi la scheda di prossima pubblicazione nella sezione dei ristoranti) denota grande maturita' e qualita': dalla scelta della materia prima, alla conoscenza della tradizione e della storia, con equilibrio di esecuzione tra vecchio e nuovo. Insomma mi sono detto: che sia lui il cuoco italiano, l'interprete piu' italiano del nostro panorama culinario? Penso di sì. Piu' italiano nel senso di centralita' geografica del termine ma non solo: come giusta mediazione tra la cucina dei grandi cuochi del sud (piu' viscerale, passionale, schietta, diretta, istintiva e caliente) e la cucina degli altrettanto grandi del nord (dall'apparenza piu' intellettuale e ragionata, piu' accademica e francese, a volte quasi annoiata). Bene! Mauro è tutto questo: è concreto, diretto, istintivo ma non impulsivo, conosce la storia ,è intellettuale senza stancare e senza farlo pesare, è moderno ed innovativo senza spaventare ma è anche tradizionale con spunti francesi. E' completo. Trovo la sua cucina molto attuale, moderna, basata/incentrata sulla naturalezza. Ha superato i barocchismi di forma e di concetto di una certa parte dell' Italia gastronomica (e di certa critica)(critica compresa). Tecnicamente la qualita' che ho maggiormente apprezzato è quella della difficile arte delle salse. Non solo le cucina benissimo conoscendo i procedimenti dell'alta scuola, ma dove eccelle è nel dosaggio e nella giusta collocazione. Adatta grandi ricette classiche ai prodotti delle Marche e alla sua cucina, ha assimilato come pochi la lezione francese sull'uso accorto ed avveduto delle sauces. Valgano da esempio la citronette passata in azoto adagiata sullo spiedino di calamari alla brace. Oltre alla bonta' della citronette, c'è da sottolineare il cambiamento fisico della stessa che sciogliendosi passa lentamente da fresca e croccante a cremosa e suadente. Oppure l'insalata di puntarelle, trippa di manzo, sgombro e lumache di mare dove poche gocce di una salsa all'aglio tanto delicata quanto cremosa riescono ad amalgamare questi ingredienti dalle consistenze e dai gusti così diversi. A distanza di mesi mi stupisco ancora della bonta' delle linguine di Gerardo Di Nola aglio, olio, peperoncino e peperoni del piquillo, dove la giusta quantita' di acqua di cottura si trasforma in una crema che rende questo piatto gourmand, quasi togliendogli un poco di quella passionalita' viscerale che siamo soliti vedere e ricercare nell'aglio, olio e peperoncino. Elogio alla semplicita'. Caratteristica questa solo apparente. Il risultato è dato dal rigore nella scelta della materia prima, dall'esecuzione perfetta, dalla conoscenza della tradizione e dalla classe del cuoco. Classe che ritroviamo nel piatto di resistenza: la beccaccia. Le parti chiare e scure su uno spiedo adagiato su fetta di pane imbevuta del fondo di cottura, la testa spaccata in due e farcita, patate confites, aglio in camicia e fetta di lardo. Oltre alla classe, qui ho pensato al coraggio dello chef di servire questa preparazione in riva al mare in una giornata estiva e dopo dieci portate! Solo la conoscenza profonda e la consapevolezza di fare bene autorizza Mauro a servire la beccaccia senza appesantire e scaldare il commensale.
Sono stato bene nel ristorante Uliassi. Mi piace la famiglia di questa casa: oltre alla simpatia di Catia, ricordo la professionalita' del maitre Ivano che dirige un servizio giovane, sorridente e perfetto. Ricordo la visita alla cucina dove Mauro mi presento' i suoi sous chefs: il serioso Mauro Paolini ed il mitico Vanni, la brigata dove, tra gli altri, Mauro presenta il suo giovane figlio Filippo. Mi piace la serieta', il rigore, la consapevolezza legata all'umilta', il basso profilo di questa famiglia così marchigiana, così tanto italiana.
 



Gilberto Grigliatti

El Chef Italiano

Cuando visitamos a Mauro Uliassi por primera vez a principios de mayo de 2009, mis expectativas fueron confirmadas con creces. Al ver la cantidad de cubiertos servidos a un nivel tan alto, sabía perfectamente que estaba en uno de los mejores restaurantes de la península. Lo que más me sorprendió fue la “calidad” del mensaje, porque tuve la impresión de estar frente a uno de los mejores ejemplos de la “italianidad” gastronómica actual.
El menú que saboreamos (ver ficha siguiente en la sección de los restaurantes) refleja madurez y calidad, desde la excelencia de las materias primas al conocimiento de la tradición y de la historia, pasando por el equilibrio demostrado tanto en las ejecuciones históricas como en las modernas. Incluso me pregunté: ¿no estaré ante el intérprete más italiano del panorama culinario del país transalpino?. Cuando digo “más italiano”, me refiero no sólo a la centralidad geográfica, sino también a la justa medida entre la cocina de los grandes chefs del sur (más visceral, pasional, sincera, directa, instintiva y cálida) y la de los no menos grandes del norte (aparentemente más intelectual y razonada, más académica y francesa, a veces aburrida). Pues bien, Mauro es todo esto: un hombre pragmático, directo, instintivo (pero no impulsivo). Un conocedor de la historia, Un intelectual que no cansa ni se hace pesado. Un cocinero moderno e innovador, sin excesos, y a la vez tradicional, con toques franceses. En definitiva, un hombre completo. Su cocina se puede definir como muy actual, moderna, basada y centrada en la naturaleza. Ha superado los barroquismos formales y conceptuales de una parte de la Italia gastronómica (y de la crítica). Técnicamente hablando, lo que más he apreciado fue la calidad del complejo tratamiento de las salsas (todo un arte). Además de dominar perfectamente los procedimientos de la alta cocina, destaca en la dosificación y en la precisión de las construcciones. Sabe adaptar las grandes recetas clásicas a los productos del mercado y a su cocina. Ha asimilado como pocos las lecciones francesas referentes al uso prudente y pertinente de las salsas. Valgan como ejemplos la citronette pasada por nitrógeno líquido sobre una brocheta de calamares a la parrilla; más allá de la bondad de la citronette, cabe subrayar el cambio físico que experimenta al disolverse, pasando de fría y crujiente a cremosa y persistente. O la ensalada de puntarelle (variedad de chicoria romana), tripa de buey, caballa y caracoles de mar sazonada con unas gotas de una salsa de ajo delicada y cremosa que da consistencia y sabor a esta variedad de ingredientes. Después de unos cuantos meses, todavía me asombra la suculencia de los linguine de Gerardo Di Nola con ajo, aceite, guindilla y pimiento del piquillo en que la justa cantidad de agua de cocción se transforma en crema que le da un toque goloso al plato, otorgándole un poco de esa pasión visceral característica del ajo, del aceite y de la guindilla. Un elogio a la simplicidad. Una sencillez solamente aparente, porque el resultado obtenido es el fruto del rigor en la elección de la materia prima, de la perfección en la ejecución, del conocimiento de la tradición y de la clase del chef. Una clase que queda reflejada en el plato de resistencia: la becada. Las partes claras y oscuras ensartadas en una brocheta depositada sobre una rebanada de pan empapado con el fondo de cocción, la cabeza cortada por la mitad y rellena, patatas confitadas, ajo cocido en su piel y loncha de tocino. Más allá de su clase, pienso que conviene subrayar el coraje del cocinero por servir este plato a orillas del mar durante un día de verano y después de diez platos... Sólo el dominio absoluto y las ganas de hacer las cosas bien permiten a Mauro servir esta becada sin recargar ni perturbar al comensal.
La experiencia en el restaurante Uliassi fue muy positiva. Me gustó mucho la familia de la casa. Además de la simpatía de Catia, recuerdo la profesionalidad del maître Ivano, que asegura un servicio joven, sonriente y perfecto. También recuerdo la visita de la cocina y los cocineros que me presentó Mauro: Mauro Paolini, serio, y el mítico Vanni, así como la joven brigada, de la cual Mauro nos presentó, entre otros, a su hijo Filippo. Me gusta la seriedad, el rigor, la minuciosidad humilde y la discreción de esta familia tan típica de Le Marche, tan italiana.
 



Gilberto Grigliatti

El Chef Italiano

Cuando visitamos a Mauro Uliassi por primera vez a principios de mayo de 2009, mis expectativas fueron confirmadas con creces. Al ver la cantidad de cubiertos servidos a un nivel tan alto, sabía perfectamente que estaba en uno de los mejores restaurantes de la península. Lo que más me sorprendió fue la “calidad” del mensaje, porque tuve la impresión de estar frente a uno de los mejores ejemplos de la “italianidad” gastronómica actual.
El menú que saboreamos (ver ficha siguiente en la sección de los restaurantes) refleja madurez y calidad, desde la excelencia de las materias primas al conocimiento de la tradición y de la historia, pasando por el equilibrio demostrado tanto en las ejecuciones históricas como en las modernas. Incluso me pregunté: ¿no estaré ante el intérprete más italiano del panorama culinario del país transalpino?. Cuando digo “más italiano”, me refiero no sólo a la centralidad geográfica, sino también a la justa medida entre la cocina de los grandes chefs del sur (más visceral, pasional, sincera, directa, instintiva y cálida) y la de los no menos grandes del norte (aparentemente más intelectual y razonada, más académica y francesa, a veces aburrida). Pues bien, Mauro es todo esto: un hombre pragmático, directo, instintivo (pero no impulsivo). Un conocedor de la historia, Un intelectual que no cansa ni se hace pesado. Un cocinero moderno e innovador, sin excesos, y a la vez tradicional, con toques franceses. En definitiva, un hombre completo. Su cocina se puede definir como muy actual, moderna, basada y centrada en la naturaleza. Ha superado los barroquismos formales y conceptuales de una parte de la Italia gastronómica (y de la crítica). Técnicamente hablando, lo que más he apreciado fue la calidad del complejo tratamiento de las salsas (todo un arte). Además de dominar perfectamente los procedimientos de la alta cocina, destaca en la dosificación y en la precisión de las construcciones. Sabe adaptar las grandes recetas clásicas a los productos del mercado y a su cocina. Ha asimilado como pocos las lecciones francesas referentes al uso prudente y pertinente de las salsas. Valgan como ejemplos la citronette pasada por nitrógeno líquido sobre una brocheta de calamares a la parrilla; más allá de la bondad de la citronette, cabe subrayar el cambio físico que experimenta al disolverse, pasando de fría y crujiente a cremosa y persistente. O la ensalada de puntarelle (variedad de chicoria romana), tripa de buey, caballa y caracoles de mar sazonada con unas gotas de una salsa de ajo delicada y cremosa que da consistencia y sabor a esta variedad de ingredientes. Después de unos cuantos meses, todavía me asombra la suculencia de los linguine de Gerardo Di Nola con ajo, aceite, guindilla y pimiento del piquillo en que la justa cantidad de agua de cocción se transforma en crema que le da un toque goloso al plato, otorgándole un poco de esa pasión visceral característica del ajo, del aceite y de la guindilla. Un elogio a la simplicidad. Una sencillez solamente aparente, porque el resultado obtenido es el fruto del rigor en la elección de la materia prima, de la perfección en la ejecución, del conocimiento de la tradición y de la clase del chef. Una clase que queda reflejada en el plato de resistencia: la becada. Las partes claras y oscuras ensartadas en una brocheta depositada sobre una rebanada de pan empapado con el fondo de cocción, la cabeza cortada por la mitad y rellena, patatas confitadas, ajo cocido en su piel y loncha de tocino. Más allá de su clase, pienso que conviene subrayar el coraje del cocinero por servir este plato a orillas del mar durante un día de verano y después de diez platos... Sólo el dominio absoluto y las ganas de hacer las cosas bien permiten a Mauro servir esta becada sin recargar ni perturbar al comensal.
La experiencia en el restaurante Uliassi fue muy positiva. Me gustó mucho la familia de la casa. Además de la simpatía de Catia, recuerdo la profesionalidad del maître Ivano, que asegura un servicio joven, sonriente y perfecto. También recuerdo la visita de la cocina y los cocineros que me presentó Mauro: Mauro Paolini, serio, y el mítico Vanni, así como la joven brigada, de la cual Mauro nos presentó, entre otros, a su hijo Filippo. Me gusta la seriedad, el rigor, la minuciosidad humilde y la discreción de esta familia tan típica de Le Marche, tan italiana.
 



Gilberto Grigliatti

El Chef Italiano

Cuando visitamos a Mauro Uliassi por primera vez a principios de mayo de 2009, mis expectativas fueron confirmadas con creces. Al ver la cantidad de cubiertos servidos a un nivel tan alto, sabía perfectamente que estaba en uno de los mejores restaurantes de la península. Lo que más me sorprendió fue la “calidad” del mensaje, porque tuve la impresión de estar frente a uno de los mejores ejemplos de la “italianidad” gastronómica actual.
El menú que saboreamos (ver ficha siguiente en la sección de los restaurantes) refleja madurez y calidad, desde la excelencia de las materias primas al conocimiento de la tradición y de la historia, pasando por el equilibrio demostrado tanto en las ejecuciones históricas como en las modernas. Incluso me pregunté: ¿no estaré ante el intérprete más italiano del panorama culinario del país transalpino?. Cuando digo “más italiano”, me refiero no sólo a la centralidad geográfica, sino también a la justa medida entre la cocina de los grandes chefs del sur (más visceral, pasional, sincera, directa, instintiva y cálida) y la de los no menos grandes del norte (aparentemente más intelectual y razonada, más académica y francesa, a veces aburrida). Pues bien, Mauro es todo esto: un hombre pragmático, directo, instintivo (pero no impulsivo). Un conocedor de la historia, Un intelectual que no cansa ni se hace pesado. Un cocinero moderno e innovador, sin excesos, y a la vez tradicional, con toques franceses. En definitiva, un hombre completo. Su cocina se puede definir como muy actual, moderna, basada y centrada en la naturaleza. Ha superado los barroquismos formales y conceptuales de una parte de la Italia gastronómica (y de la crítica). Técnicamente hablando, lo que más he apreciado fue la calidad del complejo tratamiento de las salsas (todo un arte). Además de dominar perfectamente los procedimientos de la alta cocina, destaca en la dosificación y en la precisión de las construcciones. Sabe adaptar las grandes recetas clásicas a los productos del mercado y a su cocina. Ha asimilado como pocos las lecciones francesas referentes al uso prudente y pertinente de las salsas. Valgan como ejemplos la citronette pasada por nitrógeno líquido sobre una brocheta de calamares a la parrilla; más allá de la bondad de la citronette, cabe subrayar el cambio físico que experimenta al disolverse, pasando de fría y crujiente a cremosa y persistente. O la ensalada de puntarelle (variedad de chicoria romana), tripa de buey, caballa y caracoles de mar sazonada con unas gotas de una salsa de ajo delicada y cremosa que da consistencia y sabor a esta variedad de ingredientes. Después de unos cuantos meses, todavía me asombra la suculencia de los linguine de Gerardo Di Nola con ajo, aceite, guindilla y pimiento del piquillo en que la justa cantidad de agua de cocción se transforma en crema que le da un toque goloso al plato, otorgándole un poco de esa pasión visceral característica del ajo, del aceite y de la guindilla. Un elogio a la simplicidad. Una sencillez solamente aparente, porque el resultado obtenido es el fruto del rigor en la elección de la materia prima, de la perfección en la ejecución, del conocimiento de la tradición y de la clase del chef. Una clase que queda reflejada en el plato de resistencia: la becada. Las partes claras y oscuras ensartadas en una brocheta depositada sobre una rebanada de pan empapado con el fondo de cocción, la cabeza cortada por la mitad y rellena, patatas confitadas, ajo cocido en su piel y loncha de tocino. Más allá de su clase, pienso que conviene subrayar el coraje del cocinero por servir este plato a orillas del mar durante un día de verano y después de diez platos... Sólo el dominio absoluto y las ganas de hacer las cosas bien permiten a Mauro servir esta becada sin recargar ni perturbar al comensal.
La experiencia en el restaurante Uliassi fue muy positiva. Me gustó mucho la familia de la casa. Además de la simpatía de Catia, recuerdo la profesionalidad del maître Ivano, que asegura un servicio joven, sonriente y perfecto. También recuerdo la visita de la cocina y los cocineros que me presentó Mauro: Mauro Paolini, serio, y el mítico Vanni, así como la joven brigada, de la cual Mauro nos presentó, entre otros, a su hijo Filippo. Me gusta la seriedad, el rigor, la minuciosidad humilde y la discreción de esta familia tan típica de Le Marche, tan italiana.
 

Oct 21 12:00
Oct 21 08:35


El aceite de oliva virgen extra, gran protagonista

 

El 9 de noviembre, lunes, tendrá lugar, a partir de las dos de la tarde, la final del  VII Campeonato Internacional de Recetas con Aceite de Oliva Virgen Extra “Jaén, paraíso interior”.
El Campeonato, organizado por el Congreso lomejordelagastronomia.com y patrocinado por la Diputación Provincial de Jaén y por la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, está dotado con un premio de 18.000€ para el vencedor.
La Ciudad de la Gastronomía, instalada en el recinto ferial de Alicante (I.F.A.) durante el congreso, será el escenario en el que se verán las caras los once jefes de cocina que han llegado a la gran final después de superar las diferentes cribas hechas por la Organización hasta elegir las mejores recetas. Evidentemente, todas ellas tendrán en común que el aceite de oliva virgen extra será el protagonista de cada plato, el hilo conductor de cada una de las fórmulas que competirán en dicha gran final.
En anteriores ediciones han ganado cocineros de gran prestigio, algunos de ellos, hoy, de proyección mundial. En concreto, han sido ganadores Massimo Botura, Ilario Vinciguerra, Jordi Cruz, Matteo Baronetto, Joan Bergués y Jesús Remiro.
En la final de este año estarán presentes 7 chefs españoles y 4 italianos. En concreto, Josean Martínez Alija, del restaurante “Guggenheim” de Bilbao; Ramón Piñeiro, de “Marqués de Riscal”, en Elciego, Álava; Iñaki Rodríguez, del “Mesón del Pirineo”, en Pamplona; María José San Román, del “Monastrell”, en Alicante; Aitor Martínez Casal, del restaurante “Pepe Vieira”, en Poio, Pontevedra; Sergio Bastard, del “La Seu”, en Dénia, Alicante; Rafael Soler, del “Villa da Vinci”, en Teulada-Moraira, Alicante; Gionata Rossi, de “Ilmegliodijo”, en Viareggio, Italia; Fabio Chilese, de “La Peca”, en Lonigo, Italia; Rosanna Marziale, de “Le Colonne”, en Caserta, Italia; y Omar Viero de la “Trattoria al molin vecio di candongo”, en Candongo, Italia.
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Decepción por el metodo de pago en el restaurante "El Rincón del varadero" de Alicante"

No voy a criticar el menú; que no fue malo. Necesito criticar la forma de anunciar en ese estableciomiento de que "No se admiten pagos con tarjeta de crédito". Ese señor está en su derecho de no admitir tarjetas (cosa "sin mucho sentido" hoy día), pero que actúe correctamente anunciándolo de forms bien visible y a la entrada del establecimiento. (Está claro que no le interesa). De esta forma me hubiese evitado una situación vergonzosa, el otro día, al no admitirme la tarjeta en presencia de mi cliente, (tenía verdadero interés en quedar bien con él) que se vío obligado a pagar. De nada me sirve que me enseñe posteriomente un pequeño letrero en la esquina de una puerta interior (que no destaca y por supuesto no se lee) donde informa de que no se admiten tarjetas; y menos me sirve que me indique que le page por transferencia; gracias por la confianza; pero el mal ya estaba hecho.

Sería interesante que en su página anunciasen esta incidencia para evitar situaciones embarazosas a los clientes.

 

Anónimo


Raimundo García del Moral

Los sentidos, la gastronomía y el sexo

En la especie humana, el olfato fue el segundo placer en aparecer tras el sexo. Uno de sus hechos esenciales es que la capacidad del cerebro para acumular nuevas experiencias se agota con la edad, sobre todo porque los quimiorreceptores de la pituitaria nasal se van muriendo. En este sentido, la prestigiosa enóloga de la Universidad de California Ann Noble ha sido muy expresiva: «...déjenme darles una noticia mala y otra buena: dispónganse a experimentar una pérdida progresiva del olfato a partir de los treinta años, pero prepárense también para disfrutar cada vez más del olor de sus recuerdos». ¡El olor de nuestros recuerdos!; una maravillosa evocación donde quizás se encuentre el origen de esa manida frase que algunos esgrimen cuando se les pregunta por una experiencia gastronómica concreta: estaba bueno, sí, pero ¡la mejor cocinera del mundo es (o era) mi madre! Esta es la última razón por la que los incondicionales de la cocina tradicional no ansían nuevas experiencias gastronómicas; les basta con evocar los potentes aromas y sabores del pasado a través de las vagas sensaciones que ahora solamente intuyen.
Pero el olfato también está estrechamente vinculado al sexo ya que tanto el hombre como la mujer secretan feromonas a través de su piel y mucosas. Las feromonas son sustancias liberadas por un individuo que provocan sobre los restantes de la misma especie, normalmente de sexo contrario, una respuesta estereotipada de su comportamiento, acompañada o no de algunos cambios endocrinológicos que facilitan la respuesta sexual mutua. En el cuerpo humano las feromonas se encuentran en el esmegma del pene, el flujo vaginal y la secreción de las glándulas apocrinas relacionadas con las regiones del cuerpo humano más ricas en vello. De ahí quizás procedan el refrán español de ‘hombre velloso, o rico o lujurioso’ y la típica frase de ‘aquí huele a sexo” para señalar los lugares donde se practica.
El sentido del gusto es más sencillo y aversivo que el del olfato pues surgió en los seres vivos para asegurar la ingestión de nutrientes y rechazar los potenciales agentes tóxicos. Por eso casi todos los mamíferos responden positivamente al sabor dulce ya que la glucosa es la fuente esencial de energía y de su ingesta depende la supervivencia del individuo. Sobre los alimentos y sustancias potencialmente comibles que influyen en el comportamiento sexual (los comúnmente llamados afrodisíacos) existen tres tipos fundamentales dependiendo de que su mecanismo de acción sea incrementar el deseo sexual o libido, la potencia de los órganos genitales o el placer durante el coito.
Los excitantes de la libido actúan a nivel del sistema nervioso central modificando la producción de neurotransmisores específicos o las concentraciones en sangre de las propias hormonas sexuales. Estos afrodisíacos son efectivos en ambos sexos aunque como la mayoría incrementan sobre todo los niveles de testosterona, su uso es más específico en el sexo masculino. Algunos ejemplos son la ambreína (un componente del ámbar gris del cachalote), el Lithospermum arvense o mijo del sol, el nabo común o Brassica rapa y una mítica sustancia, la bufotenina, que se encuentra en la piel, veneno y glándulas de diversas especies de sapos y es el ingrediente activo de la ‘piedra india del amor’. Esta última sustancia, que también se obtiene de algunos vegetales y hongos, es un potente alucinógeno y su ingesta puede tener graves consecuencias para la salud.
Los afrodisíacos más de moda hoy son los que incrementan la potencia sexual, fundamentalmente del hombre aunque también son efectivos en la mujer, ya que actúan facilitando la erección del miembro viril. Los más importantes son el sildenafilo o Viagra y sus derivados, medicamentos no desprovistos de efectos secundarios y contraindicaciones pero que han supuesto la revolución en el tratamiento de la impotencia masculina (¡ojo!, que ahora muchos de supuestos afrodisíacos naturales vendidos ilegalmente los contienen, sin que se advierta de ello en la etiqueta); el Panax ginseng (del latín, panacea) muy empleado como antioxidante general y afrodisíaco en la medicina china y el peligrosísimo popper (nitrito de amilo) muy popular entre la población gay y cuyo abuso puede ser fatal.
Otros afrodisíacos son los que por irritación aumentan la sensibilidad de las mucosas durante el coito para potenciar la percepción de las sensaciones. Entre ellos se encuentran algunas sustancias que desde antiguo han sido oscuro objeto de deseo para los adictos al sexo pero que tienen importantes efectos adversos, como la cantaridina, un polvo con notables propiedades congestivas e inflamatorias sobre las mucosas que se obtiene machacando al insecto verdoso conocido como cantárida o mosca española, y la yohimbina, que extraída de la planta Corynanthe yohimbe tiene potente capacidad irritativa sobre las mucosas, además de multitud de acciones tónicas cardiovasculares, algunas de ellas indeseables.
En este grupo de estimulantes de las mucosas genitales por irritación es donde se integran la mayor parte de los alimentos con supuestos efectos afrodisíacos, principalmente por su elevado contenido en sustancias volátiles que se excretan por la vía urinaria. Entre ellos se encuentran el anís, el coriandro, la albahaca, el hinojo, la salvia, el azafrán, el ajo, el jengibre, los espárragos, el apio, las alcachofas, las almendras, la guaraná, el grano de terciopelo, algunos moluscos como las ostras y por supuesto, el chocolate, uno de los más emblemáticos alimentos afrodisíacos. La capacidad de todos estos alimentos para estimular las relaciones sexuales ha sido estudiada en diversos modelos experimentales recogidos por la literatura científica aunque el trabajo más curioso dentro de ellos es el que relaciona la ingestión de chocolate con la actividad sexual de la mujer (Salonia A et al. Chocolate and women's sexual health: An intriguing correlation J Sex Med. 2006 May; 3(3):476-82).
Aunque en el placer gastronómico (o sexual) no todo es olfato y gusto. En los niños, que son perceptores globales pues aún no han desarrollado su memoria gustativa, la vista y el tacto son tan importantes como el sabor dulce. ¿Qué chaval se comería un plato de alcachofas con habitas, guisantes y choco sin un entrenamiento intensivo previo? En la civilización occidental está claro que la comida (y el sexo) primero han de entrar por los ojos. De aquí surge el concepto de erotismo, entendido este como el estímulo visual o auditivo que provoca excitación sexual, lo cual entronca perfectamente con la emoción que provoca en muchos aficionados al buen comer la contemplación del paisajismo gastronómico que, como movimiento culinario estético, ha llevado a la cocina española a triunfar en el mundo.
Sobre el papel del sonido en la gastronomía un perfecto ejemplo es la intuitiva y perceptible diferencia que se establece entre alimentos crujientes y crocantes. En los crujientes predomina la audición por vía aérea de los sonidos que, saliendo de la boca circulan fuera de ella hasta alcanzar el pabellón auricular. En la percepción de los crocantes, a la especial estimulación de los receptores sensoriales para la presión, el cizallamiento y el movimiento de las mandíbulas, se suma la transmisión directa por vía ósea hasta la cóclea del sonido que se genera al masticar el alimento. ¡Prueben si no a taparse los oídos para ingerir alimentos crujientes y crocantes y percibirán la diferencia! En el colmo de refinamiento, Heston Blumenthal en su restaurante The Fat Duck de las inmediaciones de Londres ha propuesto asociar a la ingesta de los alimentos algunos de los sonidos presentes en su habitat natural; por ejemplo, el sonido del mar suministrado por los auriculares de un iPod para la degustación de unas ostras. En el sexo, la conexión con el sonido es mucho más evidente, ya sea a través de los mecanismos instintivos existentes en numerosas especies animales, como ocurre con el canto del macho para atraer a la hembra, o mediante los sonidos, música y palabras eróticas que los amantes se susurran al oído en la especie humana.
Aunque es obvio que sexo y tacto son inseparables, pues sin este último una relación difícilmente puede culminar en el orgasmo, la relación entre ambos va más allá de lo genital. Por una parte, la caricia es uno de los actos que distinguen a los primates del resto de los mamíferos y, por otra, resulta que el tacto dentro de la relación sexual también significa sumisión, poder, intimidad, placer, atracción y gusto. En la gastronomía también el tacto es muy importante. Uno de los grandes desafíos para los científicos básicos del siglo XXI está siendo desentrañar los mecanismos moleculares y fisiológicos que sustentan la percepción oral de las texturas de los alimentos y como estas influyen en el placer gastronómico. De hecho, mientras que la mayoría de los intríngulis del olfato y el gusto ya parecen haber sido desentrañados, la asignatura pendiente para la ciencia continúa siendo el tacto, más aún desde que la introducción progresiva de compuestos poliméricos complejos, algunos de ellos en forma de materias blandas inestables que a veces solo tienen una vida media de minutos, ha producido una infinidad de nuevas texturas en los alimentos, lo que ha sido fundamental para el desarrollo de la cocina de vanguardia de finales del siglo XX. Toquemos madera sin embargo, porque parece que hablar ahora de las texturas en la alta cocina es algo superado; casi un tabú sobre el que es mejor pasar de puntillas. Menos mal que por ahora nadie ha propuesto quitarle relevancia el tacto y sus variaciones dentro del sexo, porque si no, estábamos aviados.
 

  • Vieja friendo huevos
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  • El olfato fue el segundo placer en aparecer tras el sexo
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  • La naturaleza y el sexo
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  • Los casi infinitos matices aromáticos y de color del vino deJerez
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  • La vista y el tacto son los sentidos fundamentales para los niños
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  • Paisajismo gastronómico.Bruma de Quique Dacosta (El Poblet, Denia)
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Diego Rodríguez Rey

In vino méntiras

Wine Spectator –para el que no lo sepa- es la revista más insigne, como su nombre indica, directamente relacionada con el mundo del vino de publicación en EEUU. Magníficas fotografías, perfecta maquetación y ranking de vinos. Échense a temblar.
La revista instituyó hace años unos premios a las mejores cartas de vinos del mundo, recompensando con distintos galardones (awards) a los restaurantes que se presenten. Persiguiendo con las categorías algo parecido al “criterio de la Michelín” para otorgar una, dos o tres estrellas.
Las bases son fáciles: rellenar un formulario, mandar una carta de vinos, y pagar 250 leuros del ala.
Con todas estas premisas un crítico de vinos – de nombre Robin Goldstein- creó una web de un restaurante de Milán: “Ostreria L´intrepido” (¡ojo con el nombre!) y mandó los requisitos a la revista americana.
A la hora de otorgar los galardones la revista recompensó al restaurante italiano con un “Awards of Excellence”. La guasa de esta recompensa reside en que dicho restaurante sólamente existe en el mundo virtual; y, que además, el intrépido crítico le había colado al jurado unos errores en la carta de esos que se llaman de libro: ahora mismo no recuerdo; pero eran algo así como incluir el Tio Pepe en la D.O Ribera del Duero.

Cuento esto porque conozco algún bodeguero que vendería su alma al diablo si su vino apareciera en lo más alto del podium de alguna de las “prestigiosas listas” que se publican; y, desde ese momento poder duplicar, triplicar o... el precio de su creación sin remordimiento de conciencia; y así, poder emborracharse de legítima vanagloria.
Antes de que existieran las listas de los mejores vinos y champagnes (¿el champagne es vino?) la tendencia la marcaba James Bond y créanme que uno se podía fiar de las elecciones del agente secreto con licencia para beber: Mouton-Rothschild , Dom Perignon del 55, Bollinger... y así, hasta que Daniel Craig se prostituyó consintiendo ser la imagen de “Coca Cola Zero”. Tiene cojones; si levantara la cabeza Ian Fleming. Corren tiempos de sensatez en los que hemos conseguido que desaparezcan de los restaurantes los absurdos calendarios de Rioja con la calificación de las añadas, y los clientes ya no piden aquello de “un rosadito que va con todo...”
Los buenos bebedores saben que elaborar un vino que sobrepase los 100 euros de coste es un sinsentido especulativo que los snobs han estado alimentando este tiempo atrás; y que, ni tan siquiera, pisando la uva Cristiano Ronaldo, o extrayéndole el corcho de la cabeza a algunos de los políticos de este país se debería pagar esa cifra; y, que, el gurú mundial de los vinos- ¡que digo mundial: universal!- , con apellido de pluma estilográfica, confeccione su listado de caldos (otra palabra que hemos arrebatado a los cocineros: “algo es algo...”) excelsos degustándolos al lado de la chimenea y en compañía de no sé cuantos perros que ventosean cuescos, no le alteren –según él- lo más mínimo la cata. ¡Qué prodigio de nariz!
Por eso, siempre estaré del lado del maestro segoviano, Candido, que cuando le acorralaban para querer entrever su posición política. Él, sabiamente sabía salir del paso respondiendo con la incorrección de la época: “ política para políticos, mujeres a ratos y vino a todas horas.” Sin decir ni marca, ni puntuación del caldo. Toma ya.
Ahora, que se prepare el capullo me inquiera en próximas ocasiones para que le diga cual creo que es en mi opinión la lista más fiable. Le contestaré sin dudarlo: la de Schindler. Tontolhaba.
 

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