Ramón Franco, S.A.
Sardinas diminutas y todas ellas de idéntico tamaño, que conservan inmaculada su piel, que luce un plateado deslumbrante, así como el cuerpo, al que se le ha quitado la cabeza. Sabor limpio y fino, a sardinilla, con atemperada suculencia.
La delicadeza sápida se corresponde con la textura, deshaciéndose en boca gratamente, sin notarse la espina dorsal. Un mérito más, el aceite de oliva se manifiesta tenue, lubricando sin repercutir más que lo imprescindible.
En la caja de cartón que contiene la lata figura el número de piezas. En esta, de 115 gramos, señala 14/18. Es importante que sean «enanas».