Pepe Gómez es un fenómeno social. Un triunfador; que desde tiempo inmemorial ha conseguido llenar establecimientos grandísimos y que en la actualidad cuenta con varios restaurantes, que atraen el mejor público de Málaga y Torremolinos, como este, situado en un lugar estratégico de la capital, que dispone de una instalaciones muy variadas y harto efectivas: barra, terraza con el mayor de los ambientes, varios comedores, privados…cada cliente encuentra aquí lo que desea y, siempre, con la caballorisidad y sencillez que distingue al patrón.
La cocina se regocija en la simpleza y tiene a gala dos más grandes verdades: el mejor producto a un precio justo en su hechura perfecta, resaltando inmaculabilidad y jugosidad, en eso la casa está a la ultísima. Luego las elaboraciones son precisas y actualizadas en su costumbrismo, eso sí, sin ninguna sofisticación, sin complementos apenas, como el delicado ajoblanco con melón. El jamón es el mejor del mundo y Joselito envía un producto fetén sabedor de que este es un cliente de años ha, que adquiere como muy pocos en España y que se puede permitir todos los lujos. Las gambas blancas irradian frescor y no pueden salir mejor terminada; en verdad manjarosas, resaltando las esencias naturales, jugosísimas, muy poco hechas. Igual hemos de decir de las cigalas, medias grandes, no son inmensas, pero su estado no puede ser más fresco ni más exultante, y el tamaño también se nota en el precio, pues Pepe es muy listo y sabe hasta donde puede pagar él y hacer pagar al cliente; el éxito tiene muchos argumentos. Parecido podemos decir de las coquinas, elementalmente abierta en sartén con un poco de aceite y unas motas de perejil, no tienen ni menos ni más tratamiento. Excelente el ajoblanco malagueño que se sirve, según temporada, con distintas frutas, como el melón en el estío, La porra antequerana es en sí misma hemos de otorgarle el calificativo de obra de arte, por su refinamiento gustativo y táctil, una sopa del pueblo hecha por un 3 estrellas parisino, a la que se añaden, por aquello de que la gente quiere un poco de carnaza, una lascar de ventresca de atún de lata, que se agradecen aunque no mejoran el caldo espesito y rojo, que es para sorber como si fuera champán. No hay que dejar de probar por nada del mundo la ensaladilla rusa, ciertamente delicada, con unas esplendidas patatas y una delicada mayonesa, generosamente ilustrada con atún y langostinos, además de pimientos rojos. La copiosa fuente de fritura malagueña, boquerones; salmonetitos, pescadillas enroscada, los calamarcitos, todos con la justa harina y sin aromas de fritanga, son un primor en su elementalidad. Un rape, siempre selecto, en La Reserva 12 se come la Mejor materia prima de la ciudad, pasado rápidamente por la plancha, hecho con sabiduría, con unas verduras un tanto anodinas, pusieron colofón a este restaurante directo y llano donde los haya, noble y efectivo como el que más. Un desnudo ante el que nadie se resiste. Pepe es un artista de la vida, un hombre que conoce el mundo y a los humanos.
En la barra se puede picar de todo en este fenómenos social que congrega a lo mejorcito y más variopinto de Málaga.