Un vino de finca, de la variedad Tempranillo, cuyas cepas superan el medio siglo. La producción, 4.000 Kg. por ha. y las barricas, nuevas francesas, donde permaneció durante 18 meses, contribuyen a la magnitud del producto. En definitiva un vino del territorio, muy mimado y con la impronta de Florentino Monje, un viticultor que está haciendo historia en Rioja Alavesa.
Tanto en nariz como en boca muy frutal, con recuerdos a bayas rojas, sensación impregnada de una gran madera, que aporta tostados y especias, siempre muy comedidas. Por el paladar vuelve a correr la fruta negra, tras la que aparecen sensaciones dulces, ácidas, amargas y tánicas, que deparan gran viveza y frescor. Tiene garra, se muestra con estructura, recio y sustancioso y destaca por su sustanciosidad y persistencia.