El cierre a finales de 2005 del bar Casablanca en la calle Zaragoza 50, que durante muchos años ha sido el más glorioso santuario de la tapa andaluza, ha supuesto una inesperada sorpresa y, sin duda, una pérdida irreparable para la ciudad. Por estas tierras siempre se ha dicho que todos los días perdiz, cansa; y al parecer, Manolo Casablanca, que ha hecho mutis por el foro, se había cansado de la incesante presión de público que cada día soportaba el establecimiento.