6,5

La Taberna de Rotilio


Cigala de Marín
Manicha Bermúdez
País: España
Localidad: 36960 Sanxenxo (Pontevedra)
Dirección: Avda. do Porto, 7 y 9
(+34) 986720200
Cierra: Domingos noche, lunes, salvo en verano, noches de martes, miércoles y jueves en invierno y quince días en Navidad
Precio: 60/100 €
Precio menú degustación: 48,15 €


Legendario restaurante gastronómico reconvertido en un gastrobar ilustre, que se adacta a diferentes apetencias. En consecuencia, la cocina  se mueve en distintas coordenadas, con fuerte presencia de platos de la cocina tradicional e incursiones bien meditadas en una línea prudentemente creativa: ésa es, desde hace tiempo, la filosofía de esta casa, cuyos fogones sigue patroneando eficazmente Manicha Bermúdez. Con todo, da la sensación de que la clientela, numerosa y fiel en verano, es más partidaria de lo popular; bien es verdad que aquí esa cocina “tradicional” se elabora a la perfección y de forma muy distinta a como se hacía, en general, en otros tiempos. Lo fundamental, aquí, es el sabor y se prefiere la potencia a la tenuidad. Los comensales, también.
Rotilio ofrece un marisco excelente, al que es difícil sustraerse; los camarones de la ría son uno de sus timbres de gloria. Siempre que hablemos de marisco hay que advertir que la calidad tiene un precio. Entre las especialidades de degustación obligatoria está la empanada de vieiras, que Manicha envuelve en una masa hojaldrada inigualable. Mantienen platos después de muchos años, como los emparedados de camarones, pero también creaciones recientes como las ostras fritas con verduritas, el pulpo a la antigua, las xoubas (sardinillas) rellenas, el revuelto de berberechos y algas… Algún nuevo aperitivo divertido, como el rollito de gelatina de piquillos relleno de mousse de centolla…
En los platos fuertes, uno de los imprescindibles es su magnífica caldeirada de rape, que aquí es de verdad caldeirada, un guiso lleno de sabores, aromas y colores. Los pescados, en general, se tratan muy bien en la cocina de Rotilio, con mención especial, quizá, para el rodaballo, siempre espectacular. La clientela aprecia mucho los arroces marineros y pasando a las carnes son elogiables los pichones… y muy elogiables los callos a la gallega, aunque sólo los pidan los bien informados. La línea de los postres es satisfactoria, con ese mismo juego entre clásicos y modernos y la oferta de vinos es muy buena, especialmente en lo que a etiquetas de las Rías Baixas se refiere. Equipo de sala amable y eficaz. En suma, una casa en la que se preocupan de que el cliente salga satisfecho, lo que, seguramente, haya hecho que la oferta se incline un poco más a lo conocido, a los sabores contrastados, que a las aventuras y el riesgo. En otras palabras: un restaurante… muy gallego, en todos los sentidos.