Es un vino con enorme enjundia, que ha consagrado su estilo, en el que se entremezclan dos variedades bordelesas señeras: 79% merlot y 21% cabernet franc. Si siempre se caracterizó por su intensidad y viveza, ha pulido esas cualidades, con un extraordinario potencial de fruta, casi extrema. Inmensa uva de gran nobleza, a la que suceden sensaciones dulces, amargas, tánicas y carnosas, de enorme singularidad. Sustancioso, complejo y vital. La crianza en madera de Allier está tan matizada y precisa, 12 meses, que contribuye a exaltar la materia prima y sus méritos. Se embotelló en mayo de 2005.