Miguel Angel Rodriguez ha pasado por grandiosos restaurantes, de talla mundial, como Noma, por ejemplo. Eso se nota en el diseño de los platos, ciertamente atractivos. Luego pasa lo que pasa, las limitaciones que tiene la alta cocina moderna a 30 €: producto, limitada mano de obra...y, en el caso que nos ocupa, falta sabor. Si se acentuara este en algunas de las preparaciones, nada, absolutamente nada se puede reprochar. No se pueden pedir peras al olmo. En consonancia con lo que se paga, se come, en un ambiente coherente: informal y mundano. Estamos, pues, en un gastrobar formado en la cocina de vanguardia con logros desiguales.
Las croquetas, sin ser excepcionales, por costra o cremosidad, están bastante buenas, aunque les falta definición, las de hongos no saben a hongos y las de jamón sólo un poquito más. El lomo de merluza sale en un magnífico punto, si bien la salsa verde vuelve a pecar de insipidez y los elementos: almejas, espárragos blancos y huevos duros, se han dejado caer en el plato sin ningun sentido.
El rollo de láminas de aguacate relleno de tartar de gambas con nachos y otros ornamentos esta bien, si bien el marisco se pierde un tanto al estan dentro de un producto con tanto carácter. Formidable el carpaccio de lengua escalarlata con avellanas, láminas de champiñones crudos y manzana encurtida; en verdad sabroso y refrescante a la vez, con toques motivadores. Gustosos, efectivos, los fideos tostados y embebidos de esencias marinas con cigala, mejillón y almeja. Impecable y bien pensada la costilla marinada con lechuga, aceite de sésamo, vinagre, mostaza y cebolla encurtida. Y repite éxito la molleja de ternera, de gran calidad e impecablemente tratata, con un trazo de hongos y espárragos a la plancha impregnados de aroma a tomillo.
Se aprecia la alta formación de Miguel Angel Rodriguez. Tiene que cuidar los altibajos y subir el gusto de algunos platos. Entiendase: es muy complicado dar mejor por 35 € alta cocina. Joven, sumamente informal, muy, muy sociologico.