Este triunfal restaurante de la familia Castelló, hijo aventajado del archifamoso Nou Manolín, no ofrece arroces deslumbrantes pero sí una de las mejores medias, en conjunto, de la Comunidad Valenciana. Dieciséis variedades regularísimas, que, junto a unas descomunales gambas rojas, un colosal jamón Joselito y una antológica parrillada de verduras, sin olvidar las sepionets salteadas o las quisquillas de Santa Pola, configuran el menú ideal de tan exitoso establecimiento. Tampoco deben de olvidarse las cigalitas, los calamares y la humilde fuente de patatas con pimientos y jamón.
¿Qué arroz elegir para rematar el festín? La verdad es que resulta harto complicado señalar uno, ya que todos nos parecen muy gratificantes. El caldoso con rape y verduras es un “potaje” que cuenta con multitud de seguidores, también el negro de sepionets de la bahía con alcachofas, llevándose la fama el suntuoso de langosta de Labarca. Ahora bien, si es preciso comprometerse, la discusión se centra entre el muy típico y siempre gulesco de pieles de bacalao con patatas, garbanzos y hortalizas, que goza de enorme predicamento entre su parroquia y el de verduras con magro, para nosotros el número uno; un arroz que huye de la suculencia y pesadez dominantes, clamando por la pulcritud, la delicadeza, la liviandad y la humildad. Soberbio.
Debajo del comedor está ubicado el bar, cuya oferta pasa por ser una de las más exuberantes del país, habiendo merecido el Premio a la Mejor Barra en Lo Mejor de la Gastronomía.