Restaurante “My way”: cocina inteligentemente realista
Aunque en la ciudad de Huesca los restaurantes Lillas Pastia y Las Torres gozan de merecido prestigio, desde hace año y medio ha irrumpido en escena un nuevo establecimiento, el “My way”, que está llamado a enriquecer la oferta gastronómica de la ciudad partiendo de premisas muy diferentes a las de los dos anteriores.
Carlos Martínez Zandundo, chef y patrón de este nuevo local, trabaja con los pies en el suelo y está apostando por una fórmula en la que no caben alardes técnicos ni planteamientos que exijan grandes dosis de creatividad. Hay una mezcla de ambición y modestia en este proyecto. Por un lado, Carlos está persuadido de que una de las posibles “ventajas competitivas” del My way radica en la sencillez de sus propuestas y en la contención de sus precios. Por otro, en sus planteamientos de cocina Carlos no renuncia a proporcionar satisfacción a paladares más exigentes y por ello no quiere tirar por la ventana sus cuatro años de experiencia en el Lillas Pastia, ni desaprovechar todo lo aprendido durante su breve estancia con Martín Berasategui o a través de los cursos impartidos por Jordi Butrón y Albert Adriá.
Al “My way” se acude para degustar platos sabrosos y de corte moderno. Platos con sabores muy reconocibles, que no deparan sorpresas y que gustan a todo el mundo. En la carta aparecen actualmente seis primeros platos, siete segundos y seis postres. Hay un menú degustación de 35 euros en el que se ofrecen cinco platos y dos postres. A lo largo del año se introducen cambios en la carta con el fin de aprovechar la estacionalidad de algunos productos. El menú de diario (18 euros) incluye un primero, un segundo, postre, pan y vino (Berberana reserva del 2003). Hay también un menú infantil por 12 euros y otro de fin de semana por 23 euros. En todos los precios va incluido el IVA.
En general, los platos del “My way” son composiciones delicadas y de carácter minimalista y en ellas aparecen sutiles contrastes gustativos. Platos como el salmorejo con cecina, o como la ensalada de piña, beicon y gambas, o el carpaccio de buey con parmesano, vinagreta de setas y helado de jamón, o el tagliatelle al huevo con pera, roquefort y nueces, o el taco de bonito con tartar de melón y albahaca, todos ellos dejan entrever - en su concepción - cierta influencia de Carmelo Bosque (Lillas Pastia). También aparece en el menú algún guiso con sabor más contundente, como la carrillera de cerdo ibérico, adobada, estofada y albardada, a la que acompaña un cus-cús de boletos y pimientos. Los postres comparten los mismos atributos que los platos salados. Está bien el bizcocho de naranja con arroz con leche y helado de canela, y resulta deliciosa la sopa de de melocotón con helado de vainilla y gelatina de pacharán.
A pesar de que puntualmente puede aparecer algún pequeño desajuste de elaboración en un determinado plato, ese desajuste tiene carácter puntual, casi anecdótico, y en modo alguno menoscaba la valoración global de esta cocina y su indudable atractivo.
A modo de corolario – y tal vez también de moraleja – déjenme decirles que en mi modesta opinión a esta cocina del “My way”, honesta, franca, amable, gustosa y en general bien elaborada, le deberíamos aplicar el término de “cocina inteligentemente realista”. ¿Por qué? Pues porque además de exhibir una acertadísima adecuación de objetivos y recursos, también proporciona satisfacción al cliente sin que por ello resulte ilusamente pretenciosa.
Pienso que en evitación de descalabros profesionales y financieros, sólo los chefs suficientemente capacitados deberían jugar en la NBA. Los otros, los demás, posiblemente deberían buscan sus opciones dentro de la liga de “las cocinas inteligentemente realistas”.
Restaurante “My way”
c/ Saturnino López Novoa, 3
22003 Huesca
www.restaurantemyway.com