Los Soprano y los Blogs
2007 fue para mí el año de dos grandes descubrimientos: Los Soprano y los blogs.
Realmente no podía imaginar que pudiera existir una serie de televisión que le echase un pulso a El Padrino... ni tampoco sabía qué era eso de los blogs de gastronomía de los que tanto hablaban mis amigos. He de reconocer que me enganché a ellos a través de Salsa de chiles, y, hoy por hoy, tengo un mono que me lleva a conectarme de vez en cuando para enterarme a través de ese diabólico medio de lo que pasa en el mundillo gastronómico.
Como seguidor, pues, que soy de los blogs (aunque sólo he escrito una vez con mi nombre y no vean ustedes la que se armó…), imagino al que escribe en ellos y recuerdo instintivamente la anécdota de todos conocida protagonizada por el maestro Luis Miguel Dominguín, quien, dicho sea de paso, en muchas de las ocasiones en que le atendí en mi mesón –siempre en torno a las doce de la mañana--, me pedía que le sirviera un Johnny Walker ER con Cocacola (ahora se entiende mi afición por este combinado). La anécdota, como decía, muy difundida, es que después de haber terminado la faena con “el animal más bello del mundo” (Ava Gardner, of course) se dispuso a “ir a contarlo...”
Así, imagino también al adepto (¿o adicto?) de este nuevo medio de comunicación, peregrinando por los restaurantes en busca de la comida perfecta, observando la decoración del local, analizando las sabias –o no- palabras del maitre a la hora de tomar la comanda, contemplando detenidamente cómo decanta el vino en la frasca el sumiller, cómo la camarera le canta cada uno de los platos, mientras él analiza con todo detalle las elaboraciones que le presentan, el café, la copa, el puro, la revisión de la factura... y ¡hala!, a contarlo.
¿Imaginan al torero narrando en una tasca de la plaza Santa Ana o aledaños (entonces no había Internet, ni Salsa Rosa), la coyunda con la actriz americana, dando todo tipo de pelos y señales?
Dominguín atajaría el relato exclamando:
- ¡Me acabo de tirar a la yanqui!
- Mientras, algún bloguero añadiría:
- Me gustó la decoración del restaurante, pero...
- El maitre, no nos advirtió de que...
- Mi vino estaba dos grados por encima de la temperatura ideal
- El plato equis me pareció que estaba deslavazado.
- Creo que la RCP (relación/calidad/precio) no es la correcta.
En fin, ¿no sería más fácil para muchos blogueros afirmar: “me acabo de tirar al restaurante tal, y me gustó...” o, “jamás me volvería a tirar al cocinero cual”?
Y así, con esta manera freudiana, dejar en el subconsciente de futuros comensales la posibilidad de redención del restaurante tal o el cocinero pascual.
Mi hermano, que me tacha de yonqui por mi recién adquirida afición, cataloga al maligno (Blog) como: “patio de colegio, jaula de grillos, tiro la piedra y...”. Pero sé que a hurtadillas, él también baja a los infiernos. Y a pesar de ello, el muy caradura me ha recomendado que visite a una loquera como lo hace habitualmente Toni Soprano, para, de esta forma abandonar mi dependencia, por lo cual les ruego encarecidamente que si ustedes conocen a alguna psiquiatra de esas características -ver primera temporada de la serie únicamente- se pongan en contacto conmigo.