8,5

Le Giare

Gianluca Gorini y Claudio Amadori
Nazionalita: Italia
Localita: 47020 Montenovo di Montiano
Indirizzo: Via al Castello 368
mapa
(+39) 054751430
Chiusura:: Lunes, Martes y todos los mediodias salvo fin de semana.
Prezzo: 70/100 €
Menu di degustazione: 45 y 65 €


  • Rosso: Langostinos Agridulces al Vapor con Cubos de Sandia y Bitter, Polvo de Alcaparras y Hojas Verdes
  • Verdel Ligeramente Ahumado con Remolacha y Vinagre de Pinot Noir, Licuado de Mirto y Brotes
  • Calamares a la Plancha con Granizado de Lechuga de Mar, Salicornia, Hierba del Buen Enrico, Pimienta Rosa y Lima
  • Conejo al Te Verde con Miel y Alcaparras
  • Salchicha, Cerveza y Cebolla
  • Paccheri con Trufa, Queso Pecorino, Anchoa en Polvo, Salsa de Marsala y Flores de Calabacín
  • Cappellacci: Tortelle Rellenos de Berenjena con Ricotta de Cabra, Tomate, Sésamo y Salsa de Cebollino
  • Risotto al Estragón con Carpaccio de Gambas,Jugo de Crustáceos,Comino y Aceite.
  • Noquis de Patata con Conejo Guisado, Flores de Hinojo, Mantequlla de Piñones Tostados y Aceitunas Negras Picadas

  Restaurante a seguir con tendencia claramente alcista. Este 8,5 es una realidad reconocida en cuanto visión de apuesta de futuro. Sus platos merecen esa altísima calificación... si bien hay que esperar que el nuevo tiempo iniciado en el negocio se asiente. Que se consolide la asociación de un empresario lúcido y con un gran bagaje en los negocios hosteleros, el ínclito Claudio Amadori, con un joven cocinero, Gianluca Gorini, que ha sido el segundo de Paolo Lopriore, el chef más vanguardista de Italia. De esta asociación nace la nueva etapa del bellísimo restaurante de Claudio, en la que a un marco paradisiaco y unos precios muy interesantes, hay que añadir una excelente cocina, eso sí, muy posibilista en su magnitud. Ni una sola estridencia...todo hecho para gustar a una clientela variopinta. Los sabores no pueden ser más italianísimos y el fondo de cocina atesora lo aprendido en una de las culinarias más creativas, sabias y técnicas del país y de Europa, la de Lopriore. Uno queda conmovido por la sapiencia del joven cocinero y el pragmatiso del emprendedor. Platos humanos divinos, o divinos humanizados. Una culinaria en verdad placentera y cercana...que trasmite sabores próximos en construcciones sesudas e ingeniosas. Se percibe la frescura, de las ideas y de los géneros, que se cuidan muy mucho. Y la nobleza del mensaje y en que manjares se sustenta, en verdad estelares. Este es un restaurante para recomendar a todo el mundo, dada su solidez y resultados.
El aperitivo no puede ser más esclarecedor: unos trozos de verdel ligeramente ahumado con remolacha y vinagre de pinot noir, licuado de arrayán o mirto y diversos brotes. Máxima calidad y naturalidad con un mensaje fresco y sencillo. Nada en el quehacer del chef es forzano, parece que las composiciones brotan talentosamente. Incomensurable el plato que lleva por título Rosso. Dos langostinos al vapor saborizados agridulcemente dispuestos entre coloristas y excitantes cubos gelatinizados de sandia y bitter, más polvo de Alcaparras y algunas hojas verdes. Producto 10, cocción 10, contrastes 10 y escenificación 10. Y sin ningún alarde de nada.
Juvenil y verde: calamares a la plancha con granizado de lechuga de mar, salicornia, hierba del Buen Enrico, pimienta rosa y lima. No puede ser más inmaculado ni más liviano marcando la diferencia en el sentimiento del cocinero. ¿Qué hace entre las entradas la salchicha, portentosa salchicha con forma de albóndigas, con cebolla encurtida y espuma de cerveza? Pues no puede ser más informal, ni puede proporcionar más sabrosura. Vamos, que la casa no tiene ningún prejuicio...gula, gula y gula. Otra entrada a su vez contundente, para seguir mascando y llenando el paladar: un selectísimo conejo con té verde, miel y alcaparras, además de hojas crudas.
Para que no haya dudas de que se es muy generoso en los géneros en escena y que se siente pasión por la cultura intemporal: unos impecables paccheri, ciertamente al dente, de masticar, rebosantemente coronados con trufa, aderezados con queso pecorino, anchoas y una salsa de marsala. No pueden estar, una ve más, mejor acabado el plato. Constante que vuelve a certificarse en otra fórmula de pasta: los Cappellacci. Tortelle rellenos de berenjena con ricotta de cabra, tomate, sésamo y salsa de cebollino...exquisitos, inconmensurables, en su densidad, en su cremosidad. Cocina saciadora que vuelve a evidenciarse en el risotto al estragón, enriquecido con un tartar de gambas y una esencia de mismo marisco, más comino y aceite. Suculencia refinada y redonda. Y concluyó el festín con otro plato pantagruélico y, a la vez, refinado: los ñoquis de patata con conejo guisado, flores de hinojo, aceitunas negras picadas y mantequilla de piñones tostados. La comida no puede proporcionar mayor satisfacción. Perfección mundana. El arte, porque aquí hay arte, no puede ser más humano. ¡Qué cocina!



8

Il Ridotto

Ivano Mestriner y Gani Bonacorcce
Nazionalita: Italia
Localita: 30122 Venecia
Indirizzo: Castello 4509
mapa
(+39) 0415208280
Chiusura:: Martes y Miércoles
Prezzo: 70/90 €
Menu di degustazione: 70 €


  • Sepia Rellena de Verduras con Garbanzos, su Crema y Emulsión de su Cocción y Tintas
  • Tartar de Fassona Forrado de Tomate Liofilizado con Mayonesa de Soja
  • Bogavante con Caviar, Tomate y Coulis de Frambuesas
  • Spaguettoro con Almejas y Emulsión Marina de Cebolla
  • Pulpitos con Crema de Fabes y Estas
  • Risotto al Vino Tinto con Reducción de Remolacha, Higados de Pollo y Perdume de Romero
  • Bacalao Mantecatto con Polenta Blanca
  • Consomé de Carne al Perfume de Anís Estrellado con Cappeletti Rellenos de Lengua Salmistrada

 Ivano Mestriner es uno de los personajes más interesantes y conmovedores de la cocina italiana nororiental. Tras una andadura personal en la que destacó más la trayectoria culinaria que la gestión comercial, ha sido fichado Gani Bonacorcce, un personaje de una vitalidad contagiosa. A sus 64 años irradia ilusión:pasión gastronómica junto a un carácter emprendedor nato. Si no fuese así como iba a contactar con un chef como Ivano, que siempre se caracterizó por crear y hacer platos más divinos que humanos. Ahora los dos han llegado a un pacto, convertir este restaurante en el lugar gourmet posibilista de Venecia. Situado en pleno cogollo, dispone de unas pocas mesas, que cada noche se dan vuelta, dada la numerosísima clientela con la que cuentan. El secreto es elemental: magnifica cocina, ambiente informal con la “creme de la creme” turistica y unos precios ciertamente atractivos. Japoneses, estadounidenses, rusos...un mundo sin fronteras que quiere jamar magnificamente y sin estidencias a un precio asequible. Y, lo que es vital, sentirse a gusto, mejor, feliz en el mismísimo corazón de la ciudad. Todo muy, insistimos, posibilista y muy profesional, lo que ha hecho que el establecimiento se haya puesto de moda. La misma propiedad cuenta también con un bar de tapas para cenas más asequible y rapidas y un hotel junto a este local.
Que todo este concebido para triunfar comercialmente no quiere decir que no haya un compromiso culinario notorio. La cocina es estelar, únicamente que se valora semanalmente el convencimiento que ha logrado cada plato ante la clientela. Dada lo variopinta que es, ofrecen una cocina italianísima innovadora que evita ser cuestionada. Eso sí, con cierto talento, marcando la diferencia sin ningun artificio y exceso. Como la inteligente sencillez que supone trasformar ingeniosamente el cotidiano tartar de ternera fassona. En esta ocasión la bola de carne cruda picada se forra en otra joya nacional, el pomodoro. Tomate liofilizado que va de perlas con la ternera, que potencia su sabor, que aporta ingenio manteniendo la memoria histórica y que se concluye con otro valor tradicional renovado: una etérea mayonesa de soja. ¿A quién no le chifla esto?.
El plato más cosmopolita y suntuoso, el que se sale un poquito del estilo de la casa, pero que resulta incontrovertible por los elementos en escena, independientemente de la salsa de frutas, es el bogavante con caviar, tomate y coulis de fresas, que recuerda lejanamente a un gazpacho heterodoso, Muy noble, muy rico... y muy de ricos. Esencialidad radiante: pulpitos del Adriático salteados, tersos y bravíos, exultantes de manjarosidad, a los que únicamente acompañan unas habas y una crema de habas. Algo distinto y, a la vez, sencillo, con los cefalópodos como incontrovertible verdad. En parecida concreción, con similar eficacia, los impecables espaguetis,
cocidos científicamente, resaltando textura y sabor intrínseco, con unas lujosas almejas desconchadas y una emulsión marinera de cebolla. ¡Qué fácil y qué grande! Otro risotto que avala la supremacía mundial de la cocina del arroz trasalpina. El riso medio embebido, manteniendo en buena medida su identidad, de vino tinto y una infusión de remolacha; sabrosura a la que aportan humildad y osadía unos hígados de pollo y todo ello con el perfume campestre del romero. ¡Mamma Mia!
Nunca comimos una sepia similar en Italia. Tampoco nos puede sorprender, ya que Ivano hizo un “risotto de solo dados crudos”, cuando estaba en Dal Vero, que recordaremos de por vida.
En esta ocasión salteada, de una nobleza inaudita, nunca antes percibida en este animal, que aparece rellena de verduras, sobre una emulsión de sus tintas con aceite, a las que complementa un sublime puré de garbanzos con unos sublimes garbanzos. Poesía sencilla, poesía de la tierra. Más populismo sabio y riguroso: la sopa de pescados, a la manera del mítico caciucco, con infinidad de peces y algún marisco, rebosante de carnosidad y suculencia, tropiezo tras tropiezo y en medio enriquecida con pasta mixta que absorbe todas la esencias del mar, entre las que se aprecia un toque de lima. Inexcusable en Venecia la mejor receta de bacalao del país, el mantecatto, al que acompañó una polenta blanca, que refrendan el amor por una cultura, que llevan al paraíso. Y concluyó el festín con otro plato de pasta, que bien puede comerse al final de la comilona, dada la consistencia del consoné en el que nada, de carne perfumado con anís estrellado y del relleno que alberga, lengua de ternera tratada en sal. Gloriosos capelletti que vuelven a constatar que Ivano Mestriner y Gani Bonacorcce celestializan lo mundano. Perdón, celestializan la inmensa cultura culinaria de Italia impregnandola del justo y oportuno ingenio.
No es de extrañar que el éxito sea total. Si algún día quieren pasar del 8 al 8,5 saben qué hacer y cómo tienen que hacerlo. Veremos si les interesa.



8,5

La Peca

Nicola y Pierluigi Portinari
Nazionalita: Italia
Localita: 36045 Lonigo. Vicenza.
Indirizzo: Via Giovanelli, 2
mapa
(+39)0444830214
Chiusura:: Domingos Noche, Lunes, una Semana en Febrero y 10 Días en Agosto.
Prezzo: 110/180 €
Menu di degustazione: 80, 100, 120 y 130 €


  • Berenjena Rellena de Crema de Burrata, Tomate, Albahaca y Aceitunas Negras
  • Granizado de Agua Tónica, Lima y Perfume de Ginebra con Tartar de Gambas Rojas, Cigalas y Galeras, además de Algas.
  • Ostra Guillardeau con Sandia, Yogurt, Hierba Luisa, Almeja y Caviar
  • Route Pazze Cavalieri Rellena de Tomate, Mozzarela, Albahaca Rodeando Pan Tostado sobre Burratta
  • Acuario del Adriático: Raviolis Rellenos de Bogavante, Salmonete y Rodaballo con Verduras y Algas y Tinta de Sepia
  • Riso Mantecato a la Levaduras de Espumoso Bellaguardia con Erizos de Mar, Algas, Alcaparras y Salsas de Almendra, Remolacha y Zahahoria

 Un gran restaurante con dos profesionales como la copa de un pino: Nicola y Pierluigi Portinari. El segundo se ocupa de la sala y la bodega, en verdad impresionantes, con una ambientación y un trato estelares, así como la oferta vinos, lo mejor de lo mejor en su perfecto servicio. Elegancia, señorío, proximidad...uno se siente en casa con una atención que no puede ser más distinguida.
El otro Portinari, Nicola trasluce en la cocina la misma filosofía. Lo primero que llama la atención es la honestidad y generosidad. En pocos establecimientos tan estelares se pondrá tanta nobleza sobre el plato. Un derroche de producto, que además de ser estelar, se sirve sin miramiento alguno. ¡Qué generosidad! Insistimos, fórmulas sustentandas en colosales materias primas que se distinguen por su espíritu evolutivo y la enorme laboriosidad que encierra. Los ingredientes más típicos de Italia, la memoria histórica, se reproducen, eso si, en articulaciones siempre ingeniosas y muy complejas. El chef da lo mejor de sí en cada propuesta, pensada exhaustivamente y ejecutada con sumo esmero. Siempre en articulaciones que dictan un mensaje innovador que proyecta la cultura del país. Platos intensos y refinados, en perfecta armonía, con muchos matices y extraordinario colorido. Aquí no se deja el más mínimo detalle a la improvisación, absolutamente todo esta muy meditado y muy detallado.
El primer aperitivo, una licencia, una esferificación de una aceituna verde, en exquisito puré, con aceite de oliva, agua de limón y un costrón de pan, no puede esta mejor acabado en una filosofía que no es la que distingue a la casa, pero que demuestra la apertura mental y la garantía de la conclusión. El producto estelar, la cultura del crudo y un fogonazo de modernidad se sintetizan en los memorables tartares de gambas rojas, cigalas y galeras con algas dispuestos sobre un granizado de agua tónica, lima y perfume de ginebra. Máxima naturalidad en lo fundamental, máximo excitamiento en los complementos. Se siente la excelencia del Adriático, se siente el talento de Nicola. Que vuelve a explayarse en la ostra Guillardeau que se acompaña con un tartar de sandia, sorprendentemente carnosa, “sin agua”, como si fuese de fassona, yogur, hierba luisa, almeja y caviar, en perfecta conjunción. Honorabilísimos manjares con dos toques mágicos. Impactante composición de berenjena, por su excelso tratamiento culinario y por su cromatismo, dispuesta como una pequeña y primorosa cesta, muy pura de sabor y color, que alberga valores sencillos absolutos: crema de burratta, tomate, aceitunas y albahaca. Apasionante. Vuelven a alzarse la bandera italiana con los elemento más emblemáticos: unas ruedas de pasta – route pazze Cavalieri –, carnosa ella, masticable, plena de gusto y textura, que albergan mozzarella, tomate, albahaca, todas ellas rodeando una apetitosa montaña de pan tostado y burratta. No puede ser más humilde, más elemental y, a la vez, más placentero. Otra visión de la pasta, esta harto complicada y suntuosa, que lleva un título grandilocuente: Acuario del Adriático. Espectacular composición de raviolis de diferentes verduras y algas (remolacha, zanahoria, tinta de sepia, etc.) rellenos de bogavante, rodaballo y salmonete, con un caldo rebosante de sabor a mar. ¿Quién da más? No nos cansaremos de repetirlo: aquí se echa la casa por la ventana: en carnaza de la mejor y en esfuerzo. Poetico cuatro gastronómico. Nicola Portinari es un maestro del arroz. Nunca olvidaremos su risotto a la burratta con perfumes mediterráneos, como nunca olvidaremos su riso mantecatto con levaduras de espumoso Bellaguardia que lleva incrustado en su superficie varias piedras preciosas: erizos de mar, algas, alcaparras y tres salsas: de almendras, remolacha y zahahoria. El cereal al dente, a un dente uniforme, que preserva su identidad palatal. Los complementos de un infinita cremosidad sutilmente acidulada que rebosa maravillosos y vibrante contrastes. Colosal. Y concluimos con otro deslumbrante exceso de género y de transformación: su majestad la becada. Pechuga sonrosada y laminada, muslos guisados rellenos de foie gras, costrón de sus interiores, salsa de sus jugos, puré de patatas violetas, coulis de fresas...la intemerata. Palaciega. ¡Ah! Pierluigi Portinari nos dijo que el era artifice de los postres. No se si creérmelo; en cualquier caso supuso un alucinante colofon: un refrescante granizado de limón verde y manzana ardientemente impregnado de jengibre con cristal de azúcar de caña. Extremo. Genial.
EL RESTAURANTE...LA COMIDA.



El Secreto para que el Camarero te Atienda Cuando Estás en la Barra

En una barra con mucha gente hay que saber cómo pedir las consumiciones. 
Miguel Ayuso

Aunque la crisis ha hecho que pedir una copa sea cada vez más sencillo,sigue habiendo bares en los que es difícil lograr que te sirvan un sábado por la noche. Entre la música y las multitudes hay que ser un verdadero maestro para lograr que el camarero se fije en ti. Hay quien grita, quien levanta la mano, quien agita la cartera y quien da golpes sobre la barra pero, según asegura un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Bielefeld (Alemania) hay una técnica mucho más sencilla para hacerte el rey de la fiesta.
Los científicos realizaron un estudio de comportamiento de los consumidores y camareros en los bares, para tratar de saber en qué se fija verdaderamente un barman para seleccionar al siguiente cliente al que va a atender. En un espacio abarrotado, los camareros deben identificar con rapidez quién quiere pedir una consumición y quién no, y el lenguaje corporal de los consumidores juega un papel fundamental.
Los camareros eligen a su próximo cliente exclusivamente por la posición de éste respecto a la barraExiste la creencia generalizada de que se atiende más rápido a las personas que piden su consumición activamente (ya sea levantando la mano o llamando al camarero), pero el análisis de lo que ocurre realmente en la barra de los bares, que se ha publicado esta semana en la revistaFrontiers in Psychology, revela una realidad muy distinta: los camareros eligen a su próximo cliente exclusivamente por la posición de éste respecto a la barra.
Ser pesado es contraproducente
Los investigadores grabaron el movimiento en las barras de pubs y clubs de Bielefeld, Herford (Alemania) y Edimburgo (Escocia). El análisis de las cintas reveló qué señales se utilizan comúnmente para llamar la atención de los camareros, cuáles se usan menos, y cuáles tienen éxito. Contrariamente a lo que la gente tiende a pensar, sólo uno de cada quince clientes mostró sus carteras para señalar que les gustaría realizar un pedido. Y menos de uno de cada veinticinco llamó con un gesto al camarero. Las señales más comunes y exitosas son más discretas: más del 90% de los clientes se limitan a colocarse delante a la barra, posicionándose de cara al mostrador y lo más cerca posible de un camarero.
Los científicos descubrieron que los clientes que no desean hacer un pedido evitan instintivamente los comportamientos propios del que quiere pedir una bebida: mantienen siempre una pequeña distancia con la barra y se alejan de ella, por ejemplo, cuando están charlando son sus amigos.
¿Puede un robot ser un camarero eficiente?

La investigación forma parte del proyecto europeo James (Joint Action in Multimodal Embodied Systems), nombre que ha servido para bautizar una de sus más atractivas propuestas: la creación de un robot camarero. El autómata tiene una tableta como cabeza, que muestra unos ojos grandes, de estilo cómic, con la que establece contacto visual con los clientes. Su boca se mueve cuando está hablando con el consumidor y su cuerpo es sólo un tronco mecánico que se fija detrás de la barra.
Para responder adecuadamente a sus clientes el robot debe ser capaz de reconocer el comportamiento social de los humanos James está diseñado para aceptar pedidos de bebidas y servirlos con su mano de cuatro dedos, pero los investigadores quieren incorporar en el sistema el reconocimiento de posiciones corporales, para que el robot sea capaz de identificar a los consumidores que desean pedir una bebida sin necesidad de un estímulo auditivo. “Para responder adecuadamente a sus clientes el robot debe ser capaz de reconocer el comportamiento social de los humanos”, explica el profesor Jan de Ruiter, psicolingüista de la Universidad de Bielefeld y uno de los responsables del proyecto. James debe ser capaz de entender a los usuarios que no tienen conocimientos previos sobre cómo funciona el robot y que ni siquiera hayan sido informados de su existencia. Y en el ambiente ruidoso de un club nocturno, el sistema no puede depender únicamente de sus componentes lingüísticos: James debe aprender a interpretar el lenguaje corporal.
“Actualmente, estamos trabajando en la capacidad del robot para reconocer cuándo un cliente está pidiendo su atención”, explica De Ruiter. “Es por ello que hemos estudiado la manera en que pedimos nuestras bebidas en la vida real. La máquina requiere una definición clara de las señales que indican que el consumidor quiere una bebida, y cuáles no. Sin una definición apropiada, el robot malinterpretaría las señales de los clientes y podría molestarles”.
Los resultados de la investigación se utilizarán para reprogramar a James. “Tras la actualización”, explica el doctor Sebastian Loth, otro de los autores del estudio. “James sólo hablará con las personas cuya posición y postura corporal indiquen claramente que quieren pedir una bebida”. Entonces se acercará a ellos y les dirá: “¿En qué puedo ayudarle?”. El robot acabará además con las típicas discusiones sobre quién llegó antes a la barra, pues memorizará qué clientes llegaron primero y los atenderá en orden.



8,5

Devero Enrico Bartolini

Enrico Bartolini
Nazionalita: Italia
Localita: 20873 Cavenago di Brienza (MB)
Indirizzo: Largo Kennedy, 1
mapa
(+39) 0295335268
Chiusura:: Los mediodias de sabado, domingos y lunes, asi como la noche del domingo
Prezzo: 90/150 €
Menu di degustazione: 75 y 120 €


  • Anchoas Marinadas y Rellenas de Saor (Vinagre, Cebolla, Piñones y Uvas Pasas) con Uvas, Gelatina de Col Fermentada, Alga Nori y Hoja de Ostra
  • Crema de Patata en Sifón con Huevas de Salmón, Alcaparras y Salsa de Limón
  • Caracoles con Gelatina y Dados de Manzana Verde, Paté de Hígados de Pollo y Caracol, Polvo de Aceite al Enebro y Chips de Tapioca y Perejil, Además de Perifollo.
  • Botones (pasta) de Aceite y Lima con Pulpo a la Brasa y Caciucco
  • Risotto de Remolacha y Gorgonzola
  • Molleja de Ternera con Costra de Semilla y Leche de Coco Fresco
  • Lomo de Cordero con su Molleja y Cebolla Roja Cocida en su Jugo con Carbón
  • Merengue al Azafrán con Pan de Oro

  “Enrico Bartolini se parece, y de qué manera, a Joel Robuchon. Y no solo por sus rasgos de cara, sino también por la forma de ser y proceder. Nos encontramos ante una de las mayores promesas de la culinaria transalpina”. Esto lo escribíamos hace cuatro años, ahora, a los 33, lo suscribimos y añadimos algo más: estamos ya ante uno de los mejorcitos cocineros de Italia. Cerebral y riguroso como ninguno. Reflexiona exhaustivamente cuanto va hacer y, una vez que sus ideas han madurado y se han pulido, logra materializarlas con inquebrantable virtuosismo. Su genialidad se sustenta en la PERFECCIÓN. Asombra el acabado de los platos, el placer que proporcionan. Construcciones muy humanas, con mucha memoria histórica, que reinventan el pasado popular con suma madurez y sedosidad. Elegancia, armonía, ingenio juicios, excepcional lucidez...tiene los dones naturales y los expresa con una sencillez inaudita. Ni una exageración, ni una transgresión, siempre centrado. Y harto complejo, proliferan los elementos y matices en muchos platos, muy laboriosos, con contrapuntos integrados, en plena sinfonía. Un estilo muy sesudo, muy trabajado, muy conseguido. Un CIENTIFICO EVOLUCIONISTA que exalta la cocina tradicional italiana.
De sus primeros tiempos sólo queda una fórmula: el rissoto de remolacha y gorgonzola. Un plato atrevido, no solo por el fondo fucsia en el que se dibujan lunares grisesverdosos, sino por los sabores que transmite, eso sí, atenuados por la cremosidad. Esta y el arroz, de la máxima calidad, en su punto de hechura, al dente, un dente uniforme, en el que la consistencia del granos es exactamente igual por dentro que por fuera, resultan insuperables. Escuela Massimiliano Alajmo (Le Calandre), donde estuvo unos años. Un risotto mundial, un arroz universal.
Primer fogonazo del menú degustación. Una reinvención de una receta del Veneto. Unas anchoas crudas, tan solo levemente marinadas en saor, una mezcla agridulce de vinagre, cebolla, piñones y pasas, que se disponen inmaculadas entre alga nori, hoja de ostra, uvas y unas motas de gelatina azul de col, color que se consigue fermentando la verdura. No puede ser más natural, más excitante y, a la vez, tan sutil. Pulcritud que no se riñe con, repetimos, la laboriosidad. Ambas se manifiestan en los caracoles, que solo saben a caracoles, nada más ni nada menos que a caracoles, que deambulan en medio de un exquisito campo: dados y gelatina de manzana verde, paté de hígados de pollo y caracol, chips de tapioca y perejil, salsa de ajo y polvo de aceite al enebro. El más excepcional plato de caracoles que hayamos comido en muchos años. Vamos, que Bartolini se se lo curra y, además, lo borda. De tanta pureza a una licencia con la cremosidad gourmand; cremosidad gourmand exquisita que preserva, como es norma en la filosoíia del chef, la identidad de cada uno de los componentes. Las huevas de Salmón, las alcaparras picadas de Pantelleria y la salsa de limón, aunque estan dispuestas sobre una etérea espuma de patata, sifonada ella, mantienen sus identidades sapidas, poniendo luz y color al hilo conductor de la voluminosa y refinadísima presencia de la patata. Esta comida no puede ser más satisfactoria y culta en su autenticidad redefinida: Bottoni o botones impregnados de aceite y limón, cubiertos por unos medallones de pulpo a la brasa, todo ellos nadando en una memorable sopa de pescados y mariscos toscana. ¡Qué jugo de Caciucco! ¡Qué pasta embebida! ¡Qué tersura del cefalópodo!
Los espaguetis con ragú de anguila ligeramente ahumada y pan llenan la boca con su rusticidad gulesca sin tener el nivel intelectual y cilinario del resto de los platos. Soberbia la molleja de ternera piamontesa glaseada y cubierta por una sensible costra de semillas con puré de leche de coco fresco y rabanitos fileteados. Y de una nobleza rarísima el lomo de cordero, en su punto de cocción, dorada la piel y sonrosadas las carnes, siempre sobresalientes las hechuras, con su molleja, su jugo, cebolla roja a la brasa y otros detalles que vuelven a marcar la diferencia sin ninguna gradilocuencia.
Más emociones que incitan a volver: el merengue crocante de arroz al azafrán, la panacotta sobre crujiente de lavanda...Enrico Bartolini esta en el sendero triunfal. Es uno de los lideres de una nueva generación llamada a dar un impulso creciente y superior a la consagrada fama de la cocina italiana.



Hamburguesas: El Triunfo de la Creatividad

 

En español tenemos, desde hace muchos años, la palabra idónea para designar el objeto que hoy nos ocupa, y esa palabra no es más que "bocadillo": panecillo partido longitudinalmente en dos mitades entre las cuales se colocan alimentos variados. Sinónimos, unos cuantos: emparedado, sándwich, panecillo, bocata, medianoche, montadito, pulga... Todo eso, y algunas cosas más, somos capaces de pedir cuando nos apetece un bocado entre horas: alguna cosa entre pan (si fuese sobre pan hablaríamos de canapés o, ahora, de "tostas") y a poder ser consumible en dos o tres bocados.
Un término no mencionado más arriba es el de hamburguesa. Y una hamburguesa, admite el DRAE, no es solo una "tortita de carne picada, con diversos ingredientes, frita o asada", sino también "el bocadillo que se hace con ella". Resumiendo: que a los bocadillos redondos les llamamos hamburguesas y que, en estos tiempos difíciles, se ha puesto de moda servirlas en las más diversas ocasiones... y muchas veces en formato mini.
Y, claro, en cuanto el nombre sirve para designar la forma y se declara la libertad del fondo, es decir, que una hamburguesa no tiene por qué ser esa "tortita de carne picada" que dice el Diccionario, sino cualquier cosa picada con ese formato. Recuerden que, al principio, los conceptos "tartar" y "carpaccio" se referían exclusivamente a platos elaborados con carne de buey, y más concretamente de solomillo, mientras que hoy hay "tartares" y "carpaccios" de cualquier cosa comestible.
Hace ya unos cuantos años que una de las mejores cocineras del planeta, la catalana Carme Ruscalleda, me dejó estupefacto poniéndome delante una hamburguesa "de peus de porc", de manitas de cerdo. Mi estupefacción fue breve, porque procedí inmediatamente a la investigación, que me condujo en cuestión de décimas de segundo al placer profundo. Era (es, si la sigue haciendo, que lo ignoro) la quintaesencia del concepto hamburguesa.
Hechos con cuatro manitas de cerdo, cuézanlas con laurel, tomillo y sal hasta que casi se despeguen de los huesos; deshuésenlas y piquen la carne, mézclenla con 50 gramos de butifarra negra y moldeen cuatro hamburguesas. Mojen cuatro rebanadas finas de pan, espolvoréenlas con semillas de sésamo, apretando con la mano para que se adhieran, y séquelas en el horno para que queden como galletas crujientes.
Frían dos cebollas, cortadas en bastoncitos, en una sartén con un chorrito de aceite; cuando estén transparentes añadan una pizca azúcar y doren un poco. Corten un par de patatas en rodajas de 5 milímetros y fríanlas en abundante aceite o grasa de pato. En una sartén antiadherente frían las hamburguesas, procurando mantener su forma. Pongan en cada plato una capa de patatas formando círculo, sobre ellas la hamburguesa, coronada por la cebolla y el pan y, al lado, un montoncito de confitura de tomate.
Carme Ruscalleda prescindió de una de las "mitades" del pan. Hace apenas una semana, a modo de aperitivo, Diego Bello, uno de los dos o tres cocineros jóvenes que más despuntan en Galicia, y de los que se hablará mucho muy pronto, nos suministró un bocadito, literalmente, de lo que llamó "hamburguesa de cigala". Poco más que un disco, liquidable en dos o tres viajes... pero con un sabor de esos que dejan huella. No era más que un primer aperitivo de un gran menú, pero hubiéramos insistido, sin la menor duda.
Diego picó las colas de las cigalas y las aliñó con una sabia mezcla de salsa de soja, jengibre, zumo de lima, aceite virgen, sal y pimienta; le dio la forma de hamburguesa y la marcó en la plancha, para terminarla en el horno, procurando que el centro de la preparación quedase jugoso en tanto que la capa exterior ofrecía un agradable crujiente.
Una cucharada de crema de calabaza y vainilla, servida al lado como guarnición, aportaba el toque cromático y la ruptura de sabores. Le llamó hamburguesa por su forma y hasta por su aspecto externo, pero va mucho más allá del concepto y de su clásica imagen peyorativa: una gran creación.
Anímense. Hay miles de posibilidades. Jueguen con materias primas y aliños, siéntanse orientales con el pato, indios con el pollo, bereberes con el cordero... y creen su hamburguesa. Ya tendrán ocasión, en un viaje a Nueva York, de enfrentarse a las de Daniel Boulud, que demuestra que la ortodoxia también puede ser magnífica. Sí, también en la hamburguesa: con buenos ingredientes y buenas manos salen las buenas cosas.



El Más Barato Todavía: 100 Montaditos Lanza Una Nueva Estrategia Comercial con Montaditos a 50 Céntimos

 

Restalia, compañía de restauración en España, ha lanzado una nueva estrategia comercial enmarcada en los cambios en la política de precios de su enseña 100 Montaditos, al ofrecer montaditos a 50 céntimos, según ha informado la empresa.
"La cadena crea Euromanía 50 cénts., una iniciativa que permitirá a los consumidores disfrutar los lunes de toda la oferta de montaditos a tan sólo 50 céntimos", explica la empresa, mientras, los miércoles y domingos los consumidores podrán seguir disfrutando de la carta a 1 euro.
Con esta iniciativa, la firma rompe la barrera del euro en sus productos "sin alterar sus estándares y su compromiso de calidad". Además, esta nueva estrategia estará al 100% orientada a productos gastronómicos de la cadena, sin afectar a los precios de las bebidas.
La directora general de Restalia, Virginia Donado, se congratuló con esta iniciativa. "El entorno es dinámico y hemos de adaptarnos a las circunstancias actuales aplicando medidas innovadoras para poder seguir compitiendo y mantener nuestra posición de líderes del sector", ha subrayado.
El lanzamiento de la nueva promoción tendrá lugar con una fiesta para Vivir el medio euro. La fiesta será este jueves en el restaurante de la calle Montera en Madrid, bajo el slogan Partimos el Euro, y a lo largo de 4 horas todos los invitados.



7

Arotxa

Luismi Lakar
Nazionalita:
Localita: 31792 Legasa (Navarra)
Indirizzo: Sta. Catalina, 34.
mapa
+34)948456100
Chiusura:: Lunes noche, martes, del 7 al 23 de enero y del 14 al 21 de octubre.
Prezzo: 35/45 € €


  • Terrina de Foie Gras con Membrillo, Manzana y Pan Tostado
  • Verduras Salteadas con Foie Gras y Langostinos
  • Pulpo con Bonito y Patatas
  • Bacalao Confitado con Piperrada.
  • Chuleta a la Parrilla
  • Torrija al Aroma de Canela Caramelizada con Sorbete de Manzana Verdes

 
Luismi Lakar es un chef muy honesto y con bastante fondo culinario, adquirido en prolongadas estancias en restaurantes de alto copete, como Zuberoa y Rodero. En el 2002 retornó a su pueblo, a la casa de sus padres, donde montó este restaurante, sencillo y sobrio, atendido por la familia. Ha optado por el posibilismo, por contemplar el paisaje y al paisanaje. Ofrece una carta lo suficientemente amplia para responder a cualquier apetencia a la vez que se preserva la calidad y frescor de los géneros y se facilitan las ejecuciones. Construcciones sencillas y con cierto empaque, con un mensaje muy directo. Sabe lo que quiere, lo que le gusta al público, marcando la diferencia en una concreción inteligente y satisfactoria. En esa filosofía, se ofrecen sabores gustosos, plenamente enraizados, en cantidades ingentes...todo muy comercial. Y la relación precio/calidad es una GANGA. Por todo ello tiene un exíto increible...verlo para creerlo.
Sabrosa, cremosa y chisposa la terrina de foie gras, que aparece rellena de membrillo, a la que acompaña un gajo de manzana y unas rebanadas de pan de pasas. Muy golosa, muy agradecida, aunque sóla quizás fuese más natural. ¡Ah! en verano se ofrece una elemental y antológica ensalada de tomate de cultivo propio, en verdad carnoso, intenso, maduro, escrupulosamente pelado, que se sirve al gusto, con cebolleta o ajo, un selecto aceite de oliva virgen y unos granos de sal. Un primor en su sencillez. El salteado de verduras (vaínas, tomate, espárragos verdes y brocoli) con foie gras y langostinos, carne y marisco salteados en su punto, no puede ser más efectivo y resultón. La cocina, como se vera, no busca la brillantez, sino convencer a todos, lo que logra sin lugar a dudas. En igual filosofía pragmática se encuentra otra combinación sin problemas: unos medallones de pulpo, tersos y bravios, un pedazo jugoso y gelatinoso de bonito, lindando con la ventresca y unas láminas de patata, más un jugo. Pulcritud y tino. Más de lo mismo, un notable bacalao, tierno y tornasolado, dispuesto sobre una amable piperrada y su jugo. Vamos, que la precisión y pocas cosas más valen y sobran para persuadir a la clientela, que se siente muy satisfecha.
La chuleta de vaca produce la siguiente exclamación ¡Por fin hemos llegado donde íbamos!. Es el plato que más fama ha dado a la casa. Carne, por lo general, de grandes provedores que abastecen a los mercados vasco y navarro, donde se encuentran los mejores asadores en la materia, es francamente selecta. Luismi las asa con maestría...lo que ha hecho que todos los tripasai de la comarca acudan a darse el banquete de vacuno.
Y para concluir, un polvo en el pajar: no se pribe por nada del mundo de la gulesca torrija embebida de leche con aroma a canela ¡Qué esponjosidad! y caramelizada, a la que escolta un refrescante y límpio sorbete de manzana verde. A lo dicho, nadie se puede resistir a tan pecaminosa provocación.
Supera las espectativas.



Auge y Decadencia de la Merluza

 

A lo largo de poco más de un siglo, la merluza fue la reina de los pescados; podemos datar el comienzo de su imperio en la inauguración del ferrocarril de Madrid a Irún, primero, y a La Coruña, después, entrada la segunda mitad del siglo XIX: la merluza es un pescado íntimamente ligado al ferrocarril.
Hace ya unos cuantos años que esa hegemonía de la merluza ha declinado en favor de otros habitantes del océano. ¿Razones? Unas cuantas. Pero adelantemos ya que los principales culpables hemos sido justamente los propios consumidores, los propios devotos de la merluza.
Un claro recuerdo que conservo de mi infancia es el de la formación, en las vías que llegaban junto al Muro (así se llamaba y se llama la magnífica lonja coruñesa de pescado) de los trenes llamados "pescaderos", que transportaban el género, que incluía muchas cajas de merluza, a los mercados de Madrid y de Barcelona.
Por entonces, la merluza era el no va más. Se hacían populares distintas direcciones a lo largo y ancho de la Península. De la que más se hablaba, seguramente, era del restaurante "Vallés", en Briviesca, en plena N-I, cuya merluza rebozada gozó de fama en toda España. Lamento decir que yo no llegué a catarla... aunque sí otras también espléndidas.
Había, naturalmente, lo que hoy llamaríamos un ránking de la merluza. El primer puesto lo ocupaba la merluza llamada "de anzuelo" o "del pincho", pescada normalmente con palangre (el palangre es una línea de anzuelos) en el banco cantábrico o de Finisterre. Las míticas merluzas de Hondarribia, Bermeo, Coruña.
Después, las de la misma procedencia geográfica, pero capturadas al arrastre o a la volanta. Merluzas, pues, de bajura. "De casa", para entendernos.
Venía luego la merluza del Grand Sole, en aguas irlandesas. Palangre o arrastre. Esa merluza ya venía, lógicamente, en hielo, aunque no congelada. Ocupaba un segundo o tercer escalón. Y empezaban a asomar las merluzas congeladas: especies diferentes a las nuestras, procedentes de caladeros lejanos: Senegal, Namibia, Argentina, Chile... Eran, claro está, las menos apreciadas.
Pero... las de aquí iban escaseando. A la gente le gustaba comer pescadilla, dando la razón a Josep Pla, que acusaba al consumidor español de infanticida gastronómico. Se han devorado toneladas de pescadillas "de enroscar", de las que se muerden la cola, de pijotas... Merluzas malogradas.
Las merluzas de bajura de Finisterre y el Golfo de Vizcaya son poco más que un recuerdo. Pueden conseguirlas algunos de los "grandes" (Arzak, Subijana...) pero no tanto el público normal. De lo que hay, lo más valioso es la merluza que llamamos de Celeiro: capturada, con trazabilidad perfecta, por la flota palangrera de ese puerto lucense en el Grand Sole.
O sea: hoy ocupa la cabeza del ránking lo que en los sesenta y setenta era una segunda o tercera opción.
Se venden en fresco merluzas venidas de Chile por avión: casi la mitad de las que se comercializan en Mercamadrid son de esa procedencia. El género, como ven, no es el mismo del que disfrutaban nuestros padres o nuestros abuelos. Y cada vez hay más pescados diferentes en la pescadería.
Pero también han cambiado los consumidores. A finales de los años setenta del pasado siglo hizo irrupción una nueva especie: el que llamaremos "nuevo gourmet" por paralelismo con el "nuevo rico", ciudadanos con los que conviene marcar distancias.
Una clase que se nutrió, primero, de la política, a raíz de las primeras elecciones municipales, en 1979; inmediatamente después vino la segunda oleada, procedente del mundo del ladrillo.
Unos y otros popularizaron en el restaurante la expresión "a mí, lubina" cuando descubrieron, alborozados, que en las cartas había pescados más caros que la merluza... que pasó a ser considerada cosa de burgueses de otros tiempos. Ay, la gran cocina burguesa urbana del siglo XX español, única que de verdad valía la pena... antes de la "revolución".
Y miren que aquí no podemos echarles la culpa a los japoneses, como en el caso del atún rojo. Si no hay merluza es, fundamentalmente, porque nos la hemos comido nosotros solos: nunca fue un pescado demasiado valorado en otras cocinas.
Ya sé que hay mucha gente que piensa que la merluza no sabe más que a lo que le pongan. No voy a ponerme a discutir a estas alturas; pero les aseguro que cuando tengo la razonable seguridad de que me van a poner delante una merluza "del pincho" pescada en aguas propias, no lo dudo ni un segundo: la quiero. Y ya discutiremos cómo la cocinamos.
Desde luego, con el máximo respeto: una merluza así es, casi, una reliquia, una joya; y no hay mayor estulticia que estropear en la cocina una obra de arte de la Naturaleza.



San Sebastián: Hidalgo 56

 Juan Mari Humada Hidalgo y Nubia Regalado abran este restaurante en 2005. Ella es una vinófila contrastada, sin más parafernalia que ser capaz cotidianamente de descubrirte vinos interesantes a un precio asequible. Y tanto que lo consigue, da de beber muy bien y a tarifas comedidas. Él fue un chef de alta cocina reconocido en la notabilidad en Lo Mejor de La Gastronomía y en la guía Michelin, en la que ostento una estrella. Visto cómo iba el percal, recondujo su negocio a una oferta posibilista. Sin embargo, sigue dividido su ser entre su vocación culinaria y entre el pragmatismo de tener que sacar rentabilidad al establecimiento. Eso se aprecia en su oferta y precios. Pinchos en los que se deja notar su vocación inconformista con otros más convencionales. A nosotros nos gusta más las líneas directa y evolutiva; cuando aplica conceptos y técnicas actuales a productos tradicionales. Cuando la esencialidad y la sencillez de planteamientos imperan sobre la sofisticación y los alardes. Ese es el terreno en el que debemos fijarnos si queremos obtener los mejores resultados.
Un primer testimonio lo tenemos en la aparente y certera morcilla de arroz, de la marca Sotopalacios González, con huevo. En este caso, sin tripa, servida en timbal, con forma de volcán, coronado por una yema líquida, cruda y caliente, que se convierte en distinguida salsa del condumio, al que se le pegan dos toques dulces y ácidos, aparentemente novedosos, pero que forman historia de la cultura de este embutido, las pasas y un puré de manzana. En similar línea el bacalao, confitad0 a baja temperatura, sobre unos pimientos morrones con su jugo, gratinado el pescado con un suave puré de ajos. Impecable en su costumbrismo contemporaneizado. A su vez animamos a las anchoas fritas al ajillo con puré de piquillos y a los hongos confitados con piñones y yema, concreciones muy bien resueltas. Como la mítica, y con razón, Gilda, que no tiene más secreto que elegir bien las anchoas, las guindillas encurtidas y las aceitunas, así como el equilibrio entre los ingredientes; no es fácil ponerle el palillo a la guinda. Y lo callas, con algo de morros, juntos pero no revueltos, es un clásico de Juan Mari Humada y de sus descendientes desde tiempo inmemorial.

Localita: 20002 Donostia-San Sebastián (Gipúzkoa)
Indirizzo: Paseo de Colón, 15
(+34) 943279654
Chiusura:: Domingos Noche y Martes