Desobediencia Gastronómica. ¡Viva el pescado poco hecho!
Es evidente que un exceso de reglamentación en gastronomía, como en la vida misma, tiene sus partes positivas y negativas. Positivas en cuanto están destinadas a dignificar las bajas calidades, estableciendo niveles mínimos. Claro que esta pose se nos antoja bastante más formal que real. Casi nunca una Denominación de Origen ha garantizado la dignificación del producto “amparado”, nunca, jamás la categoría gastronómica, han sido sobre todo instancias propagandistas para “políticos” más o menos encubiertos. Su razón de ser puede ser única y estrictamente alimenticia: que el botellón que ingieran los malos y paupérrimos bebedores no llegue a envenenar a nadie. Esta bien.
Lo que sucede es que cuando las leyes se generalizan pueden ocasionar más perjuicios que beneficios. En vez de afrontar las causas de raíz que ocasionan la salmonela, de reformar el sistema estandarizado de producción de los huevos, se obliga a los cocineros, a cuajarlos o, puestos a la aberración, se puede llegar a prohibir su empleo público en fresco. ¿Medidas tan drásticas qué ocasionarían? El ocaso de la tortilla de patatas, del huevo frito, del huevo a baja temperatura...Contrasta esto con los miles y miles de huevos que hemos comido en nuestra vida poco hechos, con la yema líquida y tan solo caliente, que nunca nos han causado la menor alteración física. ¿Privarnos de tanto placer durante tantos años para evitar un hipotético pequeño problema sanitario tiene justificación?
El Ministerio de Sanidad lleva el desenfreno normativo a imponer el pescado congelado, no se si el de piscifactoría también, para evitar el anisakis. No seremos mal pensados, aunque siempre nos quedará la duda de si detrás de todo esto no se esconden intereses económicos. Como siempre nos quedará la duda de por qué los ayuntamientos potencian tanto los centros comerciales con faraónicos hipermercados en detrimento del pequeño negocio. Puestos a prohibir, por qué no se suprimen las ostras de bateas, que ocasionan infinitos más trastornos que el anasakis. Y qué decir de otros mariscos que están en la mente de todos. Prohibir y prohibir y prohibir conduciría a una sociedad tan saludable como mediocre. Eso sí, nadie iría a urgencias por estos motivos, aunque ya acudiría por otros. Puestos a reducir el gasto sanitario...prohibamos acudir a los hospitales. Y es que, además de la buena voluntad de la ministra, que dice velar por nuestro estado físico, muy a nuestro pesar, tiene que haber detrás de tanto decreto algún que otro motivo económico.
Lo que si resulta incuestionable es que seguir los designios de la autoridad política ocasionará un deterioro económico y un evidente desprestigio de la culinaria española. Curiosamente, las dos cocinas que más prestigio han obtenido en las últimas décadas, la japonesa y la española, se han distinguido por comer el pescado crudo o poco hecho, igual que sucede en Italia, sociedades en las que no se ha llegado a tal extremismo. Todos los conceptos culinarios que han triunfado en los últimos tiempos, que están plenamente instaurados, todas las técnicas que se aplican en la alta cocina, la tecnología con la que trabaja en los mejores fogones...todo quiere ser dinamitado por un gobierno que desconoce la gastronomía, y que incluso osa perseguirla. ¿Qué futuro espera a los platos de pescado, iconos de nuestra coquinaria? Estamos ante un atentado dantesco contra la materia prima de imprevisibles consecuencias.
Frente a esta campaña estatalista insertada en los mayores rotativos del mundo “En España te recibiremos con un plato congelado; y si no quedas a gusto, repites”, se impone la desobediencia de los cocineros, so pena de asumir la hecatombe de una profesión, que primero o después, de seguir por este camino esta llamada a terminar convertida en manipuladora de las recetas de la industria alimenticia. Ya nos imaginamos al gobierno poniendo un guardia en cada fogón. ¿El objetivo es clandestinizar el bien hacer de los chefs? Y es que, queridos cocineros, de hacerle caso acabareis teniendo el mismo prestigio culinario que Cuba, donde todas las langostas permitidas por el sistema son obligadamente congeladas. Morir de asco ¿Un deseo o una realidad?.
¿Llegaremos a poner a dieta oficial a todos los diabéticos?.