Bivongi y un diálogo a tres voces
El Centro Cultural Bivongesi nuclea a 250 familias que representan en la ciudad de La Plata a la cuarta generación de Bivongi. Hoy, tres descendientes de los habitantes de ésta bellísima zona ubicada en la Provincia de Reggio Calabria, cuentan parte de su historia.
Cuando hablamos de inmigración, la de mediados del siglo pasado, decimos con seguridad que la Argentina ‘es un crisol de razas’ y con éste cliché –sin negar que es absolutamente cierto- salimos del paso, rapidito y sin equivocarnos.
Pero, en la vereda de enfrente y más allá de una simple opinión, quien tuvo que vivir la emigración y sintió la urgente necesidad de buscar otro destino donde vivir, entendió -a la fuerza- que sólo una fracción de su país, la que le correspondía por derecho, tendría que rehacerla a miles de kilómetros.
Destino: La Plata
Desde Bivongi, ubicado a 13 Km del Mar Jónico, llegaron en la década del 50 a la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, los primeros Bivongesi.
Cambiar el Mar Jónico por el Río de La Plata fue una cuestión de necesidad; pero, parte de los tristes efectos de la segunda guerra mundial colaboraron para que en 1959 -luego de una asamblea- surgiera el Centro Cultural que desde ése momento y hasta hoy hace honor en nuestra ciudad a la región del mismo nombre.
Los festejos de un pueblo
Más de 3000 bivongesi viven en nuestro país. Como nos explicó el presidente del Centro, Bentivoglio Zúrzolo, ‘bivongesi’ no son sólo los nacidos en ésa tierra, sino toda la descendencia.
Bentivoglio, al igual que María Caterina Bosco y María Simonetti en un alegre diálogo a tres voces, nos contaron acerca de las festividades y gastronomía que los representa.
En Semana Santa, es infaltable el guiso de bacalao pero, con un curioso agregado: aceitunas (fruto que despierta suspiros en éstos tres simpáticos bivongesi); también preparan todos los 19 de marzo (en honor a San José), guiso de garbanzos con fideos codito o caracol, la pasta preferida.
El frío del invierno da pie para reunirse y celebrar la Fiesta del Cerdo, animal del que, dicen los que saben, sólo se pierde el grito. Chorizos, carne frita y otras facturas son preparadas y muy bien administradas durante el año. El chancho se acompaña con ‘Manestra’, un conjunto de sabrosas verduras hervidas entre las que figura el hinojo, nabo y partes tiernas de la achicoria.
Tanto para la Fiesta de la Mamma Nostra como para navidad, aquellos que se destacan en el arte cocineril, se reparten la elaboración de todas las comidas típicas.
Algunas de ellas son: Zítpuli (bollitos de pasta de pizza más bien chirle, rellena con anchoas y luego fritas), Mastatzola (galletas de almendras y nueces preparadas con una masa endulzada con miel), Pignolata (masa dulce con forma redondeada, frita y bañada con miel), Pasti (similares a las princesitas de las confiterías pero rellenas con crema pastelera).
Bentivoglio nos comentó también que una de las costumbres que permanecen en Bivongi es el intercambio a modo de trueque de los zítpuli entre comadres; también la visita a las cantinas sociales donde se reúnen en familia a saborear los productos que elaboraron durante la Fiesta del Cerdo.
Importancia, respeto y cariño destila éste Centro Cultural hacia su país natal. Hoy toma forma en tres amables personas y sus relatos pero, al igual que ellos, muchos otros Bivongesi se ocupan día a día que perdure en nuestra ciudad el alma de su pueblo organizando excursiones a la tierra madre.
Actualmente la prioridad la tienen los más pequeños, realizan intercambios con sus pares y, a pesar de su corta edad, viajan con la seguridad de que va a estar esperándolos la otra parte de la familia, que los recibirá feliz en la Italia del Sur.