Animada taberna marinera donde puede comerse sentado a sus recias mesas de pino blanco, o bien tapear cuerpo a cuerpo en la barra, siempre concurrida de clientes ávidos de sensaciones gastronómicas cómplices. A pesar de la animación, la distancia entre las mesas permite la intimidad de los comensales y que no se mezclen las conversaciones.
El propietario y factótum del negocio es Joaquín López, ayudado en los fogones por su madre Encarnación Gómez y su hija Encarna, dos sabias maestras de la cocina andaluza para las que la técnicas habituales de la culinaria del pescado, fritura y plancha, no esconden secretos.
Una manera de comenzar luminosamente el ágape es aunando en una ensalada dos productos señeros de estas tierras solares capaces de provocar cálidos y refrescantes sabores: tomate raf y aceite de oliva virgen, extra y sin filtrar de Tabernas. Otra opción, unas anchoas en salazón hermosas y sabrosas a más no poder; las mejores caseras del Mediterráneo. Descomunales las gambas rojas de Almería, hechas a la plancha con un atrevido punto de cocción para estas latitudes. El marisco sale despojado de su armadura colorada caliente por fuera y semicrudo por dentro, manteniendo intacto todo su sabor. El calamar de potera confitado en aceite de oliva mantiene su inmaculabilidad sápida y textural: Inolvidable.
Mención especial, por su peculiaridad e intensidad, tiene el hígado de rape frito; el foie gras del mar salteado. Otra virguería, una cazuela de distintas partes del atún, por ejemplo morrillo, que resulta ciertamente gelatinosa y sabrosa; un motivo más que acrecienta la nobleza y autenticidad que caracteriza a la casa y cuanto ofrece.
Impecable el bacalao en una sabrosona y densa gabardina; crujiente por fuera y con todos sus jugos dentro. Otra demostración de la sabiduría en el arte milenario de freír fueron los boquerones de la variedad látigo, finísimamente enharinados. La perfección del frito y sobre todo el frescor del pescado permite sostenerlos agarrados por la cola en paralelo sobre la fuente, sin riesgo de tronchar el pescadito.
Además de lo citado, tienta con otros excelentes mariscos y pescados de la bahía almeriense, como las enormes caracolas aliñadas de más de un kilogramo de peso, las ricas coquinas a la marinera, también las cañaíllas y, sobre todo, las quisquillas exultantes de frescas, que brindan crudas o a la plancha, vuelta y vuelta. Entre los pescados, a su vez merecen destacarse el pez espada a la plancha, de impresión y las deslumbrantes frituras de salmonetitos, pijotas, bacaladillas... y lenguado, por supuesto que este último hecho con sus interiores hasta que la piel bufa, de manera que el pescado queda impecablemente crocante por fuera y cocido en su propio vapor en el centro.
Cuelgan unos cuantos jamones de Joselito y Cinco Jotas, seleccionadísimos y cortados con maestría.
Desde hace muchos años, el mejor restaurante de la ciudad.