Es un vino moderno y a la vez fácil, que no deja de tener un bouquet clásico. Se plantea la importancia sin pretender demostrar una fuerza y estructura impactantes. Sabe a muchas cosas y poco a cada una de ellas, resulta sumamente equilibrado, destacando su aterciopelamiento, apreciándose frutas negras muy maduras, como moras, también posee notas minerales y regaliz, por supuesto que madera –pasó 24 meses en barricas nuevas de roble Allier–, vainilla y clavo, además posee una sutil acidez, tanicidad, calidez... todo a cuenta gotas. Lleno de sensaciones aromáticas retronasales, vinosas, que recuerdan mucho a bodega, reproduciendo motivos del hábitat en que se ha formado.
Tempranillo 100%. Pasó a cristal en febrero de 2004.