José Antonio León es un joven con la cabeza bien cimentada que tiene los pies en el suelo. Sabiendo cocinar a las mil maravillas su oferta gastronomica es la de una casa de comidas. Tanto en lo que corresponde a los platos que ofrece como a los precios que cobra por ello. Cocina sencilla tradicional refinada que produce mucha satisfacción. Dar de comer bien y barato es su prioridad. Y por eso tiene éxito.
El paté de lechazo churro con gelatina de sidra constituye un picoteo gracioso y efectivo con formas actuales y sabor de siempre. Los espárragos frescos, cocidos convencionalmente, con canónigos y tomates, es una manera personal y agradable de ver una ensalada. Fantástica la morcilla de Fuente Andrino, una de las mejores del país, magistralmente frita, crujiente por fuera y jugosa por dentro, que se engalana y contrasta con una soberbios pimientos de Torquemada. Ciertamente gulesca la sopa castellana ilustrada copiosamente con careta. La menestra, que a priori es ancestral, ya que algunas de las verduras se rebozan como la coliflor, las espinacas y las judías verdes, resulta gustosísima, ya que esta impregnada de un caldo de ternera y pollo que aporta suculencia a guisantes, espárragos, zanahoria, pimientos rojos y verdes, etc., a lo que también contribuyen unos tacos de jamón. No es inmaculada pero si muy suculenta; pecado venial que se perdona por el inmenso placer que proporciona. El bacalao con tomate refrenda la tónica general: el punto de cocción del salazón esta logradísimo y la salsa viene a ser una sutileza de la culinaria casera. Las chuletillas de lechazo brillan por la nobleza de la materia prima, saliendo muy churruscaditas. Y el rabo de vaca es un guiso tradicional con sabrosura y consistencia.
Otros platos a tener en consideración: alubias blanca de Saldaña con pato y oreja, garbanzos palentinos con rape y mollejas de lechazo al ajillo. Los martes, en invierno, sirven un estupendo cocido castellano.