Bruno Cingolani ya lleva unos años trabajando en este local cálido y acogedor del centro histórico de Alba. Este cincuentón oriundo de Senigallia (región de Las Marcas) llegó de joven al Piamonte en la brigada del Hasta Hotel, en Asti, un poco después que su conciudadano Mauro Uliassi, de la misma edad. Sin embargo, Bruno se quedó en el Piamonte. Desde sus orígenes (Senigallia también es la tierra natal de otro gran cocinero: Moreno Cedroni), Bruno también es un chef de raza. Su cocina es fruto de la experiencia y del buen gusto de la región de Las Marcas, o sea de la cultura de la pasta, del mar, del campo y del bosque (caza), mezclado con sensibilidades del Piamonte (el rigor y la técnica de Francia, la cultura de la carne bovina, la leche alpina, los grandes vinos y la trufa). Bruno es un cocinero erudito que domina tanto las técnicas clásicas como las materias primas: un auténtico profesional. Hablar de cocina y de productos con Bruno siempre resulta un placer; siempre te enseña alguna cosa. ¿Hay algo mejor? Nada. Pues, ¡pasemos a la mesa!
Sencillos pero generosos, los aperitivos: huevo de codorniz y trufa negra rallada con delicadísima ricota alpina, tomate confitado y gotas de aceite de oliva. Óptimas, las gambas rojas de San Remo sobre ensaladilla de campo acompañada de una mayonesa superlativa hecha con huevo de oca y aceite de oliva virgen, llamada Niscia en homenaje a un famoso cocinero local. A continuación, un mar y tierra: vieira cocida en vino espumante sobre delicada crema de judías blancas de Pigna, romero, tomillo y aceite de oliva: sabores rústicos, juego de texturas pertinente y sabroso. Savoir-faire, sencillez, nitidez y cocciones perfectas se reflejan en la cazuela de sepiola del Adriático con achicoria de Treviso salteada y pequeño crujiente de patata. ¡Todo un placer después del plato de pasta fresca! Un himno a la primavera de la Langa: ravioli de ricotta Seirass de los Alpes (producto excepcional: ¡qué finura!) apenas condimentado con mantequilla (igual de refinada que la ricotta), un poco de parmesano curado y campo: flores de calabacín, espárragos, tomate y mini calabacines. De una visita anterior, recordamos la fragancia de las tagliatelle con colmenillas y trufa negra, un plato de una bondad excepcional. Luego llegaron los platos de resistencia: filete de ternera Fassone sobre patatas ralladas salteadas y trufa negra; grande producto y punto de cocción delicado aderezado con perfumes y tendencias del bosque. Impecable el suave medallón de cabrito lechal del Valle Bormida con hojaldre de patatas y calabacín.
Y para acabar, un postre goloso: milhojas de hojaldre con crema inglesa de vainilla y frutos del bosque.
En definitiva, Dulcis Vitis es un valor seguro donde degustar una gran cocina basada en productos excepcionales y elaborada por un cocinero realmente culto. Seguramente uno de los mejores restaurantes de cocina clásica de la ciudad de Alba.