Carne con cuero

Una de las zonas geográficas más importantes de la Argentina es la denominada Región de Cuyo, integrada por tres provincias: San Juan, Mendoza y San Luis.
El clima árido es su común denominador pero, gracias a la acción del hombre y al manejo equilibrado del agua, ha permitido generar excelentes oasis productivos junto a importantes centros urbanos.
La provincia de Mendoza está situada al oeste y se recuesta sobre el imponente paisaje de la cordillera de Los Andes. En sus diferentes espacios y paisajes se suceden los cultivos de vid, frutales, hortalizas y aromáticas que abastecen el mercado interno y satisfacen las exigencias del mercado exterior.
Es en el ámbito rural de esta provincia donde se desarrolla el presente relato, lugar que conserva costumbres heredadas de tiempos pasados, como esta exquisita tradición culinaria.

Si de casualidad anda por allí y llega a sus oídos que se está por celebrar un casamiento, bautismo o cumpleaños de quince de las niñas mozas del pueblo, es posible que pueda cruzarse a los hombres del pueblo, simples, sonrientes, siempre bien peinados con carita de no-se-qué. Quizás a primera vista no aparenten nada pero ¿sabe una cosa? están dedicándose afanosamente a preparar la llamada carne con cuero.
Mate en mano y muy tempranito (mínimo un día antes del agasajo), se deslizan y reúnen en algun galpón propio o prestado y faenan la mejor vaca. No la cuerean ni le quitan el pelo, la trozan en porciones grandes dejando colgajos de cuero libres en cada uno, utilizados para la costura posterior.
Por otro lado, y para cada trozo, preparan una bolsita de tela porosa que contendrá los condimentos elegidos según la costumbre y gusto del asador (puede ser ají molido, laurel, orégano, pimienta negra, ajo fresco picado, etc.).
Salan por dentro la pieza de carne con sal gruesa, introducen las bolsitas de aderezos y cosen con alambre fino, aprovechando para ello los colgajos de cuero.
Para asegurarse que los paquetes no se abran durante la cocción, refuerzan con tela metálica (la misma que se emplea en los gallineros) o material desplegado fino y los reservan.

Ahora es el turno del horno de barro, que con su gran boca se prepara para contener en su seno al fuego durante varias horas. Una vez lograda la temperatura ideal, retiran la totalidad de las brasas y cenizas.
Rápidamente ubican las piezas de carne y sellan con barro todas las aberturas,
respiraderos y juntas de la puerta del horno.

Entre seis y ocho horas después la carne con cuero estará a punto.

Llegó el momento. Los comensales esperan impacientes picoteando el pan casero. Desaparecen uno a uno “los hombres de la casa”(el asador y sus ayudantes) ; es la antesala silenciosa del manjar... minutos después... se escucharán cientos de aplausos por cada delicioso bocado que se llevan los invitados a la boca al grito de “¡Un aplauso para el asador”!.

Es importante destacar que el aspecto de la carne con cuero cuyana no es su mayor atractivo ya que al no estar expuesta a llama abierta no se dora, pero no se confunda, su secreto radica en lo que no dice: el sabor que sorprende al degustarla.
Completamente recomendado entonces festejar la felicidad de los novios, quinceañeras y bebitos (si no está invitado, ponga cara de amable y diga que vá de parte de la novia) y no se pierda de compartir esta carne cocida en su propio jugo entremezclado con el sabor del aliño y en compañía de gente muy querible.



Silencio y Gachamiga

El silencio era absoluto ese día, en Chinorlet. Estaba nublado. A pesar de ello, los almendros enseñaban ya sus flores. Vi a tres o cuatro personas en la calle. Y a tres gatos y un perro. La campana de la iglesia daba las horas. Por un instante, me sentí poeta y escribí en un bloc esto: “Era tan intenso el sonido del silencio / que los oídos le dolían”.
Puede que no sea un verso muy inspirado, pero es voluntarioso y otros peores reciben premios en los ateneos y círculos culturales de andar por casa.



Abominables risottos

Los risottos están de moda y yo los detesto. Puede que algunas de las fórmulas de los grandes cocineros italianos alcancen la sublimidad, pero yo no las he probado. Lo único que sé es que muchos jóvenes cocineros españoles muestran una pagana adoración por esta versión de los clásicos arroces melosos valencianos.



Recorriendo Los Brasiles

Después de haber organizado una cena con el cocinero brasileño Alex Atala, el pasado mes de enero en el restaurante Nodo de Madrid y leer las críticas que se publicaron al respeto, me hago una pregunta: ¿Será que existe un mínimo de conocimiento de gastronomía brasileña? ¿Una pequeña noción? ¿Se puede hablar de identidad? Cuando pensamos en gastronomía de un país automáticamente nos viene a la cabeza un plato emblema o una materia prima que plasma la cultura del mismo.
Y Brasil, ¿en que pensáis? ¿En Churrasco? Hábito que existe desde que el hombre descubrió el fuego y que hace parte de la cultura Gaúcha, etnia del sur de Brasil. Al alma de la carne se le ha dedicado mucho esfuerzo, existe un estudio de cortes, el instaurado sistema de rodizio de carnes con mesas repletas de guarniciones y caipiriña obligatoria. O tal vez en feijoada, gran plato que bien instrumentado llega a ser un ritual, acompañado de una cachaza añeja y con todos sus complementos adecuados para saborear contrastes, la fuerza de la judía bien cocida, la carne de cerdo en todas sus versiones, el torresno, la col, la banana y la naranja perfectas para desengrasar. Pero no vamos a entrar en más detalles, a la feijoada y al churrasco le dedicaremos un capítulo más adelante.
Ahora mi única intención es encontrar un sentido al porqué nos preguntamos que la gastronomía brasileña es una auténtica desconocida. ¿Versatilidad? ¿Diversidad en el cruce de culturas? ¡Tema complejo!
¡Pues creo que nos vamos a sorprender! El sabor de la historia de este magnífico país es de una riqueza patrimonial incalculable, construida a partir de la contribución de los pueblos que formaron la nación brasileña: herencia dejada por indios, africanos y portugueses.

Sobre la alimentación indígena nos trasladamos a Amazonía, sobre el 1650, con una enorme diversidad racial y cultural, con particularidades de cada etnia condicionadas por el hábitat natural donde se instalaron y que curiosamente influenciaron al mundo a través de los descubrimientos. Novedades como la mandioca, la tapioca, los pimientos o el guaraná.
Los pescados tanto de agua dulce como salada, pescados por diferentes métodos, eran uno de los principales alimentos básicos, generalmente consumido “moqueado”, técnica de asar primero y después ahumar en la madera; esta técnica llamada “moquem” fue adoptada por los piratas franceses como “bouquen”, de ello les viene el nombre de bucaneros. Podríamos extendernos mucho, pero vamos a centrarnos en el principal ingrediente, la querida y amada mandioca: La agricultura de la mandioca tiene más o menos diez mil años de especialización y tecnología de proceso debido a ser un vegetal extremamente venenoso. Centenas de variedades cada una con su finalidad: las dulces, las venenosas, las amargas, las bravas, comidas cocidas, las convertidas en harinas blancas o en pasteles y finalmente las mortales que necesitan un tratamiento especial de preparación para evaporar el terrible ácido cianhídrico que poseen. Del líquido venenoso prensado y extraído de en el tipití, fermentado al sol y hervido por largas horas aparece el famoso caldo tucupí. Nombramos también las deliciosas y desconocidas frutas, indispensables en la alimentación y de una abundancia asombrosa: abiu, ingá, japurá, açaí, jatobá, cupuaçú, bananas, pupuña…
Algunas referencias indispensables que marcan esta cocina, centrada en el norte de Brasil y sobre todo en Pará (Belén do Pará), de donde es autóctono el Berro do Pará o Jambú, hortaliza de hoja mágica que mordiendo su flor nos da una sensación de anestesia y que está siendo tan utilizada por todos nuestros cocineros. Pato no Tucupí, la Maniçoba, mouse de açaí, El Carurú de Pará, El Tacacá, Puding de tapioca, Torta de cupuaçu con merengue…son algunos platos representativos.

La Dieta Africana fue la base de la cocina regional que se formó en el noroeste brasileño, nos referimos a la actual “cocina bahiana” o también llamada “cocina de aceite” en referencia al aceite de dendé, ingrediente básico extraído de la pulpa de la fruta de la palmera Elaeis Guineensis, oriunda de Angola. Pero no será el dendé que defina la cocina afro-brasileña, seria un error pensar que en un país pluriétnico como Brasil un ingrediente básico puede identificar el origen de una cocina. No podemos olvidar que los esclavos fueron portadores de conocimientos ancestrales como el cultivo de la huerta: habas, achicoria, calabaza, boniato…ya eran hortalizas, tubérculos y verduras muy apreciadas. Encontramos también las pimientas aunque hoy en día existe una gran polémica sobre el origen botánico de estos Capsicum usadas en toda la cocina brasileña en general y de origen americana, pre-colombiana. Algunos de los platos de la reminiscente cocina Bahiana son: El Acarajé, La Moqueca de pescado, El Bobó de camarón, La Farofa amarilla, El Vatapá, La Buchada, La quejadinha…solo para citar algunos ejemplos.

La contribución portuguesa no fue inferior a la africana, ellos establecen el saber cocinar los pescados de río, el secar las carnes, la técnica de salazón en la industria pecuaria. Aportan nuevos hábitos alimentares como el aceite, los quesos, las mermeladas, el vino, los aguardientes, el sabor por el tomate y más tarde por la patata base indispensable para el bacalao cocido. Aportan nuevas fórmulas como los caldos, las calderadas o los ensopados condimentados con sal. El papel desempeñado por los conventos con sus tradiciones dulces provenientes de los jesuitas con sus reglas alimentares, también dejó huella. Prueba de esta rica colonización nos ofrece manjares como: los Pasteles de palmito, los Buñuelos de bacalao, la Feijoada carioca, el Tutú de feijao o los famosos dulces Fartes do sobral (receta preservada).

En definitiva, después de pasearnos por este viaje gastronómico, creo que podemos tener una mejor noción de lo que puede significar el papel de estas tres grandes culturas. Casi imposible que no tengamos un legado en Brasil. Casi seguro que, a través de esta cocina primitiva, de platos colectivos, de muchos ingredientes cocinando juntos, sin preocupación estética o de puntos de cocción, talvez la podríamos definir como cocina de raíces, lo que no quiere decir, menos bella. Lo que sí tenemos que entender, es que Brasil es un país joven, por lo tanto la gastronomía está por hacer, la reflexión está servida al menos para entender mejor el momento actual de esta gastronomía brasileña y cual está siendo su evolución. Hoy en día son pocos cocineros que hacen esta labor. Alex Atala con todo su interés y dedicación por salvar una causa poco apreciada por los propios brasileños, practica el rescate y defensa de toda esta auténtica cocina con un objetivo, dignificarla a la alta gastronomía con todos sus conceptos y matices.
Espero que haya servido, al menos para no dejar de valorar lo que a veces desestimamos por simple ignorancia.



Abuelas y nonas. De antes y de ahora

A veces nos preguntamos porqué en la cocina de nuestras abuelas se armaban tremendos platos y uno ni se daba cuenta.
Otras, porqué –y a pesar de eso- las recordamos las 25 horas del día con gesto amable, incluso cuando algo les salía mal.
Pero, tampoco olvidemos que siempre existieron anécdotas incómodas donde se podía vislumbrar algo fuera de regla, un rol (sumiso?) encubierto que estallaba cuando el abuelo señalaba alguna falla cocineril de la pobre nona y ella, sonrojada y nerviosa desaparecía como por arte de magia del comedor.

¡Liberen a las abuelas!



Estar en la Inopia

Era un sábado cualquiera. Me desperté en el límite de la hora para el “brunch”. Un sol radiante inundaba la ciudad de Barcelona. Vaqueros, camiseta, el casco… y listo para zampar algo. Se presentaba ante un mí un día intenso, seguro. Recogí a un buen amigo en el mítico bar “Altamira” (sólo apto para valientes), donde cada mañana, cortado a cortado, el café se infusiona en mi organismo. Cerca de las 2 del mediodía se planteaba la gran pregunta del día: ¿dónde comemos hoy?



La cocina ¿es cosa de hombres?

Cuando tratamos temas de los que no tenemos una idea muy concreta o sobre los que contamos con un leve asidero en la experiencia, solemos guiarnos por el sentido común. Pero, si es cierto que es el menos común de los sentidos, hoy le agregamos una perlita negra que se llama generalización.



Moléculas del mundo en Apicius

Quiero conocerles. En algunos foros se comenta que hay personas que cocinan moléculas. ¿Estarán buenas? Simplemente lo pienso y me entran escalofríos. ¿A qué sabrán? Esta moda de definir como “cocina molecular” la cocina que se apoya en la técnica y en el trabajo de algunos científicos para explicar los porqués de distintos procesos es propia de caza-tendencias. Incluso la “gastronomía molecular”, nacida en la década de los 80 de manos de científicos aficionados a la gastronomía, jamás investigó elementos tan habituales hoy en día como los espesantes, gelificantes o emulsionantes...



¿Entiendes?

No entiendo nada. Ha sido sentarme al mediodía en casa, ponerme con un Rochefort de Rochefort y llevarme la sorpresa. José Bono dice que dimite. Por lo menos eso dice él. Esto de la política es curioso. En cuanto menos te lo esperas te pegan la patada, bonitas palabras y si te he visto no me acuerdo. Es todo muy difícil de entender, y más aún según la emisora de radio que escuches.



Novedades Gastronómicas en Sevilla

El cierre a finales de 2005 del bar Casablanca en la calle Zaragoza 50, que durante muchos años ha sido el más glorioso santuario de la tapa andaluza, ha supuesto una inesperada sorpresa y, sin duda, una pérdida irreparable para la ciudad. Por estas tierras siempre se ha dicho que todos los días perdiz, cansa; y al parecer, Manolo Casablanca, que ha hecho mutis por el foro, se había cansado de la incesante presión de público que cada día soportaba el establecimiento.