Feliz se puede encontrar Juan Ignacio Velasco, que persiguiendo el proyecto de su vida, hacer un vino grandioso, acaba de conseguirlo con el primer producto de esta bodega. Elegancia y carácter, refinamiento y sustanciosidad. Se aprecia una inmensa uva, que brinda aromas finos y grandiosos, muy vivos y complejos, a grosella y moras, también minerales, a su vez balsámicos, además de a madera de primerísima calidad, que aporta toques especiados, quizás avainillados. Taninos dulces, sutiles. Una sabia concentración, un cuerpo atlético que no arrogante.
Cabernet sauvignon, merlot, tempranillo y un porcentaje de graciano. Fermentación maloláctica en barricas de roble nuevo de Allier, donde permaneció 15 meses. Se embotelló en la primavera de 2002. 49.975 botellas.