Un vino genuino, joven, noble, mejor, nobilísimo, que expresa identidad, la de la variedad y la de la finca Legardeta, lo que consigue plenamente, así como un concepto muy vital. Un tempranillo con raza y frutal, de evidente naturalidad, repetimos, frutal, inmensamente frutoso, ya que la madera está expuesta con suma sutilidad, en cuanto que tan sólo permaneció 9 meses en barricas de roble francés.