Un fenómeno social sin precedentes entre los bares donostiarras. Influye decisivamente el enfoque que le han dado las propietarias: Amaya Arzalluz y Coro Beristain, chicas carismáticas, que ofrecen un trato informal y, a la vez, con clase. Son artífices de un local con gran encanto en una zona selecta de San Sebastián, en Ondarreta. Además tienen el NH Aranzazu enfrente y los hoteles San Sebastian y Codina a 5 minutos. El público, como hemos dicho, llena y es muy diverso, atraído por el ambiente y por una gastronomía pujante.
El primer reclamo consiste vende el mejor jamón de Joselito en San Sebastián. Así es; con independencia que cada pieza sea distinta. Y también el resto de los productos de esta primerísima marca mundial: lomo, salchichón, chorizo, panceta, papada, etc. Y se ofrece el jamón tanto en plato como en tosta de cristal con tomate; excelente en todos sus matices. Y a partir de ahí interviene en otras preparaciones, como las formidables croquetas, que pueden catalogarse entre las más distinguidas de país, por la delicadeza de su costra, en verdad fina y frágil, por la cremosidad de la bechamel, refinadísima en textura y sabor y por el nítido gusto a Joselito, que no se escatima. El gambón, justo caliente, envuelto en traslúcida lámina de panceta ibérica es otro timbre de gloria de la casa. Panceta que vuelve a deslumbrar cuando se pone en compañía de unos pimientos del piquillo confitados estelarmente, a la manera de Casa Julián, que llevan el marchamo de otra primerísima marca, La Catedral. Si bien la formula numero unos es los envoltini de láminas, a la manera de un ravioli, cobijando en su seno dados de hongos, con su jugo y patatas chips caseras, recién fritas.
La ensaladilla rusa se carateiriza por tener los ingredientes claramente manifestados y uncidos levemente en una suave mayonesa; preserva la memoria histórica aligerándola. Ojo con el atún, un atún de almadraba, vuelta y vuelta, dorado por fuera y rojo por dentro, realzado por un aceite de oliva virgen con brunoise de verduras apenas acidulado; colosal en su naturalidad.
Además de pinchos y raciones hay una carta muy variada a disposición de la clientela en la que también esta presente el cerdo ibérico, como en los ostentosos y gulescos huevos rotos con Joselito, cigala, trufa y patatas panaderas; como en la cabezada con pequilla ensalada; como en la presa a la plancha con guarnición y como el lomo ibérico con salteado de setas. Aparte de algunos de los pinchos y raciones antes citados, servidos también en ración, cabe citar el pulpo a la brasa con espuma de cachelos y mayonesa de pimentón, las verduritas sobre salsa de queso, el carpaccio de solomillo con rúcola y virutas de queso Charles de Gaulle, los hongos a la plancha con queso y la chuleta, ciertamente sabrosa, nobilísima, porque aquí los géneros ofrecen pocas dudas.