Dejemos las cosas claras: no estamos ante un restaurante gastronómico, sino un establecimiento popular, al que la relación calidad-cantidad-precio le hace aparecer aquí. Es difícil comer mejor y más copiosamente por el precio que se apoquina. Las vistas sobre el mar y la amabilidad del servicio, que además tiene a bien advertirle que no pida más, que ya va a quedad ahíto sin tener que gastas unos euros más, ayudan al éxito del negocio, que enraíza muy bien con el paisaje y el paisanaje. Basta echar el ojo a los platos y comprobar todo lo dicho. Costumbrismo…muy costumbrista. Gratificante y económico.
Las rabas a 8,18 la ración son lo que son: tabernarias. En cuanto a la hechura: pecan descenso de harina crujiente aunque nada aceitosas. En cuanto a la calidad: sabor medio y textura blanda. No son para admirar pero no defraudan. Las almejas a la marinera a 14 € más de lo mismo. Tamaño medio, cocción larga aunque no excesiva y salsa tradicional, de tasca selecta. El estilo queda refrendado una vez más en los chipirones encebollados a 9,55 la ración. Son muchos, de aceptable sabor y con una guarnición casera bastante bien resuelta.
Se aprecia un aumento significativo de la materia prima en los pescados. Si se pregunta que es lo mejor, sin duda le recomendaran bichos muy frescos, hechos en un punto de cocción llamado a gustar a la inmensa mayoría. No pasados, pero clásicos. Si los pide jugosos, gentilmente se los harán, pero hay que demandarlos, ya que la clientela es mucha y clásica. Tanto el cogote de merluza como la ventrecha de bonito se ejecutan sencillamente, plancha y horneados, en algunos peces. Muy buen gusto, en abundancia y con guarniciones elementales en grandes dosis: ensalada de lechuga, tomate y cebolla; patatas laminadas coloreadas; cebolla con pimientos rojos.
Si no puede prescindir de los dulces, la gulesca tarta de la abuela y la de queso con mermelada de fresas…están correctas.