Cocina tradicional mediterránea actualizada en las cocciones y en los realces, así como en las escenificaciones. Naturalidad, sencillez y, por lo general, un toque diferenciador en la articulación de los elementos. Inspirándose en el pulpo a feira, Alfonso Mira, discípulo de Martín Berasategui, ofrece un morrocotudo pulpo lavid, que bien podría denominarse a la alicantina. Por capas, unas láminas de patata cocidas, encima unas rodajas de pulpo y todo ello cubierto por una etérea y expresiva espuma de alioli gratinada. Un magnífico ejemplo, entre muchos, de renovación de la memoria histórica. El crujiente de boquerón relleno de espinacas forrado en una delicada lámina de brick para luego freírlo y sacarlo doradito es otro testimonio de cómo marcar la diferencia en la elementalidad y el costumbrismo. Cabe decir que si bien el resultado es muy comercial, recurrir a un brick no es tan audaz como convertir en etéreo un alioli. Un plato de técnicas actuales con sabores inmortales bien plasmados y sin tapujos: huevo a baja temperatura con espuma de patata, foie gras y boletus edulis. Que la casa no escatima na de na en cantidad y calidad de materia prima queda patente en el carpaccio de alcachofas, por aquello del corte de la verdura, adornado manjarosamente con lonchas de jamón de cerdo ibérico de bellota, lascas de parmesano y tomate confitado. El plato principal de la casa, convertido en gratísima obligación, que por sí mismo vale un largo viaje, es el arroz que más gloria ha dado a Alicante y Murcia, a la Alicante y a la Murcia profundas, el de conejo y caracoles, que se sirve en este caso concreto con unas tiras de pimiento y una pequeña cabeza entera de ajos. Los granos aparecen sueltos y en dos texturas: al dente y socarrat; presentando una altura que no llega a un dedo. Si esto es bueno, lo mejor radica en el aroma y el sabor del cereal, profundamente perfumado por el sarmiento, en el que se hace a un fuego vivísimo, que envuelve la paella, aportándole una encantadora rusticidad, que transmite autenticidad y mucho gusto. A lo dicho, después del de Paco Gandia, en Pinoso, no hay otro en la zona.
Cada día de la semana se ofrece un plato de cuchara: los lunes potaje de garbanzos con pulpo y espinacas, los miércoles lentejas con cerdo y chorizo, los jueves alubias con perdiz, los viernes fandango, los sábados gazpacho manchego al sarmiento y los domingos pelotas del cocido.
Otros momentos que han contribuido al éxito triunfal de este establecimiento son las patatas ibéricas (láminas como soporte de jamón y huevo de codorniz frito), la inmaculada hamburguesa de gambas con cebolla y mostaza y las excelentes chuletillas de cabrito salteadas con ajetes. Más arroz del territorio: en costra, cubierto con huevo y con múltiples y pantagruélicos tropiezos: morcilla, salchicha, chorizo…la glotonería.
Si Alfonso en los fogones tiene su enjundia, la sala también, pues su hermano Teo se la despacha con mucha simpatía y demostrando enorme erudición en lo que respecta al vino.