Un bar clásico vestido de diseño en cuya barra, como es típico, la gente se agolpa para tomar un aperitivo, disfrutando de los magníficos pinchos que la adornan. Desde este punto de vista, estamos ante uno de los locales más concurridos y coloristas de la ciudad.
Pero, además de la barra, también hay unas cuantas mesas en donde se puede hacer una comida, en plan informal, a base de pinchos y tapas. Cuchipanda que seguro que resultará satisfactoria, incluso harto satisfactoria.
Para empezar, por ejemplo, algún pincho de esos de siempre plasmado como nunca; algo tan simple como dos boquerones marinados -en más aceite que vinagre-, clavados en un palillo, separados por un gajito de cebolla, acompañados por unas aceitunas y adornados con un poco de perejil. En su género, no puede estar mejor un bocado tan simple que, por lo general, se ve tan repercutido, si no poseído, por el vinagre. También, en su sencillez, podría destacarse la ensaladilla de puerro con jamón, o, especialmente, los peperoncini que coronan una base de atún, anchoas y alcaparras; realmente bueno y equilibrado este pincho, a pesar de la intensidad de los salados, amargos, dulces y toque picante puestos en escena.
La oferta en este tipo de pinchos de corte clásico es muy amplia. Aquí podría hablarse, por ejemplo, de la resultona lámina de bacalao con patata confitada sobre pan tostado, o de la tortilla de patata y calabacín, francamente buena…
Pasando a los pinchos calientes, en general destacan por aunar sabrosura y delicadeza. Así, el Irlandés de perretxikos, o de hongos, es una gustosa crema en la que los protagonistas fundamentales, setas y huevo, ven abundantemente realzado su sabor con aromas de trufa. Al ravioli de trufas con foie gras, en la misma línea de suculencia y en un escenario como éste, no se le puede pedir absolutamente nada más. El risotto de hongos, por su parte, recordemos que estamos en un bar y que no se puede hacer cada ración en el momento, si bien resulta algo pastoso, engancha por intensidad. Y los callos de bacalao, servidos en la misma salsa que los de ternera, con un atisbo de picante, harán las delicias de Heliogábalo y sus seguidores.