Tortilla de Bacalao Lizarriturry

Tortilla de Bacalao Lizarriturry
Bar Benta Berri
Cuisinier: Delfín Díez
Pays: España
Localité: San Sebastián
Adresse: Avda. de Zarautz, 6
943 22 44 98 / 615 78 85 24




INGREDIENTES

(Para cuatro comensales)

350 gr. de bacalao en tiras
8 huevos
2 cebollas grandes

1 pimiento verde hermoso

3 pimientos de Piquillo 1 cucharada de pimentón picante de La Vera
1 cucharada de perejil picado
4 cucharadas de aceite
 

ELABORACIÓN
Se desala el bacalao en un bol que colocaremos bajo un grifo abierto con un hilillo de agua de 20 a 25 minutos. Se prueba el punto de sal y si es el correcto, se escurre el bacalo y se estruja en un paño limpio de cocina.  A continuación se pica por completo con el cuchillo.
Mientras el bacalao se ha estado desalando, picamos la cebolla y el pimiento verde en media juliana, que pondremos, por este orden, a freír en una sartén a fuego fuerte y sin dejar de remover, hasta que la verdura suelte completamente el agua. Entonces, bajamos la candela y añadimos los tres pimientos de Piquillo picaditos en brunoise. Dejamos pochar hasta que la cebolla y el pimiento cojan color, momento en el que añadiremos el bacalao. Cuando el bacalao haya soltado el agua y se haya integrado al sofrito, le agregamos el perejil y el pimentón de La Vera, cortamos el fuego y dejamos asentar la mezcla durante 5 minutos.
 
 
ACABADO Y PRESENTACIÓN
Pasados esos 5 minutos, vertemos la mezcla en un bol y le volcamos 8 huevos no muy batidos, sin que hagan espuma. Se le da forma de media luna en la sartén y se sirve dorada por fuera y jugosa por dentro.
 
 
 
 
 
 


Dos huracanes que cambiaron la cocina española

Hace ya treinta años que Caius Apicius apareció tímidamente en los teletipos de EFE. Eran otros tiempos. También para todo lo relativo a la gastronomía, desde la cocina y los vinos al periodismo o la literatura gastronómica, eso que llamamos, con bastante poca propiedad "crítica gastronómica".

Por aquel entonces, la revolución culinaria apenas empezaba, bajo la etiqueta de una "nouvelle cuisine" cuya versión española encabezaban los guipuzcoanos Juan Mari Arzak y Pedro Subijana.

Se discutía bastante sobre ese movimiento. La verdad es que la cocina española, hasta entonces, se dividía, en lo que a restaurantes de cierto nivel se refiere, entre la que llamaremos "de proximidad", encabezada por la vasca, y otra que despachábamos como "internacional" y que, en general, cuando era buena era de inspiración francesa.
La otra cocina, a fuerza de ser de todas partes no era de ninguna, carecía de identidad.
La gran carencia de la española, entonces, era la imaginación: no había. Por eso, en los años 80, solía cerrar estas crónicas con el grito de "¡la imaginación, al fogón!".
Los espacios gastronómicos en los pocos medios que dedicaban atención a este asunto estaban en muy buenas manos. Se ejercía una crítica amable. Pero el denominador común de aquellos escritores era su amplia cultura, su inmensa erudición: eran personas muy leídas, muy viajadas y muy comidas.
Firmas como Álvaro Cunqueiro, Néstor Luján, Luis Bettónica, "Punto y Coma" (Víctor de la Serna), "Savarin" (el anterior Conde de los Andes) y algunos más daban lustre al género; era como contar con Alfredo Marquerie en las páginas de teatro, Alfonso Sánchez en las de cine o Antonio Valencia en las de deportes.
De repente, un ciclón rompió el pacífico panorama: llega de Francia Xavier Domingo, y se pone a repartir estopa a diestro y siniestro en "Cambio 16". Xavier echaba de menos, como otros, imaginación en una cocina muy apegada a la rutina. Reclamaba atención al producto propio y de temporada, frescura en las elaboraciones.
Fue el gran agitador de la cocina española allá por los años 80.
La gastronomía española moderna nace ahí, y comienza una andadura espléndida. La cocina se pone al día, es objeto de debate, se exige más a unos cocineros a los que se saca del relativo anonimato en el que vivían. Se empieza a hablar más del cocinero que del restaurante. El vino empieza, también, su revolución. El desarrollo socioeconómico tiene mucho que ver con todo ello.
Tiempos de bonanza y de satisfacción, hasta que irrumpe otro huracán, éste radicado en el País Vasco: Rafael García Santos, que decide ponerlo todo patas arriba desde sus periódicos y su programa de radio, y cuya labor pronto trasciende el ámbito vasco.
García Santos arremete contra todo y contra todos y proclama la revolución. Para ello no se conforma con criticar y sacudir hasta al lucero del alba: pasa a la acción, organiza eventos, busca cocineros rupturistas, monta congresos y certámenes.
Tiene, entre otros méritos, el de haber sido capaz de intuir lo que sería capaz de hacer un poco conocido cocinero que ejerce en un rincón de España, en Rosas, llamado Ferran Adrià. O descubrir al impulsivo y nervioso joven donostiarra Martín Berasategui.
La exigencia de estos dos fenómenos naturales hizo que todos los demás tomásemos conciencia de lo que estaba pasando y lo que estaba por pasar.
La gastronomía española, ya entrados los años 90, no es que se moviera, es que estaba sometida a una perenne agitación. Con excesos, claro. Se confundió vanguardia con realidad. La vanguardia es, siempre, un adelanto del futuro, una declaración de intenciones que sólo el tiempo pone en su lugar.
Se hizo de la novedad un valor, se trató displicentemente lo que se etiquetaba como "tradicional". Las cosas, en buena parte a causa de las dos crisis que llevamos vividas, van templando los excesos: hoy conviven con armonía la vanguardia y esa cocina de proximidad que nunca deberíamos abandonar, aunque incorporemos a ella todo lo bueno que aporta la globalización.
Yo he disfrutado, y sigo haciéndolo, de la lectura de precursores como el Doctor Thebussem, Julio Camba, Josep Pla. He aprendido muchísimo de la antes mencionada generación de eruditos. También de mis contemporáneos, entre los que hay firmas de mucho valor y criterios bien elaborados.
Pero muchas veces pienso que nada hubiera sido igual si esos dos huracanes, que para muchos amenazaban con destruirlo todo, no hubieran hecho, con modos -eso sí- poco diplomáticos, justamente lo contrario: crear un estado de opinión que hizo posible lo que es hoy la cocina española. Me hace ilusión pensar que, en estos treinta años, algo he puesto de mi parte para que así fuera.
                                                                                                                                                     EFE
 

 



6,5

La Gran Pulpería

La Gran Pulpería
Juan Olloqui
Pays: España
Localité: 28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Adresse: Plaza de España, 1
mapa
(+34) 91 352 63 15
Jours de fermeture: No cierra nunca
Prix à la carte: 30/60 €


  • Pulpo a Feira
  • Pulpo a Feira
  • Tortilla de Betanzos
  • Tortilla de Betanzos
  • Mejillones al vapor
  • Mejillones al vapor
  • Croquetas de Lacón
  • Croquetas de Lacón
  • Calamares
  • Calamares
  • Chuleta
  • Chuleta

            Cumple absolutamente todos los requisitos para ser un boom gastronomico; en  lo que se ha convertido. Un sábado puede dar perfectamente 800 cubiertos a lo largo de todo el día, incluso más, comensales que repite cada fin de semana. Viernes y domingos las gentes también entran a tropel.  Las razones del exitazo resultan evidentes y hasta  incontrovertibles. En primer lugar, su ubicación en medio de un parque, con preciosas y relajantes vistas, ya que el comedor está acristalado. En segundo término, el precio, un verdadero chollo, no se puede recibir más a tenor de lo que se paga. Y por si fuera poco, está al alcance de cualquier apetencia, se puede comer desde 30 €, el incremento solo estará determinado por la cantidad de platos sobre la mesa y la puesta en escena de determinados manjares, caros en origen, si bien la vocación de la casa es que no suba la factura. Y un último factor a considerar es la celeridad e informalidad del servicio, funcional en consonancia con la filosofía empresarial.  

            El pulpo es célebre en Madrid, España y el mundo. Es espléndido; de los mejorcitos por sabor que haya en la restauración. La textura podría manifestarse un poquillo más tersa, más consistente, más atlética… sin ponerle pegas. La razón de por qué no alcanza el cenit en este aspecto, no así en el sabor, impecable, es por motivos comerciales: no ser rechazado por nadie. El aceite de oliva virgen extra, el pimentón de la Vera dulce mezclado con un poco picante y los cachelos, si es que se solicitan, no pueden recibir nada más que plácemes. A lo dicho, un templo del pulpo a feira y también de la tortilla de patatas de Betanzos. Sin duda, para situarse en el alto del ranking español. La patata, que sale bien frita, claro está, es gallega y escogida. El huevo tampoco escasea y sale bastante jugoso. Si no alcanza el sobresaliente es por razones obvias: ha de convencer a todos y se hacen muchas al día. Estos dos platos constituyen una gratísima obligación a la que pueden acompañar unos hermosos e inmaculados, con atinadísima cocción, mejillones al vapor, que se muestran exultantes de sabor marino y carnosos. Si se demandan con ajada, se muestran un tanto más rústicos y repercutidos por la salsa. También las croquetas, se ofertan varias, por ejemplo las de lacón, brillan por su cremosidad y suculencia; notabilísimas. Igual que los calamares, apenas enharinados y muy bien fritos, naturales y nada grasientos. El caldo gallego, como todo en esta casa, refleja la autenticidad y los gustos del territorio, así como la copiosidad con que se come, si bien pasados por el refinamiento y un cierto aligeramiento, con los grelos y verduras como estrella reforzado con sutileza por el unto. Y la chuleta procede del mítico matadero de Montellos, de vaca vieja seleccionada, el único error es que la sirven en platos de barro incandescentes, para que no se enfríe y se churrasquea demasiado con el calor abrasivo. La solución, o que el restaurante busque una alternativa o que el cliente advierta que se la saquen directamente al plato en uno o, mejor, dos tiempos.

                Los artífices de este proyecto, Juan Olloqui y Dionisio Lara, Dionisio Lara y Juan Olloqui han logrado magnificar como nadie el populismo gastronómico gallego.



La Gran Pulpería, la mejor gastronomía posibilista

La Gran Pulpería, la mejor gastronomía posibilista

Cumple absolutamente todos los requisitos para ser un boom gastronomico; en lo que se ha convertido. Un sábado puede dar perfectamente 800 cubiertos a lo largo de todo el día, incluso más, comensales que repite cada fin de semana. Viernes y domingos la gentes también entran a tropel. Las razones del exitazo resultan evidentes y hasta incontrovertibles. En primer lugar su ubicación en medio de un parque, con preciosas y relajantes vistas, ya que el comedor esta acristalado. En segundo termino, el precio, un verdadero chollo, no se puede recibir más a tenor de lo que se paga. Y por si fuera poco, está al alcance de cualquier apetencia, se puede comer desde 30 €, el incremento solo estará determinado por la cantidad de platos sobre la mesa y la puesta en escena de determinados manjares, caros en origen, si bien la vocación de la casa es que no suba la factura. Y un último factor a considerar es la celeridad e informalidad del servicio, funcional en consonancia con la filosofía empresarial.
El pulpo es célebre en Madrid, España y el mundo. Es espléndido; de los mejorcitos por sabor que haya en la restauración. La textura podría manifestarse un poquillo más tersa, más consistente, más atlética…sin ponerle pegas. La razón de por qué no alcanza el cenit en este aspecto, no así en el sabor, impecable, es por motivos comerciales: no ser rechazado por nadie. El aceite de oliva virgen extra, el pimentón de la Vera dulce mezclado con un poco picante y los cachelos, si es que se solicitan, no pueden recibir nada más que plácemes. A lo dicho, un templo del pulpo a feira y, también de la tortilla de patatas de Betanzos. Sin duda, para situarse en el alto del ranking español. La patata, que sale bien frita, claro esta, es gallega y escogida. El huevo tampoco escasea y sale bastante jugoso. Si no alcanza el sobresaliente es por razones obvias: ha de convencer a todos y se hacen muchas al día. Estos dos platos constituyen una gratísima obligación a la que pueden acompañar unos hermosos e inmaculados, con atinadísima cocción, mejillones al vapor, que se muestran exultantes de sabor marino y carnosos. Si se demandan con ajada, se muestran un tanto más rústicos y repercutidos por la salsa. También las croquetas, se ofertan varias, por ejemplo las de lacón, brillan por su cremosidad y suculencia; notabilísimas. Igual que los calamares, apenas enharinados y muy bien fritos, naturales y nada grasientos. El caldo gallego, como todo en esta casa, refleja la autenticidad y los gustos del territorio, así como la copiosidad con que se come, si bien pasados por el refinamiento y un cierto aligeramiento, con los grelos y verduras como estrella reforzado con sutileza por el unto. Y la chuleta procede del mítico matadero de Montellos, de vaca vieja seleccionada, el único error es que la sirven en platos de barro incandescentes, para que no se enfríe y se churrasquea demasiado con el calor abrasivo. La solución, o que el restaurante busque una alternativa o que el cliente advierta que se la saquen directamente al plato en uno o, mejor, dos tiempos.
Los artífices de este proyecto, Juan Olloqui y Dionisio Lara, han logrado magnificar como nadie el populismo gastronómico gallego.

28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid). Plaza de España, 1. Tel.: 913526315. Siempre abierto. 30/60 €

 

 



8,5

Nachos de Morcilla Embutidos Cardeña


Nachos de Morcilla Embutidos Cardeña
Embutidos Cardeña, S.L.

Pays: España
Localité: 09193 Cardeñadijo (Burgos)
Adresse: La Vega, 111
947290166
Prix à la carte: Precio en tienda de la bolsa de 80 g. Sobre 1,90 €


Roberto da Silva, que elabora una morcilla muy especial (cular) y de altísima calidad, una de las más selectas de España, por no decir la mejor, no para de ofrecer  interesantes novedades. Uno de sus mayores logros son estos impactante nachos, que recuerdan, en cuanto a  textura, a unas “patatas fritas” y, en cuanto al sabor, reproducen el churruscado de una morcilla frita. Están muy logrados tanto táctil como gustativamente. Pese a su carácter resultan muy delicados e incitan a repetir. Un snack que podría ser obra de uno de los cocineros top del mundo.
Se comercializa en bolsa individual 80 gramos, en cajas de 10 unidades y en otras de 50 unidades. 
 

 



Diego Rodríguez

¡Mojito con Ferran!

Algunos medios utilizan la figura de Ferran Adriá como si se tratase del Bufón de la Corte, provocando el descojone general de la audiencia. Reconozco que yo mismo me parto de risa cuando el surrealista humorista manchego Joaquín Reyes aparece remedando al genio catalán en el programa "Muchachada Nui" durante la deconstrucción de la leche con Cola-Cao o el plato combinado del filete con huevos fritos y patatas, no se lo pierdan. No me ocurre lo mismo cuando he leído algunos artículos de opinión escritos por respetados literatos de este país ninguneando y haciendo sorna de la obra de este Chef, así a bote pronto: Juan Manuel de Prada, Alfonso Ussía, Antonio Burgos y Fernando Sánchez Dragó. Este último se queda tan agustito cuando presume en su último libro-“Dios los cría…”, escrito al alimón con Albert Boadella, de "trajinarse a un par de Lolitas japonesas..." Entiendo que este tipo ande pegao en lo concerniente a asuntos culinarios, así que esto se lo perdono; pero, que se jacte de semejante aberración pederasta me produce, cuando menos, vómitos. El De Prada se pasó tres provincias al comparar un plato de Ferran –la momia de salmonete- con la “merde d´artiste”, que no es ni más ni menos lo que su nombre indica enlatado. Una “obra de arte” del transgresor creador italiano Piero Manzoni al que le surgió la idea cuando su padre-propietario de una fábrica de conservas- discutió con él y le espetó “artista de mierda” . En fin, que las misivas con las que los referidos plumillas agitan las cocteleras de literatura gastronómica en los medios están cargados de inquina, mala leche y lo más triste: ignorancia.
¿Qué sería -comparativamente hablando- lo que ocurriría si estos próceres de las letras tratasen con la misma displicencia y maltrato a otros astros del mundo del deporte nacional? Y, por ejemplo, ridiculizaran a Fernando Alonso o a Rafa Nadal, se imaginan.
Lo que quiero decir con esto, es que cuando esos necios de la historia de la culinaria abren la boca para hablar- o escribir- de cosas que otros consideramos serias, pues qué quieren que les diga: sube el pan. Y me da la ligera impresión de que más de uno de “esos” que critican no ha comido caliente desde que se cayó de boca al brasero.
Lo triste, lo lamentable y lo pernicioso de su coñas sobre el Maestro de Rosas es que ninguno de estos gastrónomos de la Mont Blanc ha cogido el coche, la parienta y La Visa (el oficio de escritor produce alergia a rascarse el bolsillos, se lo aseguro) y se ha pegado un festín junto al mar en la Cala Montjoi. De igual manera que sería una impostura hacer crítica literaria de algo que no se ha leído; lo sería también de hacer mofa de lo que no se ha “comido”. Para el caso que tratamos: "paladeado".
Claro que, reflexiono y deduzco qué es lo que atormenta la mente de aquellos que arremeten cobardemente en plan cainita y envidiosón contra El Bulli y lo que Ferran representa. "¿Cómo es posible que este chaval que sólo cocina y al que incluso a veces es difícil entender, pueda acaparar más portadas, tener más noticias y más reconocimientos que yo mismo que estoy en posesión de la palabra…?" Algo así deberán pensar ante semejante afrenta.
Como buen cristiano que fui he tratado de solucionar el trauma de estos atribulados señores: he estado hablando con mis cocteleros de cabecera: Carlos de O´clock y mi tocayo Diego de Le Cabrera y, con mi colaboración les hemos preparado una variante sencilla y la vez novedosa de un famoso combinado cubano, les doy los ingredientes de la receta que he titulado de esta manera:
Mo”ojito con meterse con Ferrán”
Ingredientes para cuatro escritores:
16 onzas de ron añejo tostado (El ron Appelton jamaicano es mi preferido)
El zumo de 2 limas
500 ml de Sprite.
4 terrones de azucar.
2 ramitas de hierbabuena (mentha spicata)
20 ml de Lejía Lagarto (la elaboran en el pueblo vecino de Yeles-recuerdan los cadáveres en el arroyo Guatén- y a través de mi amistad con la propiedad pueden conseguirla a un buen precio).
Un chorrito de Mistol.
Todo en vaso mezclador con unas gotas de angostura. Servido en vaso largo, pajita de las que se pliegan y mini paraguas decorativo; nada mejor para lavarse la boca cuando mienten el nombre de mi cocinero preferido.
Hablaré de todas maneras con Ferran por si quiere hacer alguna modificación respecto al coctail.
¡Bah, ni caso...! Seguramente me contestará.

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8,5

Limones de Murcia Frutas Sixto


HIJOS DE JOAQUÍN RODRÍGUEZ, S.L.

Pays: España
Localité: 30110 Cabezo de Torres (Murcia)
Adresse: Primero de Mayo Rambla, s/n.
(+34) 968832732
Prix à la carte: Sobre 1 €


Limones famosos por su intensidad aromática y por profundidad gustativa. Los emplean los mejores cocineros del Mediterráneo y cocteleros como Joaquín Fernández “Dickens”, que elabora con ellos el mejor gin tonic del mundo. Se abastece de las dos fincas que posee en La Vega de Santomera, con una extensión de 18 has., más lo que adquiere a diferentes agricultores murcianos. Comercializa 8 millones de unidades al año, la mitad de producción propia, de dos variedades: Primo Fiori y Verna.
La primera, Primo Fiori, se cultiva en invierno, entre octubre y mayo, siendo su aspecto más bonito, más redondo y más fino que la segunda, Verna. Este se recolecta entre junio y septiembre, poseyendo un aspecto más alargado. Aunque sápida y olfativamente no existan apenas diferencias, el invernal resulta un poco más expresivo.

 



La cocina actual, ¿un mundo de hombres?

No deja de ser paradójico que aunque en el reparto de roles más tradicional la cocina se considere asunto de mujeres, al punto de tildar de "cocinillas" al varón que hace en casa sus pinitos culinarios, a la hora de repasar los nombres de los profesionales de los fogones que dominan el circo mediático salgan casi exclusivamente nombres de varones.
El fenómeno no es nuevo, claro; quiero decir lo de que nadie parezca tomar en mucha consideración a las cocineras, que lo de los medios sí que es nuevo. Se han aportado cantidad de posibles razones para justificar este dominio masculino, desde las que se basan en la capacidad empresarial de cada cual a las que citan como causa la fuerza física necesaria para manejar aquellas pesadas baterías de cocina que se usaron hasta anteayer.
Pero sí que ha habido grandes cocineras, y las sigue habiendo. A mí me gusta mucho la cocina de ellas: tiene un algo, un sentido, una sensibilidad, que parece lejos del alcance de los varones. Por otro lado, las damas suelen estar sólidamente sustentadas por su propia tierra, por su propio tiempo, y aun las que se aventuran en las difíciles sendas de la vanguardia culinaria mantienen una importante fidelidad al terruño: véase el caso de nuestra cocinera más laureada de ahora, la catalana Carme Ruscalleda.
Hubo, en la historia culinaria de nuestro país, restaurantes con mujeres al frente de los fogones que gozaron de merecido prestigio. Sin llegar al XIX y al bilbaíno "El Amparo", ahí estuvo "Casa Nicolasa", en Donostia, fundado en 1912 por Nicolasa Pradera; o el popularmente conocido como "Las Pocholas", en Pamplona. Por cierto: "Nicolasa" no ha llegado por poco al centenario; su actual propietario, el gran cocinero donostiarra José Juan Castillo, ha decidido jubilarse y ha cerrado. Los amantes de la cocina vasca tradicional, la primera cocina que se hizo famosa y trascendió su propio entorno geográfico, echaremos mucho de menos esta casa.
En Madrid hubo cocineras míticas: Doña María, de "Aroca"; Victorilla, de "El Figón de Santiago"; Valen Saralegui, de "Príncipe de Viana"... Doña María y Valen fueron premio al mejor jefe de cocina, otorgado por la hoy Real Academia de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa, en 1977.
Desde entonces, sólo se ha dado ese galardón a la gallega Carmen Roel, alma de "El Mosquito" vigués; a Marisa Sánchez de Paniego, que fue y es todo en el "Echaurren" de Ezcaray; a las hermanas Rexach, que a tanta gente han hecho feliz en su "Hispania" de Arenys de Mar; a la recreadora de la cocina gallega Toñi Vicente (actualmente en el "Laurel", en Noalla, cerca de la playa de A Lanzada), y a la ya mencionada y plurilaureada Carme Ruscalleda, del "Sant Pau" de Sant Pol de Mar.
Pero es que en las guías gastronómicas de 2011, al menos en sus puestos de honor, hay muy pocas damas. Ruscalleda, claro, con tres estrellas Michelin, tres soles de Repsol y un 9 de la guía Lo mejor de la gastronomía (LMG).
Luego... está Fina Puigdeval, del "Les Cols" de Olot, con dos estrellas y otros tantos soles, pero ausente en LGM. De hecho, aparte de Ruscalleda, en los puestos altos de las tres guías (tres y dos estrellas y soles y al menos 7,5 LMG), sólo están la ilicitana Susi Díaz, de "La Finca", y la pamplonesa Pilar Idoate, del "Europa".
Malos tiempos, sí; pero la crisis debería afectar sin distinción de sexo. Ya ven: las hermanas Rexach mantienen la máxima calificación en la Repsol... mientras pierden la estrella que les quedaba en Michelin.
Y la tercera gran dama de la cocina moderna gallega, la coruñesa Ana Gago, de "Casa Pardo", se queda también sin su estrella, como en años anteriores les pasó a sus compañeras Manicha Bermúdez, de "La Taberna de Rotilio", de Sanxenxo, y la ya citada Toñi Vicente.
No vayan a creer que en Francia las cosas son muy distintas. Pasaron los tiempos de las míticas "mères" borgoñonas. En Francia, de veintitantos "tres estrellas" sólo una dama: Anne-Sophie Pic, de "La Maison Pic", en Valence.
En Italia van mejor, con tres de seis: Luisa Marelli Valazza ("Al Sorriso", Soriso), Annie Féolde ("Enoteca Pinchiorri", Florencia) y Nadia Santini ("Dal Pescatore", Mantua). Y aquí, ya se ha contado, una de siete.
A ver si van a darle la razón los medios a la tontería (una de tantas) que dijo Paul Bocuse de que las mujeres eran "solamente" buenas para la cocina tradicional. O al cantante americano James Brown, que a mediados de los 60 triunfó con una canción titulada It's a man's, man's, man's world (Este es un mundo de hombres).
No creo ni una cosa ni la otra. Ya he dicho que me encanta la cocina de ellas. Y menospreciarla o ignorarla, valorando sólo la vanguardia pura y dura, me parece más relacionado con el título de una película de Stanley Kramer del que tomó Brown el de su canción: It's a mad, mad, mad world (Este es un mundo loco, loco, loco). Pues a ver si va a ser eso.
                                                                

                                                                                                                                     (Efe) - 25/01/2011

 

janv. 22 18:24
Anselmo Juárez
Anselmo Juárez se encuentra, como todos los días desde hace casi dos años, en su cocina del restaurante Zeitúm (www.zeitum.com) en el número 10 de la calle San Juan de la Cruz en Úbeda. La urbe Patrimonio de la Humanidad añade, junto a muy diversos intereses como el arquitectónico del renacimiento andaluz, el paisajístico de sus célebres cerros azules, otro interés: el gastronómico. La reincorporación definitiva a la Alta Cocina de Vanguardia de Anselmo Juárez ha puesto de moda el otro gran renacimiento: el de la gran cocina andaluza del interior.
Anselmo es rubito como un querube. Al verlo, uno se imagina casi sin esfuerzo a este Serafín de cabello ensortijado revoloteando de un lado a otro de esta cocina, sobre los pucheros por donde Santa Teresa sabía que andaba Dios, o inspirando la letra de un Antonio Machín nórdico que escribiese canciones a los angelitos rubios.
El Zeitúm, aceituna en árabe, es un restaurante temático que se consagra a la alta cocina del aceite de oliva. Está situado en el casco antiguo de esta monumental ciudad renacentista que es Úbeda, en una casa más que centenaria. Como describe el propio cocinero:

—La casa donde está el Restaurante Zeitúm data del siglo XIV y posee restos de muy distintas culturas que estuvieron en España. Aunque, primordialmente, a juzgar por los vestigios, se trata de una casa judía que, mucho antes de convertirse en el restaurante donde estamos ahora, fue un convento y, previamente, formó parte de un gran patio de armas. De hecho, el espacio donde se ubica la cantina era antes una caballeriza.
 
Historia obliga y Anselmo Juárez participa por segundo año consecutivo con el restaurante que regenta en colaboración de su socio, el profesor de cocina Santiago Hernández, en las Jornadas Gastronómicas del Renacimiento en Úbeda. En este certamen da la réplica en los fogones de lo que fue este importante movimiento artístico en Andalucía, en lo que se refiere a la alta alta mesa cortesana:
 
— Es la segunda vez que participamos en las Jornadas de la Cocina del Renacimiento en Úbeda y, la verdad, es que estamos francamente contentos con nuestra presencia en el mismo. Concurrimos con un menu histórico que resulta más accesible para el público, ya que se vende por tan solo 25€ con la bebida aparte.  A nosotros nos supone un esfuerzo mayor, pero no tenemos ningún incoveniente ya que lo vemos recompensado en el sentido de que muchos clientes que no vienen durante el año, se sienten más atraídos por este tipo de eventos culinarios en los que participa el restaurante.
 
 
                                   Santiago Hernández, Anselmo Juárez y Javier Conchillo
 
Con "un esfuerzo mayor" Anselmo Juárez se refiere a que para poder participar en un certamen culinario como
las Jornadas Gastronómicas del Renacimiento los cocineros tienen que diseñar una oferta que rememore y reinteprete la cocina de esta fecunda época humanística, en la que florecieron todas las artes. Entre ellas la cocina. Para configurar esta oferta de menús, los marmitones y guisanderos actuales leen libros y tratados históricos de gastronomía, consultan recetarios antiguos, muchos de ellos de transmisión oral.
 
— En nuestra cocina, tanto Santi como yo, hemos decidido imprimimir el carácter indeleble del aceite de oliva virgen extra a la cocina del Renacimiento. En el menú histórico que proponemos hemos incluido algunos de los platos de inspiración renacentista, como pueden ser los escabeches, los guisos de caza, la elaboración de postres con frutos secos, membrillos, etc.
Intentamos desarrollar los platos más divertidos que posean una raíz tradicional que recuerden la época. Y, en cuanto al vino, años atrás, en ediciones anteiores, había uno oficial para estas Jornadas. Aunque nosotros, como queremos ofrecer un nivel de calidad mayor a los comensales, hemos elegido un vino ecológico que se elabora en el pueblo vecino de Puente de Génave.
 
— Anselmo, háblame del vino del Menú del Renacimiento, por favor.
 
— Se llama Valle Bravo. Es un vino tinto, elaborado con uva tempranillo al 100%. Es un vino de mucha calidad que hacen unos chavales amigos nuestros.
  
 
Anselmo desarrolla en el Zeitúm una sólida propuesta en la alta culinaria de autor muy cercana al territorio gastronómico donde ejerce el cocinero: Andalucía. Y más concretamente, Jaén. La Ciudad Paraíso Interior.
 
—La verdad es que me gusta trabajar con todo tipo de productos de mi tierra. Aunque también utilizo los que estén a la última, o más de moda, como una esferificación con aceite de oliva. También me agrada usar en mis platos otros elementos más tradicionales de la cultura gastronómica andaluza, con los que me pueda sentir más identificado a la hora de articular un discurso culinario de mayor raigambre: como los pescados típicos de la zona, las carnes o los postres como el membrillo.
 
— ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración gastronómica a la hora de crear tus platos?
 
— Bueno, mis fuentes de inspiración principales son la cocina del entorno. Así, nos hemos basado en la caza, las setas, el recetario tradicional. En definitiva, realizamos una fusión entre la cocina pobre de la región, la cocina de subsistencia, la llamdad cocina de los pobres, con una culinaria más elevada, más propia de estos tiempos. En el Zeitúm, por ejemplo, trabajamos el esturión, el cangrejo de río, la trucha, el bacalao, los guisos tradicionales contundentes... Con ellos elaboramos una propuesta de platos más livianos, como el lomo de lubina con ajo de harina de níscalos, o el paté de pardiz, etc.
 
 
                              Clausura de las X Jornadas Gastronómicas del Renac. en el Zeitúm
 
El chef Anselmo Juárez es un cocinero con formación académica, que ha realizado estudios de restauración en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo Hacienda la Laguna de Baeza; pero también  en su trayectoria profesional como cocinero ha llevado a cabo prácticas —stages, en la jerga— en restaurantes de talla mundial, como son, el Celler de Can Roca, de Girona (9,75 en la Guía Lo Mejor de la Gastronomía):
 
— Con Joan Roca estuve dos años desarrollando funciones en todas las partidas y asumiendo todo tipo de responsabilidades, ya que siempre que había alguna baja yo era quien sustituía a los encargados de cada partida.
 
— Estuviste también en el Tragabuches de Ronda con Dani García.
 
— Sí, allí estuve haciendo un stage y viendo el funcionamiento de las partidas.  Después estuve en el Restaurante Can Jubany, de Vic, porque me interesaba mucho la cocina de Nando, en especial en todo lo que tenía que ver con la caza y la trufa. De ahí me fui a Francia, a la Maison de la Lozère. Estuve tres meses de Cocinero en este restaurante de Montpelliera gracias a una beca.
 
—¿Qué recuerdas de cada uno?
 
— De Joan Roca es del que más recuerdos tengo. Para mí es la persona que más me ha enseñado a tener criterio; a desarrollar una cocina de carácter fundamental.  Esto quiere decir que hagas lo que hagas tienes que tener en cada momento un porqué de lo que estás haciendo. La técnica, la estructura de construcción del plato, los ingredientes que empleas, etc... Todo está en función de un concepto, de una idea.
Con respecto a Dani, puedo decirte que lo consideramos el precursor de la alta cocina andaluza: sopa fría, frituras, gazpachos, un revolucionario de la cocina de Andalucía.
 
Con estos mimbres, Anselmo Juárez ha confeccionado con oficio y sensibilidad una propuesta de cariñosa cocina familiar ubetense. Una cocina de subsistencia, de la humildad, que este gran cocinero, que está al principio de su carrera, ha logrado renovar, elevar, dignificar. Todo ello sin alterar su esencia, a juicio de la crítica gastronómica autorizada. El cocinero responsable de la renovación de la alta cocina andaluza del interior estuvo ejerciendo de forma anónima en un asador. La explicación del chef es de las que curan el alma:
 
— Necesitaba estar cerca de los míos y el Asador de Salvador era una buena oportunidad de vivir al lado de mi familia en un momento difícil.
 
Así, sin más. Dicho y hecho, Anselmo Juárez no se averguenza de confesar que es un tipo sensible. Con el aplomo suficiente para posponer su proyecto de fundación una Alta Cocina del Aceite de Oliva porque tenía necesidad estar con los suyos. Aunque, una vez cubierta esta faceta afectiva, Anselmo tenía tiempo para seguir haciendo de las suyas en la cocina:
 
— En el Asador de Salvador podía estar cerca de los míos, pero nunca me he alejado de la alta cocina de vanguardia ya que allí ofrecía dos versiones de la misma carta. Me refiero a que servía los platos con dos puntos, siempre en función del cliente. El convencional y el vanguardista, menos agresivo y más natural y respetuoso con la materia prima. También realizaba alguna innovación. Nunca he estado alejado del todo de la cocina creativa.
 
 
                                             El chef Anselmo Juárez con su equipo de cocina
 
Ahora el cocinero está feliz. Ha cargado las pilas de la emotividad al lado de su familia y se ha reconciliado con la gran cocina. Su culinaria, contemporánea en las formas y enraizada y popular en el fondo, denota un inteligente equilibrio aromático y sápido; la estética de sus platos es muy cuidada y las técnicas de cocina están puestas al servicio de la recuperación de la memoria gustativa del recetario popular andaluz. El cocinero se encontró a sí mismo en Torreperogil, como en los versos de Machado.
 

Anselmo Juárez se despide afectuosamente y se vuelve a su cocina del Zeitúm recitando a la manera del Juan de Mairena de los Apuntes para una geografía emotiva de España. A su espalda, los versos solares de Don Antonio trepan vestidos de amarillo por las paredes.

 — Torreperogil, Torreperogil, quién fuera una torre, torre del campo del Guadalquivir...
 

Al otro lado del portón del Zeitúm aguarda la ciudad renacentista. La calle acaba serenamente en el Convento de San Andrés; el horizonte, en unos inconfundibles cerros azules. Úbeda monumental. Florencia del Sur de España. Calzadas de adoquín, casas de cal con escudos de piedra: campanas, balcones y épicas ventanas de palatina forja de Exin Castillos. Pasa un abuelo que cuenta con los dedos. Con los dedos. Como recuerdan quienes lo vieron que llevaba la cuenta de sus versos Antonio Machado, que fue profesor de Francés en Baeza.

—  ...Sol en los montes de Baza. Mágina y su nube negra. En el Aznaitín afila su cuchillo la tormenta...
              
 
                                                                                                   Fernando Sánchez, Úbeda 22.01.11
 

 
 
 

 



8,5

Vallejondo 06


Vallejondo 06
Moral Díez Vinos y Viñas, S.L.

Type: Tinto
Pays: España
Région: Ribera del Duero
Localité: 47350 Quintanilla de Onésimo
Adresse: Prolongación de Basilón, s/n.
(+34) 658633145
Année de création: 2004
Production (bouteilles): 11.000 botellas
Surface de vignoble (Ha): 4 has. En Valbuena del Duero.
Marques: Antonio Moral y Vallejondo
Prix à la carte: 18 €


Aromas intensos y limpios, así como complejos, en los que imperan las sensaciones de fruta negra madura impregnada de una leve madera, con notas de torrefacto.  En boca tiene su garra y enjundia y a la vez resulta elegante, redondo, aterciopelado, largo, amplio... Refrenda las perfecciones olfativas, principalmente, la fruta negra con una madera sutilmente tostada. Aparecen y desaparecen sensaciones dulces, amargas y tánicas, todas muy integradas en la vinosidad.  

Procede de la  finca  que posee la bodega en Valbuena de Duero plantada exclusivamente de tempranillo o tinta fina. La fermentación maloláctica se realizo en barricas nuevas de roble francés, pasando una posterior crianza de 22 meses. En cristal desde enero de 2009. 6.000 botellas.