Permítanme la irreverencia, quizás osadía, de hablar del servicio, de las atenciones, de la SALA, de un restaurante vanguardia total como es Aponiente, y no hacerlo de su patrón, Ángel león, Dios de...
En cualquier hotel, con independencia de las estrellas que luzca, esté dónde este, en Canarias, Caribe, o Conchinchina, el sistema del “Todo Incluido”, tan de éxito, es diabólico para el futuro de los restaurantes gastronómicos.
Lo peor no radica en que los bufets ofrezcan cantidades ingentes de productos congelados siempre saludablemente achicharrados. No es esto lo más aberrante, si no las consecuencias que acarrea.
Caben plantearse algunas reflexiones.
¿Los cocineros que confeccionan los bufets de estos oasis de lujo no acaban instalados en la vulgaridad absoluta?
¿Qué pueden aprender los galopines de cocina que trabajan en estas factorías alimentarías sin ningún criterio ni rigor culinario?
¿Tienen los cocineros de estos establecimientos alguna motivación que no sea la estrictamente pecuniaria?
¿Esta política de matar las hambrunas no fomenta sin el menor rubor la incultura y el mal gusto?
¿No persiguen las multinacionales del “todo Incluido”, con su ahítar gratuitamente de bazofia desarraigada a los turistas, objetivo encerrar al turista en jaulas de lujo?
¿Es posible que proliferen restaurantes artesanos y personales en territorios del “Todo incluido”?