Una etiqueta legendaria, que se supera a sí mismo y que jalona la historia de los blancos españoles; fue el primer gran vinazo con chardonnay y desde su nacimiento se reafirma en la grandiosidad que le caracteriza, solo empañada excepcionalmente, cuando la naturaleza se le pone imposible a una bodega que elabora como los ángeles, que hace de la vid, el conocimiento y la técnica una pasión de vida. Por tanto, un Milmanda es siempre un Milmanda.
Este chardonnay fermentado y criado sabiamente en barricas nuevas de Nevers se distingue por exponer aromas potentes, francos y continuados, frutales y sobre todo frutales, con atisbos de almendra, que se reproducen en el paladar, donde, además de la idiosincrasia varietal, salen a relucir notas cremosas, dejando constancia de una atinada crianza, que completa al ingrediente principal, cada añada más presente. Evoluciona en consonancia con los tiempos y los gustos imperantes en la sociedad sin dejar de ser por ello importante; es así más importante y actual.