Soy especialista en despellejar cocineros, francamente, se me da bien. En ocasiones durante las sobremesas interminables, casi siempre hartos de gin tonics, los colegas de profesión arremetemos unos contra los otros, como si de una cobarde guerra (nunca el enemigo está delante para defenderse) se tratase: éste no sabe cocinar, aquél no ha cogido una sartén en su vida; el otro conduce un Porsche Cayenne o se ha comprado un pantalón de mil euros...